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Yo quiero volver a los 90

El ballottage es tan retro que puede ser una oportunidad para volver a sentirnos jóvenes y rebeldes. Los dos a la final.

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Llego a la productora y la discusión política es picante, a tono con el ballottage que se viene.
—Si gana Macri va a sacarles la identidad a todos los nietos recuperados, los va a sumar al Ejército y los va a mandar como tropa a invadir Venezuela para sacar al chavismo –dice Moira, mi secretaria, a quien no le conocía un perfil tan kirchnerista.
—Si gana Scioli va a obligar a todos los policías, los bomberos, los granaderos, los maestros, los boy scouts y los testigos de Jehová a afiliarse a La Cámpora –responde Bruno, mi director audiovisual, a quien no le conocía un perfil tan macrista.
Los observo y no lo puedo creer. Por un lado me enorgullezco de ser tan pluralista en la elección de los empleados. Por otro, no termino de comprender por qué una elección tan anodina genera semejante calor en el debate.
—Si gana Scioli, Elisa Carrió se va del país –dice Moira, y por primera vez considero votar a Scioli.
—Si gana Macri, La Mancha de Rolando se va del país –dice Bruno, y por primera vez considero votar a Macri.
Juro que no entiendo. Saludo tratando de no interrumpir semejante debate dialéctico y sigo hacia mi oficina. Me espera Carla, mi asesora de imagen, que está mirando el canal El Gourmet.

—Hola Carla, ¿qué hacés? –pregunto.
—Callate que estoy viendo una receta de mousse de maracuyá con salsa de frutos rojos y carpaccio de higos –me dice.
—¿Vos me estás cargando? –me enojo–. Estamos a tres semanas del ballottage, yo necesito información para mi columna política en Perfil… ¿y vos estás mirando una receta de cocina en televisión?
—Es que estoy tratando de entender la lógica política de Martiniano Molina, el nuevo intendente de Quilmes. Creo que estamos ante una nueva forma de clientelismo.
—¿Vos decís que Molina hizo fraude? –me sorprendo.
—No, fraude no, pero sí recibió votos a cambio de favores –responde–. ¿Viste que siempre se dijo que los peronistas votaban por el chori y la Coca?
—Sí.
—Bueno, me parece que a Molina lo votaron por la ensalada de rúcula, hongos shitake y salmón ahumado, y la limonada con menta y jengibre orgánicos.
—¿Vos decís?
—No sólo eso –agrega Carla–. ¿Viste que siempre se dijo que los peronistas te daban una zapatilla antes de votar y la otra si ganaban?
—Sí.
—Bueno, me parece que Molina le dio a la gente el timbal de quinoa y vegetales antes de la elección. Y para después dejó el postre: crumble de arándanos con reducción de piña, pistachos y lavanda.

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Pienso por un segundo si la discusión sobre si votar a Macri o a Scioli, en el otro cuarto, no resultaba mucho más sensata que esto que me está diciendo Carla. Pero como siempre me pasa buen material para mi columna, trato de seguirle la corriente.
—Mirá que, además de Molina, en Tres de Febrero el periodista e historiador Diego Valenzuela le ganó a Hugo Curto.
—Ya lo sé –me dice, algo resignada–. Ya está, el Conurbano tal como lo conocimos no existe más. Estamos ante el nacimiento de un nuevo Conurbano cool, un nuevo Conurbano Hollywood o Soho, como más te guste.
—¿Vos decís que ampliamos los límites de Palermo mucho más allá de lo imaginado?
—Exacto –asiente–. Podemos decir que es el fin de los barones del Conurbano. Y el nacimiento de los hipsters del Conurbano. ¡Hasta los anteojos raros, siempre!
—Esto con Aníbal no pasaba –digo.
—Por supuesto –dice Carla–. Y con Herminio Iglesias tampoco.
—¿Vos decís que Aníbal Fernández es el Herminio Iglesias del siglo XXI?
—De ninguna manera –responde–. Tené en cuenta que Herminio quemó un cajón. Aníbal se prendió fuego él, directamente.

Se escuchan unos ruidos, gente gritando.

—¿Qué es eso? –pregunto.
—No sé, debe ser la risa de Randazzo, que sigue mirando los números de la elección –dice Carla.
—¿De la de Provincia o de la nacional? –pregunto.
—Esa sí que es una buena pregunta –dice–. ¿Cuál de los dos resultados le causará más gracia a Randazzo? Porque convengamos que los dos le deben haber causado mucha gracia…
—Me parece que el ruido viene de al lado.
Los gritos son las voces que llegan de la oficina donde estaban discutiendo.
—¡Voy a votar a Scioli porque Cavallo llamó a votar a Macri! –grita Moira.
—¡Voy a votar a Macri porque Menem llamó a votar a Scioli! –grita Bruno.
Abro la puerta de mi oficina.
—¡Cállense la boca! –ahora grito yo.

Los dos se me vienen al humo.

—Claro, pedís silencio porque le hacés el juego a la derecha –me dice Moira.
—No, le hacés el juego al populismo –dice Bruno.
Cierro la puerta de mi oficina otra vez y juro no volver a abrirla hasta el 22 de noviembre, si es necesario.
—Te entiendo, son insoportables –me dice Carla–. Pero tenemos que ser comprensivos. Están alborotados porque por primera vez llegamos a una instancia que desconocíamos: el ballottage.
—Sí, y discuten tanto porque sueñan con vivir en un país mejor.
—Exacto –asiente Carla–. Ojo, yo también sueño con vivir en un país mejor. Pero lamentablemente no hablo una palabra de sueco ni de noruego, así que me tengo que quedar acá.
—Si al menos tuviéramos el espíritu de Los Pumas, que acaban de salir cuartos en el Mundial de Rugby...
—Vivimos en un país muy injusto –me dice Carla–. Los Pumas salieron cuartos y son héroes. En cambio, Aníbal Fernández salió segundo y todos creen que es un fracasado.
—El exitismo le está haciendo muy mal a la política.
—Por eso no importa quién gane o quién pierda en el ballottage –dice Carla–. Lo importante es haber llegado hasta acá, a disputar esta final tan importante.
—¿O sea que te da lo mismo que gane cualquiera de los dos?
—Sí, porque ninguno de los dos va a hacer una gestión muy diferente, los dos tienen un origen político similar, los dos son, de alguna manera, continuadores de un mismo proyecto e hijos de un mismo padre político.
—¿De verdad, Carla? –pregunto.
—Por supuesto –contesta–. Creo que tanto con Segura como con Tinelli el destino de la AFA va a ser más o menos el mismo.
—Yo estoy contento con lo que está pasando.
—¿En serio? –pregunta Carla–. ¿No te hace un poco de ruido esta vuelta a los 90?
—Al contrario –contesto–. Yo en los 90 era joven, rockero y rebelde. Quién te dice, en una de ésas hasta vuelven a juntarse Los Redonditos de Ricota. Sí, lo tengo decidido: este 22 de noviembre los voy a votar a los dos.