Entre todos los partidos que jugó para Talleres, Miguel Ángel Oviedo pone en la categoría de “inolvidables” a los cuatro que el equipo albiazul disputó hace 45 años en Kinshasa, la capital de la actual República Democrática del Congo. Por entonces el país africano se llamaba Zaire y era gobernado por Mobutu Sese Seko, uno de los dictadores más feroces de aquellos tiempos.
“Cómo llegó la fama de ese Talleres hasta África, la verdad es que no lo sé. Aunque nos invitaban de todos lados. Salvando las distancias, éramos como el Santos de Pelé”, dice “la Cata”, el jugador de la “T” con más presencias en los campeonatos de la AFA (453 encuentros) y uno de los cuatro cordobeses campeones mundiales del ‘78.
“Fue un viaje rápido y casi improvisado que organizó un amigo de Amadeo (Nuccetelli, expresidente de Talleres). También lo llevaron a Temperley y nos acompañaron Víctor Brizuela y otro periodista de El Gráfico”, rememora el exjugador albiazul.
“Hicimos un buen acuerdo para hacer esa gira. No eran las cifras de ahora pero se ganaba muy buena plata. Y ‘el Pelado’ nos abría el juego: se comprometía y te cumplía”, añade.
Póker de triunfos
El 27 de enero de 1976 Talleres debutó ganándole 1-0 a Vita, equipo conocido como “Los Delfines Negros” que tres años atrás había sido campeón de la Copa Africana de Clubes. Al día siguiente repitió el triunfo por la mínima diferencia ante Imana, la antigua denominación del actual Daring Club Motema Pombe.
Vita e Imana son dos de los clubes más tradicionales y ganadores de Zaire: entre ambos aportaron 12 jugadores al seleccionado del Mundial ’74, que fue declarado “vergüenza nacional” y amenazado por el régimen de Mobutu Sese Seko tras sufrir tres derrotas.
La gira de la “T” se completó con otras dos victorias (3-2 ante Temperley y 3-2 con Imana) y la obtención de la Copa República de Zaire. Todos los encuentros se jugaron en el Estadio 20 de Mayo –rebautizado Stade Tata Raphael- el escenario del mítico combate Muhammad Alí-George Foreman del 30 de octubre de 1974 por el título mundial de peso pesado de boxeo.
FESTEJO EN KINSHASA. “En aquel Talleres la figura era el equipo”, afirma “la Cata”.
“Fueron cuatro partidos en seis días y nos fue muy bien. ¡Hasta le ganamos a Temperley, que nos tenía de hijo en el torneo local! La cancha era muy linda y hubo muchísima gente en las tribunas. Fue una experiencia muy buena, aunque luego las consecuencias no fueron gratas”, apunta Oviedo.
Se refiere a los casos de paludismo que se registraron en las delegaciones de los dos clubes argentinos y que a él le costó una semana de internación. “Casi no cuento el cuento. En el hospital los médicos pasaban, me miraban y se iban. Era un bicho raro. Al final me inventaron unas grajeas que eran como hostias con polvo de quinina. Bajé 13 kilos”, relata. Uno de los jugadores de Temperley, Oscar Suárez, murió a causa de la enfermedad.
Postales de Kinshasa
“Para nosotros fue como llegar a otro planeta. Nada que ver a lo que estábamos acostumbrados”, refiere “la Cata” sobre aquella experiencia en Zaire. “Me llamó la atención que todo el tiempo pasaba camiones con soldados por la puerta del hotel”, señala. Y aporta un dato pintoresco: “En realidad estábamos en un piringundín, en un hotel alojamiento, y en el patio había un quincho con techo de paja donde hacían fiestas todas las noches”.
Según Oviedo, las dificultades del plantel fueron más allá de la imposibilidad de conciliar el sueño por las noches: “Con la alimentación tuvimos que acomodarnos a lo que había. ¡Qué manera de comer sandwich de lechuga! A todo le ponían una salsa muy picante y se consumía mucha carne de mono. Al principio pasábamos de largo pero después no te quedaban muchas opciones. Una sola vez nos dieron carne de buey”.
“Una tarde íbamos a la cancha y en una subida se nos quedó el colectivo, que era de esos amarillos que salen en las películas. Nos tuvimos que bajar y empujar”, relata el exjugador albiazul. Y concluye: “Hicimos una relación muy buena con el chofer, que se llamaba Nicolás. Se encariñó tanto con nosotros que el último día lo habló al ‘Loco’ Willington para que lo trajéramos. ¡Se largó a llorar de una forma! Fue un momento jodido. El tipo no quería saber nada con quedarse en su país”.
COPADO. En 2018 Talleres recuperó el trofeo que ganó en Zaire.
Un largo camino a casa
La delegación de Talleres tuvo varias ausencias en el viaje de regreso que unió los 8.745 kilómetros entre Kinshasa y Córdoba el 5 de febrero de 1976. El entrenador Humberto Taborda, el preparador físico Hugo Ivancich y el médico Hugo Kobilansky se quedaron a dar cursos en Zaire, invitados por la federación de fútbol de ese país. Tampoco volvió el trofeo que la “T” ganó en la gira y que tenía como custodio al expresidente del club Aníbal Grecco, quien desde África embarcó con destino a Madrid.
La Copa República de Zaire recién pudo llegar a las vitrinas de Talleres en 2018, por la gestión de Santiago Macor, un docente y comunicador de Villa Carlos Paz allegado a la familia de Grecco. A él le encomendaron la restitución del galardón con la aclaración de que se lo hacía “sin la base de madera”. Macor reveló que entre 1976 y 1984 la Copa había estado en la capital española bajo la custodia de la actriz cordobesa Analía Gadé.