Por si quedaba alguna duda, Martín Llaryora se encargó de dejarlo bien claro: “Cuando juega Sportivo Belgrano, juega San Francisco”. A mediados de 2013, el equipo del este cordobés lograba un histórico ascenso a la Primera B Nacional, y el dirigente peronista, por entonces ministro de Industria, Comercio, Minería y Desarrollo Científico-Tecnológico de la Provincia, hacía público el compromiso gubernamental de aportar 1.800.000 pesos para la construcción de una tribuna que, según él, transformaría al Estadio Oscar Carlos Boero en “uno de los más bonitos del interior del país”.
No era la primera vez que Llaryora le ponía el cuerpo y los billetes al cuadro de sus amores. Un año atrás, como intendente de San Francisco, había entregado un subsidio de 100 mil pesos para reparar daños ocasionados por una tormenta y “cumplir con los compromisos que hay en el club”, y otro cheque por el mismo valor destinado a equipar el predio que el Verde tiene en el barrio San Cayetano.
El actual diputado nacional también destinó fondos comunales a Sportivo en 2010, en este caso para el levantamiento de la Tribuna del Centenario. En enero de 2016, ya ostentando “la chapa” de vicegobernador. Llaryora anunció junto al entonces presidente de la Agencia Córdoba Deportes Oscar Dertycia que el Estado provincial ayudaría al club con 1.200.000 pesos por jugar en el Federal A.
Llaryora nunca ocultó su debilidad por el equipo más popular de San Francisco y hasta hizo ostentación de esa cercanía. En un lapso de discreción, logró torcer la decisión de la directiva de bautizar con su nombre (“porque nos ha ayudado mucho”, refirió el presidente Rubén Boetto) la última grada que ayudó a erigir con aportes estatales. Un exvicepresidente de Sportivo Belgrano, Ignacio García Aresca, es el actual intendente de la ciudad cabecera del Departamento San Justo.
El Alumni “K”
Llaryora es el caso emblemático de la asignación discrecional de recursos de un funcionario estatal a un club deportivo en la Provincia, pero no el único. Eduardo Accastello, en Villa María, ha sido otro de los poderosos de turno que hicieron de esta variante “tribunera” del nepotismo una práctica habitual. Al ex intendente kirchnerista, actualmente a cargo del directorio de la única radio AM de la ciudad, se le atribuye gran parte del máximo logro de la historia reciente de Alumni: el ascenso al Argentino A en 2006.
Aunque pocos se animan a decirlo, es vox populi que Accastello –con pasado de mascota, jugador, directivo y benefactor del Club Atlético y Biblioteca Popular Ricardo Gutiérrez de La Palestina, su ciudad natal– pagaba los sueldos del cuerpo técnico y de los principales jugadores en aquellos tiempos de esplendor, que trascendieron su mandato como jefe comunal. La gestión que lo sucedió, a cargo de Nora Bedano, llegó a reconocer públicamente un aporte de 1.000.000 de pesos anuales para el club “fortinero”.
Desde que arrancó el mandato de Martín Gill, el reparto de fondos es más equitativo y también más reservado: el municipio ayuda al fútbol de Alumni, pero también al vóley de Rivadavia, al básquetbol de Ameghino y al deporte escolar y social. Ya no hay dinero de la Nación, pero sí hay ayuda de la Provincia. Las reiteradas incursiones en Villa María de Mariano Schiaretti, hijo del gobernador provincial y vocal de la Agencia Córdoba Deportes en representación de los deportes extremos, es un hecho que parece ratificar las nuevas afinidades.
La distribución de los dineros públicos destinados al deporte hoy está a cargo del Ente Deportes y Turismo, un organismo mixto que preside Marcos Bovo, también asesor del flamante directorio de la Agencia Córdoba Cultura que encabeza Bedano, la exesposa del mentor del Alumni K.
Y apareciste tu…
En abril de 2014, José Manuel De la Sota retornó al club de su infancia, General Paz Juniors, con el traje puesto de gobernador. Dejó un cheque de 150 mil pesos para que el Albo pudiera completar la remodelación de su gimnasio y se comprometió a donar un auto 0km para que fuera sorteado en la cena del centenario del club, que se realizó meses después. También prometió gestionar una ayuda de la Fundación Bancor, cuya directora era su pareja Adriana Nazario, para cambiar el piso de la cancha de básquetbol. Esta aparición pública le costó a De la Sota el cuestionamiento de varios clubes, entre ellos Argentino Peñarol: “El gobernador es de todos y para todos los cordobeses”, sostuvo la directiva de la entidad de barrio Argüello en un comunicado difundido por redes sociales.
Poco tiempo después, en mayo de 2015, quedarían blanqueadas las ayudas de otra repartición del gobierno provincial y de una administración comunal para una entidad deportiva del interior. “Esto se logró con fondos aportados por el Ministerio de Infraestructura de la Provincia y la intendencia de Alta Gracia, a quienes agradecemos. Sin ellos hubiera sido imposible realizar esta obra, que tiene un costo de casi 600 mil pesos”, señaló en su discurso Oscar Lingua, presidente de Deportivo Norte, luego de dejar inaugurado el nuevo piso sintético de la cancha de básquetbol.
Más reciente fue la incursión del legislador Oscar González en Traslasierra, en julio del año pasado, para entregar una ayuda económica de 1.500.000 de pesos –entre subsidios no reintegrables y créditos a largo plazo– a 11 entidades de la Liga Dolorense de Fútbol. El acto se realizó en el Club Social Comercio de Villa Dolores, donde el polifuncional hombre del “cordobesismo” se mueve como pez en el agua y recibe un agradecimiento a cada paso. González fue el impulsor del proyecto de donación de un terreno de 2.000 metros perteneciente al dominio provincial que terminó en manos de la institución aurinegra luego de que la Unicameral lo convirtiera en ley en diciembre de 2016.
¿Y Juan Schiaretti? El actual gobernador terminó 2017 celebrando el ascenso de su equipo, Racing, al Torneo Federal A, y seguramente también la inminente normalización del club, cuya situación siguió atentamente durante los últimos cuatro años de intervención judicial. En su gestión anterior, en 2011, había entregado un subsidio para obras en el predio deportivo de “la Academia” de Nueva Italia. En la foto de diciembre pasado, Schiaretti lució la camiseta albiceleste con el logo de Bancor, uno de los principales sponsors del club.
Río Cuarto los cría y Estudiantes los amontona
Enfundado en la camiseta celeste del club de sus amores, el intendente riocuartense Juan Manuel Llamosas anticipaba en diciembre de 2016 la relación de cercanía que empezaba a construirse entre su gestión y la entidad deportiva más popular del Imperio del Sur: “Vamos a apoyar a Estudiantes porque esto es importante para Río Cuarto”.
Por entonces, el club celebraba el ascenso al Federal A y Llamosas se mostraba sonriente junto al empresario Alicio Dagatti, “El Rey de la Carne”, quien además de cuatro frigoríficos tiene un canal de televisión (Quatro TV) y el 30 por ciento de las acciones del diario “Puntal”. En marzo de 2015, en los comicios de renovación de autoridades de Estudiantes, Llamosas había apoyado la candidatura del concejal de la UCR Martín Carranza. Un año más tarde, Dagatti devolvería “la gentileza” y sería uno de los principales sostenes de la campaña para que el radical Juan Jure buscara la intendencia.
En la gestión Llamosas, Estudiantes recibió en concesión unos terrenos municipales donde construye su predio y también 1.400.000 pesos que, según ordenanza, le corresponden por los kilómetros recorridos representando al deporte riocuartense. En la institución de la Avenida España, Dagatti tiene como principal aliado a Iván Rozzi, exsecretario general de la CGT local y exmandamás “estudiantil” (la AFA lo suspendió por insultar y amenazar a un referí en 2009) y como enemigos a dos exaliados que renunciaron más temprano que tarde a su comisión: el empresario de las pastas Roberto Gualtieri, exesposo de la diputada nacional Adriana Nazario, y el bolichero Hugo Irusta, operador político del delasotismo e íntimo amigo de Emeterio Farías, titular de la Liga Cordobesa de Fútbol.
“Estudiantes siempre unió todo en Rio Cuarto, y hoy es el gran beneficiario de la política estatal”, aseguró un conocedor de los entramados que unen al deporte y al poder en “la capital alternativa” de la Provincia.
Albiazules y amarillos
Ramón Mestre, el intendente cordobés, y Andrés Fassi, el presidente de Talleres, no escatiman elogios y atenciones mutuas cada vez que coinciden. Los unen los mismos colores, tanto en el fútbol como en la política. Al menos por ahora.
Mestre es un confeso hincha del club albiazul que alguna vez hizo alarde de ser uno de los fundadores de “la Fiel”, cuando esta agrupación hacía sus primeras incursiones en las tribunas y todavía no era la barrabrava con formato de ONG que la Unicameral homenajeó en 2013, por iniciativa de los legisladores de UPC Carlos Alessandri y Carlos Presas. Fassi es un dirigente deportivo de estrecha cercanía al PRO, que ha cultivado muy buenas relaciones con referentes de esa fuerza en el ámbito local y también a nivel nacional, sobre todo con Daniel Angelici, mandamás de Boca Juniors y operador político de Mauricio Macri.
El preparador físico y empresario es otra de las figuras públicas que Cambiemos intenta seducir para sumar a su oferta electoral de 2019, mientras que Mestre, aún sin la bendición oficial, avanza decidido en procura de cumplir con su ambición de ser candidato a gobernador.
En la mira de la Justicia
Eduardo Romero, intendente de Villa Allende, quedó en medio de la polémica por un subsidio de 100 mil pesos que la Nación le entregó el año pasado al Golf Club de esa ciudad. “El Gato”, destacado exgolfista y socio honorario de la entidad beneficiada, fue denunciado en la Fiscalía Anticorrupción por el edil de Mendiolaza Nicolás Martínez Dalke. También fueron involucrados en la maniobra al diputado nacional y exreferí Héctor Baldassi y la máxima autoridad del deporte nacional, Carlos Mac Allister, quien fue DT de Belgrano en 2002.