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CóRDOBA
CONFLICTO EN MEDIO ORIENTE

Ataques y represalias que perpetúan la guerra

Aún bajo el shock de la cruenta incursión de Hamas sufrida en su territorio, Israel bombardeó durante toda la semana Gaza, en preparación de una ofensiva terrestre en la Franja. La réplica contra el grupo fundamentalista causó cientos de víctimas civiles, entre ellas mujeres y niños.

gaza15-10-2023
VÍCTIMAS. El diario español El País cifraba en 1.400 los muertos israelíes y en 2.200 los palestinos, además de los 2.500 heridos en el Estado hebreo y 8.700 en la Franja de Gaza. | CEDOC Perfil

Una semana después del cruento ataque lanzado por Hamas en el sur de Israel y aún bajo el impacto de muchas imágenes que desnudan el terror sin precedentes provocado por milicianos de ese movimiento islamista contra población civil que habitaba territorios cercanos a la Franja de Gaza, las escenas de dolor y espanto volvieron a cruzar una frontera que demostró no ser tan inexpugnable y envolvieron nuevamente a civiles, pero esta vez palestinos.

Siete días después del inicio de otra guerra no se trata aquí de desentrañar cómo fue que los servicios de Seguridad e Inteligencia israelíes, que se preciaban de su celo y eficacia, no previeron un ataque de semejante magnitud y coordinación desde un territorio que está desde hace años sitiado y rigurosamente vigilado por fuerzas de seguridad. Tampoco sirve polemizar sobre los alcances, matices o el lenguaje usados por dignatarios, personalidades o gobiernos en el mundo para condenar un acontecimiento cuyas consecuencias inmediatas resultaban tan previsibles como perturbadoras.

A la abominable matanza, los vejámenes y abusos contra personas indefensas y el secuestro y toma de rehenes del sábado anterior, se sumó el castigo colectivo hacia miles de hombres y mujeres a quienes se les cortaron los suministros básicos y se dio un ultimátum imposible de cumplir, a través de un éxodo forzado que para muchos se convirtió en una trampa mortal.

Y mientras la espiral de violencia deja ver repetidas conductas, reclamos y reacciones que se iniciaron hace décadas, la cifra de víctimas vuelve a alejar a esta emblemática porción del planeta de una convivencia pacífica. Al escribirse estas líneas, el diario español El País cifraba en 1.400 los muertos israelíes y en 2.200 los palestinos, además de los 2.500 heridos en el Estado hebreo y 8.700 en la Franja de Gaza, que ha dejado una semana trágica. Tal vez las bajas se multipliquen ante una ofensiva terrestre israelí que ayer era inminente, mientras la frontera sur de la Franja con Egipto permanecía cerrada por orden del gobierno de El Cairo.

Egipto, que también quiere bloquear el paso de integristas hacia su país, avisó que no dejaría salir a extranjeros o civiles de Gaza hasta que Israel permitiera el bloqueado ingreso de ayuda humanitaria a la Franja.

Lecturas y cálculos. Cada quien hace su lectura sobre lo que está pasando y, quizá, sus cálculos sobre lo que vendrá cuando se acallen las bombas, si es que el incendio no se expande. Estados Unidos reiteró su respaldo al “derecho de defensa” esgrimido por el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, aunque el presidente Joe Biden deslizó su inquietud por el alcance de la contraofensiva. “La inmensa mayoría de los palestinos no tienen nada que ver con Hamas y también están sufriendo”, dijo el mandatario demócrata.

“Israel responde con métodos crueles a un ataque sin precedentes… no sólo por la escala, sino por la naturaleza de ejecución y por la crueldad”, opinó a su vez el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

“La única salida para el conflicto es recuperar las conversaciones de paz, implementar la solución de dos estados… contemplar las legítimas preocupaciones de todas las partes”, sostuvo un comunicado del Ministerio de Exteriores de China, potencia que busca acentuar su influencia en el tablero global.

También aludió a la postergada “solución de dos estados” el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, luego de exigir “la inmediata liberación de los rehenes” en manos de Hamas y de reafirmar “el derecho a defenderse de Israel”, pero “siempre dentro del derecho internacional humanitario, que no avala la evacuación de palestinos de Gaza”.

Desde el Líbano, Hizbollah avisó que está dispuesto a sumarse a Hamas si el conflicto recrudece, mientras Irán rechazó cualquier vinculación con los ataques del Movimiento de Resistencia Islámico de ocho días atrás.

Puertas adentro del pequeño territorio que habitan tanto israelíes como palestinos, la nueva escalada reposiciona a los discursos más radicalizados y aleja las expectativas de quienes, en ambos lados, buscan una solución negociada, una convivencia sin avasallamiento de unos sobre otros.

Favores al enemigo. Con su brutal agresión del 7 de octubre Hamas cohesionó al Ejecutivo conservador de Netanyahu y sus aliados de derecha y ultraderecha y le sacó momentáneamente la presión que fuerzas opositoras y multitudinarias manifestaciones callejeras ejercían contra sus polémicas reformas (sobre todo la judicial) y medidas de gobierno.

Con su virulenta réplica, que no discrimina en consecuencias entre blancos militares y víctimas civiles, Israel castiga a culpables tanto como a inocentes y así le suma adeptos al fundamentalismo, al que hasta los otrora moderados comienzan a ver como un modo de resistencia. De ello puede dar cuenta el veterano Mahmoud Abbas, quien desde Cisjordania preside una Autoridad Palestina tan devaluada como las promesas a una solución negociada del conflicto de Medio Oriente.

Paradojas o efectos buscados por aquellos a quienes la paz o los acuerdos tendientes a ella nunca dejaron bien parados. Difícilmente crímenes como los cometidos hace una semana y que se asemejaron a las atrocidades perpetradas por Isis en Irak o Siria contribuyan a que prosperen de una vez los postulados de la causa palestina y pongan freno a los asentamientos ilegales en territorios ocupados por Israel.

Imposible imaginar que las postales de tierra arrasada que comienzan a llegar desde Gaza no generen indignación y multipliquen las protestas en el mundo contra quien alega un legítimo derecho de defensa pero, a la luz de algunas consecuencias, parece ejecutar una venganza. Complicado subordinar la seguridad de una nación a este status quo.

Al cierre de estas líneas llega por redes un dramático pedido a favor de la libertad y el regreso a casa de los menores tomados como rehenes por Hamas. Casi al mismo tiempo, un recuento de los muertos por los bombardeos en Gaza indica que más de medio millar de ellos eran niños y niñas. La victimización de las infancias o los traumas generados en ellas por tanta violencia amenazan con perpetuar un conflicto que ya ha derramado demasiada sangre.