COLUMNISTAS
falsas promesas

Vendedores de bagatelas

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Campaña. Los políticos en los años electorales prometen amor y compromiso y piden confianza. | NA

Amor, confianza y compromiso son tres pilares esenciales en el nacimiento, sostén y proyección de las relaciones humanas. Cuando ellos faltan, son falsos o resultan traicionados y desvirtuados, los vínculos y las interacciones agonizan y mueren. Amor, confianza y compromiso no son puntos de partida en las relaciones de cualquier tipo, sean individuales o colectivas, privadas o públicas. Son puntos de llegada. Se arriba a ellos por caminos en los cuales se experimentan diferentes peripecias, algunas favorables y gozosas, otras desfavorables y dolorosas. Se trata de construcciones, cuyos ladrillos se colocan de a uno. Esos ladrillos son acciones, conductas, gestos con que las personas se manifiestan más allá de las palabras, y se conocen. Nadie es confiable, o no debería serlo, por el solo hecho de decir: “Confiá en mí”. Decir “Te amo” no es prueba de amor si no está avalado por actos previos que lo respalden y demuestren. Comprometerse por simple voluntad, antes de saber a qué, con quién, para qué y en qué condiciones, nada garantiza. El amor, la confianza y el compromiso son reales cuando se cimentan en el tiempo, con presencia, con actitudes y a través de las pruebas que propone la vida. Y no se compran, porque no se venden.

Relaciones humanas no es el nombre de una etiqueta, de una profesión, de formas de contacto social o de estrategias de marketing, aunque el uso de los términos lo haya reducido a eso en el entendimiento general. Relaciones humanas son dos palabras que abarcan todas las interacciones y los vínculos entre las personas. En donde y en cuanto dos de ellas interactúan hay una relación humana. Esta refiere a la pareja, la relación entre padres e hijos, entre profesores, maestros y alumnos, entre jefes y subordinados, incluye los vínculos familiares, comerciales, económicos, deportivos, religiosos. A toda situación que involucre a seres humanos. Cuando esas relaciones trascienden lo efímero y circunstancial, cuando por diversas razones se establecen y prolongan en el tiempo, aparecen trazas de amor, de confianza o de compromiso, que se manifiestan de muy diferentes maneras (mucho más numerosas y diversas de las pocas en las cuales suelen ser rutinariamente encorsetadas). Y estas tres condiciones ponen a prueba la veracidad y la fortaleza de la relación. Su verdad o su mentira.

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En los años electorales los candidatos (y sus cortesanos, amanuenses y sicarios) prometen, en sus códigos y jergas traducidos a discursos y actuaciones, amor y compromiso y piden confianza. Es entonces cuando debieran ser víctimas de sus pasados, esos pasados que afanosamente intentan negar, borrar, disimular o trastrocar. Pasados en los cuales la gran mayoría de ellos (una mayoría crítica y comprobable a simple vista y oído) nada hicieron para que se les crea lo que ofrecen y para que merezcan lo que piden. Es el momento para los ciudadanos de ejercitar la memoria y la atención, de revisar sus propios valores, de no comprar bagatelas que luego serán tóxicas para sus actividades, sus vínculos, sus proyectos y futuro y su salud psíquica y emocional.

En un extraordinario libro titulado precisamente Relaciones humanas, Liz Greene, muy respetada doctora en psicología, analista junguiana y astróloga humanista británica nos recuerda, por si alguien lo olvida, que elegimos pareja, trabajo, gobierno y en el lugar donde vivimos. Es decir, lo fundamental de nuestra vida, y que no hay culpables de las consecuencias de esas elecciones, sino simplemente responsables. Nosotros. Nadie puede tomar una decisión por otra persona, dice Greene (salvo alguien presuntuoso o autoritario, en ambos casos alguien peligroso), y quien escapa a la responsabilidad inherente a sus propias elecciones y decisiones termina culpando a otro de algo que, por no asumirlo, volverá a acontecerle. “Uno debe atreverse a sufrir la muerte de las ilusiones y la disolución de las proyecciones”, escribe Greene. Es importante asumir esta cuestión en estos meses en que los vendedores de ilusiones se mostrarán al desnudo en su desamor, desmerecedores de confianza, y traidores de todo compromiso o promesa, como lo demuestran sus historias.

*Escritor y periodista.