En un comunicado publicado la semana pasada, los padres de Joaquín Sperani (14), el joven asesinado en Laboulaye, expresaron fuertes críticas a la investigación criminal realizada desde el momento en que denunciaron su desaparición: “Estamos totalmente disconformes con la investigación llevada a cabo por el comisario (Enrique) Carreras y el fiscal Walter Guzmán. Hicieron rastrillajes en las afueras de la ciudad y fue la propia familia la que al tercer día de búsqueda encontró a Joaquín sin vida a 100 metros de su escuela, donde desapareció”.
La frase encuentra correlato con lo que efectivamente sucedió. La conclusión se desprende de la lectura del informe que la Fiscalía de Instrucción de Laboulaye remitió a PERFIL CÓRDOBA, a través de la Fiscalía General. A continuación, una síntesis de lo que se hizo cada día, a partir del momento en que Mariela Flores, madre de Joaquín, denunció su desaparición el jueves 29 de junio.
Jueves 29 de junio.
A las 23.30 se receptó la denuncia de Mariela Flores. Manifestó que su hijo Joaquín Speroni Flores había ido a la escuela y no regresó a su hogar. Aportó datos de personas allegadas, familiares, amigos y una niña con la que su hijo “estaba conversando como novia”.
Inmediatamente –señala el informe– se puso en marcha el protocolo para desaparición de personas, se comunicó a la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) y al Juzgado Penal Juvenil. La adolescente mencionada, familiares y amigos de Joaquín fueron entrevistados. Todos dijeron desconocer su paradero. En el transcurso de la noche y madrugada del viernes se relevaron hospitales, centros comerciales, locales, plazas, lagos y terminales de transporte sin lograr datos. Se incorporaron imágenes de las cámaras de seguridad aledañas a la escuela.
- Viernes 30 de junio.
En la mañana, el comisionado policial declaró que no hubo resultados positivos. Entonces, el fiscal pidió un informe a la División Telecomunicaciones sobre los movimientos del teléfono de Joaquín. Ese mismo día, por la tarde, estuvo en su poder el reporte solicitado. Continuaron tomándose declaraciones testimoniales a familiares, amigos, preceptores y profesores del colegio.
Todos lo describieron como un “niño tranquilo, sin conflictos con nadie”. A esta altura, según el relato aportado a este medio, “se sabía que Joaquín se dirigió a la escuela a las 15, dejó allí su bicicleta y luego habría caminado junto a su amigo L.”.
Los investigadores construyeron la secuencia horaria, continuaron realizando patrullajes en la ciudad sin resultados. Luego se amplió la búsqueda sobre alcantarillas, caminos rurales, cementerio y campos aledaños. Participó personal policial de la zona, la División Canes, personal de Duar y civiles, coordinados siempre por la mesa dirigida por el fiscal Guzmán, a quien se sumó la titular de la Fiscalía de Laboulaye, Georgina Osella, al haber finalizado su licencia.
- Sábado 1 de julio.
Se comunicó la desaparición a Missing Children y a través de la oficina de comunicación interinstitucional del MPF se difundió el pedido de paradero con los datos y descripción del niño. Ese día declaró nuevamente la mamá de Joaquín y mencionó datos aportados por la mama de L., a quien se identificaba como el amigo más cercano desde que eran niños. Esa tarde, declaró L. como testigo y dijo haber visto a Joaquín el jueves en la escuela. También relató que le había dicho que se iba con otra familia.
El fiscal ordenó al personal policial constituirse en el domicilio de la familia de L., registraron el lugar pero no obtuvieron resultados positivos.
Paralelamente se chequearon los registros de las cámaras relevadas y luego de varias observaciones recién ahí –precisa el comunicado enviado a este medio–, “se detectó una filmación en calle cercana al colegio, en la que se observa a Joaquín y L.” caminando juntos. Luego, se observa solo a L. con un celular en sus manos. Se ordenó un abordaje psicológico al joven por parte del Equipo Técnico de la sede judicial. El adolescente reiteró su versión inicial: Joaquín estaba muy triste y le había dicho que se iba con otra familia.
- Domingo 2 de julio.
A través de una orden judicial se allanó el domicilio de L. sin resultados de relevancia. Ese día, por la mañana, bajo la coordinación de los dos fiscales –Guzmán y Osella– se conformaron 10 grupos de trabajo para el rastrillaje de toda la zona integrando a civiles que “insistían en colaborar” – subraya el informe– con la búsqueda de Joaquín. Uno de esos grupos tuvo a su cargo la zona señalada como punto cero, por ser el lugar donde Joaquín fue visto por última vez. Hallazgo.
A las 12.15 los fiscales recibieron la comunicación de que en calle Sarmiento 262, en una casa abandonada, se encontraba el cuerpo de Joaquín sin vida y que había sido localizado por civiles. Se solicitó la presencia inmediata de una comisión de Policía Científica de Policía Judicial y ambos fiscales se hicieron presentes en el lugar del hallazgo y dieron directivas.
Atento a surgir “indubitadamente un homicidio y siendo el principal sospechoso L., un adolescente de 14 años inimputable”, las actuaciones se remitieron al juez Penal Juvenil, Sebastián Moro, quien inmediatamente se avocó a la investigación.
REUNIÓN CON EL JUEZ MORO
El viernes al mediodía y durante más de dos horas, el juez Penal Juvenil, Sebastián Moro recibió a los padres de Joaquín Sperani. Según trascendió, el avance de la investigación confirma que hubo un único autor del crimen, que sería L, el amigo de Joaquín.
En el encuentro, el magistrado mostró a Mariela Flores y Martín Sperani las pruebas que lo comprometen. Mientras tanto, L. continúa a cargo de Senaf y del juez Moro alojado en el Centro de Diagnóstico del Complejo Esperanza, donde la próxima semana será visitado personalmente por su abogado, Raúl Palacios.
No obstante ser un adolescente inimputable, se admite su participación y un proceso para determinar cómo sucedió el hecho y promover su tratamiento y recuperación.