El progreso comienza cuando se cuestionan las ideas del presente; por ello, la condición primaria para el progreso es, la supresión de la censura. La intervención que practica el censor en una obra, atiende a razones ideológicas, morales o políticas.
La cultura del victimismo, hija de la tiranía de la corrección política del neo marxismo es la censura moderna que persigue la destrucción de aquellos que no adhieran a privilegiar al colectivo “oprimido”. Así, se sentencia que los negros son víctimas de los blancos, las mujeres de los hombres y los homosexuales de los heterosexuales. La democracia occidental sería la estructura opresiva y discriminante que protege al privilegiado hombre blanco. Los colectivos, que incluyen hasta ahora, también a inmigrantes y aborígenes se arrogan una superioridad moral por el solo hecho de existir.
El origen de esta peligrosa “cultura” está en la ideología post modernista francesa de 1960: irracional y anticientífica como su derivación (victimismo), representan una amenaza no solo para la democracia liberal, sino para la modernidad misma.
El temor que engendra este “moralismo”, causó, en principio, la censura académica y y la decadencia de la calidad de la educación universitaria. El pensamiento único implica el fin de la diversidad cultural, la clausura del diálogo y la aparición de normas legales restrictivas de la libertad de expresión. Lo peor es la auto censura, que por el miedo a las represalias está vigente en los que puedan tener ideas que confronten con el colectivo presuntamente victimizado.
La izquierda vanguardista.
La ideología marxista se mantiene activa trabajando para callar a sus detractores con su fase revolucionaria de “políticas identitarias”. Además, transforma la protección a delincuentes en una actitud políticamente correcta. La Resistencia Ancestral Mapuche (por ejemplo), promueve el uso de la violencia política en pos del reclamo del ancestral del pueblo originario: para ellos quemar, asesinar y usurpar es gratis.
El deseo de defender a los marginados es en esencia, liberal. La oposición a esto sería “conservador”. El estatus quo es bastante liberal, defendiendo valores como los derechos igualitarios y las oportunidades sin importar la raza, el género o el sexo. La confusión que se pretende instalar es mostrar a los liberales como conservadores, y así descalificarlos, defendiendo el irracionalismo y el anti liberalismo.
Los activistas se han vuelto cada vez más autoritarios: la libertad de expresión está bajo ataque porque el habla es ahora considerada peligrosa. Argumentar un punto de manera persuasiva por medio de argumentos razonados ha sido remplazado cada vez más con referencias a la identidad. La evidencia indica que el racismo, el sexismo, la homofobia, la transfobia y la xenofobia están en sus niveles históricos más bajos en las sociedades occidentales. Por ello, la libertad, la igualdad y la justicia peligran, tanto si la izquierda posmoderna o la extrema derecha se imponen. Aquellos que valoramos la democracia liberal, la revolución científica y la modernidad misma, debemos ofrecer una mejor opción: como la Contra ilustración surgió contra la perversión de la razón, hoy debe aparecer el Contra victimismo contra la perversión de la lucha identitaria.