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CHACO Y JUJUY

Un presente que remite al pasado

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Sonrisa. Capitanich pidió que un caso policial no se volviera político. | cedoc

Si hay algo de lo que solo la dirigencia política y un sector politizado de la ciudadanía están pendientes es de quiénes serán finalmente los inscriptos para disputar las PASO. La gran atención está puesta en el interior del país. En los sucesos de Jujuy y de Chaco. Ambas situaciones en apariencia son diferentes pero las une la política. En un caso, se trata de un crimen, pero que  involucra a cuatro candidatos del oficialismo. ¿Eso significa que Capitanich es cómplice del crimen? Eso es ir demasiado lejos. Se le podrá criticar políticamente su vínculo con un dirigente social, pero de allí a hacerle cargo de un delito aberrante es ir demasiado lejos.  En el otro caso, se trata de un conflicto político-social, de una sociedad convulsionada en donde confluyen la protesta social, la violencia, el cuestionamiento a decisiones institucionales y a la dirigencia política. En el caso de Chaco, las repercusiones electorales fueron inmediatas. Ante una sociedad conmovida que no quiere participar, no hay aparato político ni dinero que mueva voluntades. La sociedad está muy sensible. Y los dirigentes deben tener una gran empatía para no quedar fuera de la expectativa ciudadana. La violencia en Jujuy es un modo demasiado estrecho para mirar una sociedad en conflicto. Despejemos un poco las cosas. El intento de toma de la Legislatura no puede ser avalado por ninguna fuerza democrática. A su vez, el oficialismo jujeño revalidó títulos ganando la elección a gobernador y la Constituyente, y el peronismo local fue parte de los acuerdos por la nueva Constitución. Hasta allí todo el relato del gobernador suena coherente. Pero la represión fue tan violenta, con muchos heridos y el encarcelamiento de manifestantes, que generó dudas en un sector de la sociedad que puede estar de acuerdo con que la violenta toma de la Legislatura es repudiable, pero que no soporta que vidas humanas estén en peligro. Claro, en el medio está el gobernador  Morales acusando al gobierno nacional de ser activo promotor de la violencia y entonces todo termina en una discusión sobre si Morales reprime o si el kirchnerismo es cómplice.   Pero la gran pregunta sobre  el conflicto en Jujuy es si la discusión es sobre la interpretación de los artículos que refieren a la prohibición de cortar rutas y tomar espacios públicos o es una discusión sobre qué sucede con los recursos naturales de la provincia. Específicamente hablamos del litio. Jujuy es una provincia pobre, pero que para su población es rica. Rica en recursos naturales que están debajo de la tierra. Su población ha crecido con el mito de origen que el gobernante debe ser quien saque los frutos de la tierra, supuestamente oro, plata y ahora litio para entregárselos a la población. Por ello siempre hay un conflicto    que emerge en queja permanente sobre los gobiernos. Antropológicamente esta es una de las explicaciones que nos permiten entender por qué estamos ante una sociedad que vive en permanente conflicto. Hay que recordar la cantidad de gobernadores que no pudieron terminar su mandato ante las continuas movilizaciones populares en los 90. Recién con Fellner y luego con Morales la situación institucional entró en carriles normales. Pero Fellner debió soportar la permanente inquina de Milagro Sala y su Estado paralelo. Morales creyó que el conflicto se resolvía con la líder de la Tupac presa. Pero como él mismo declaró en un reportaje radial con María O’Donell  y hablando específicamente de la protesta docente, la gente se queja porque el dinero no le alcanza. Por eso, la real discusión es sobre quiénes se quedan con los recursos  naturales y qué hacen con ellos los gobernantes. Los pueblos originarios de la Puna son quienes más desconfían del gobierno y sus intenciones. Quien haya visto la serie Argentina 2001 y recordado qué sucedió en Plaza de Mayo seguro conectó con lo sucedido en Jujuy. Y esa Argentina es la que nadie quiere. Y quien recuerda lo sucedido  en Catamarca con el caso Soledad conecta con el Chaco. Está claro que nada es igual pero por desgracia las imágenes remiten a un pasado, pero para que haya esperanzas es necesario mirar hacia el futuro. Si las dos grandes coaliciones continúan discutiendo sobre el pasado no puede extrañar  ni la aparición de Milei ni la abstención electoral ni el voto en blanco.   

 *Consultor y analista político.