Hace pocos días una diputada de Juntos por el Cambio, que entró en el sexto y último lugar de la lista, solo por el excelente resultado de una elección en Córdoba donde la gente votó por un cambio, optó por faltar a una sesión clave en la Cámara de Diputados aduciendo que tenía los pasajes y que había programado ir a Disney, ya que pensó que “había terminado el año” parlamentario.
En este caso no es importante analizar el resultado de la votación, ya que seguramente la oposición, más allá de perder por un voto, hubiera perdido igual si estaba o no esta diputada, amiga de Mickey Mouse
Pero sí es importante que los funcionarios que cobran un sueldo que los contribuyentes le pagan empiecen a tomar cosas de la actividad privada, que es la que paga los impuestos para que esta diputada vaya a Disney.
En la actividad privada, y hablo desde una gran empresa hasta a un kiosco, sería imposible que un empleado se vaya de vacaciones a la semana de haber empezado a trabajar. Cualquier jefe le hubiera dicho que no y si el empleado hubiese insistido en viajar, le hubiera pedido la renuncia. Difícilmente haga esto la diputada Gabriela Brouwer de Koning, aunque si respetara a quienes la votaron, es lo que debería hacer.
¿Por qué se puede permitir que un empleado del Estado lo haga sin sanción alguna? Desde la prensa se ha tratado de encontrar palabras de sus pares de la política para que den su opinión y no ha habido más que silencio y complicidad, diciendo que no es tan grave o que la votación se perdía igual.
Indudablemente hay políticos que no entienden el lugar en el que la gente los puso. La ciudadanía debe empezar a controlar a sus representantes y a no dudar en exigirles que cumplan lo que prometieron.
Solo así se empezará a creer en que los políticos asumen para servir y no para servirse. Ojalá que en el futuro esto sirva para que otros lo entiendan.
