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HISTORIAS ASOMBROSAS DE CÓRDOBA

Cuando El Zorro cambió Hollywood por Argentina

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Guy Williams visita ‘La Boutique del Chorizo’, en Capilla del Monte. | Facebook Historia de Punilla

Durante algunas semanas de 2020, el programa más visto de la televisión de Argentina fue una vieja serie sobre la California española de 1820, una que marcó a una generación, llamada El Zorro. Suena insólito, en tiempos en que las series son creaciones de enorme producción e increíbles efectos especiales. 

Pero El Zorro era un caso distinto. No era un superhéroe sino alguien que se destacaba por su habilidad en la esgrima y también por su astucia. Además, fue el primer personaje que, en televisión, fue realmente inclusivo. 

En tiempos en que la inclusión social de aquellos con quienes la naturaleza había sido un poco menos generosa ni siquiera existía como concepto, ya El Zorro se apoyaba en todas sus andanzas en un hipoacúsico genial, su incondicional mayordomo Bernardo. 

Cuando hace mucho en Hollywood, los directores de esa serie tuvieron que elegir un protagonista con aire latino, tuvieron problemas. Para ellos, siempre el actor principal tenía que ser un anglosajón. Para todos lo demás roles, unos años después, estaría Anthony Quinn, que podía hacer del conquistador mongol Gengis Khan, del judío Barrabás, de Zorba el griego, del árabe Auda Abu Tayi, amigo de Lawrence de Arabia, y por supuesto de cualquier personaje latinoamericano. 

Pero antes de Anthony Quinn, en los años ‘60, el primer actor latino jerarquizado fue este hombre de 1,90 metros de altura, de ojos verdes y cabello negro, que sabía bastante de esgrima y que, con 72 episodios, se haría famoso en todo el mundo. 

Cuando visitó la Argentina, 3.000 fans invadieron la pista del aeropuerto, enloquecidos por verlo. Vino muchas veces más, haciendo shows y dando decenas de entrevistas. 

Cuando conoció a la actriz argentina Araceli Lizaso, por fin se enamoró de verdad. Se quedó a vivir entre las sierras de San Luis, las de Córdoba y la ciudad de Buenos Aires. Y dando shows con el Circo Real Madrid, en el que llegó a ser visto por 250.000 personas. 

En Córdoba se presentó en un espectáculo en el conocido Club Instituto, en calle Jujuy 2602, Alta Córdoba, donde entró a caballo por la tribuna que da a calle Sucre y fue ovacionado por todos. Guy Williams también vivió un corto tiempo en las sierras, en la mansión Toledo, de sus amigos los Álzaga Unzué de Alvear, una enorme casona con un gran parque, ubicada cerca de la ruta que va de La Cumbre a Los Cocos, en ese rincón de Cruz Chica con varias propiedades que recuerdan la Andalucía española, diseñadas por el arquitecto León Dourge. En esos tiempos era común encontrarlo tomando un café en algún local de La Cumbre. También actuó en el teatro La Sombrilla, de Villa Carlos Paz, y se lo podía observar, al salir de su show, cenando en el restaurante y parrilla La Rueda, de Beto Metrebián. 

Se construyó una casa en las cercanías, en San Antonio de Arredondo, en donde pasó no pocos veranos, en los que también disfrutaba de las cercanas playas de Icho Cruz y de Cuesta Blanca. Era un chalet con techo a dos aguas, ubicado justo frente a la parrilla Martín Fierro, en el principal balneario, que se llamaba, por entonces, Bangladesh. 

También actuó en Capilla del Monte, cenó en la afamada parrilla La Boutique del Chorizo. En Villa María, durante los días en que actuó allí, se alojó en el distinguido Hotel Palace, donde ahora está la Municipalidad. 

Cuando el tiempo pasó, Araceli y él se distanciaron. Pero el norteamericano se quedó en Buenos Aires, en donde desayunaba siempre en La Biela, en el barrio de Recoleta, y vivía en calle Ayacucho 1964. Allí se sentaba en la mesa de al lado de donde estaban, casi siempre, un escritor anciano, de ojos claros que hablaba un buen inglés y al que los mozos llamaban Don Bioy y un hombre ciego, de hablar pausado, que parecía ser respetado por todos. 

A modo de broma, el actor decía ser inmortal porque su personaje, El Zorro, como en la serie, nunca podría morir. Cuando 10 años después falleció, fueron pocos los que se enteraron. Tanto fue así que solo dos personas fueron a su entierro. Una de ellas, alguien que realmente parece ser inmortal en serio: su fiel amiga Mirtha Legrand. 

Se llamaba Guy Williams, protagonizó un héroe lleno de códigos simples, como los de la gente de su tiempo. Y a los que defendió, realmente, a capa y espada. Lo hizo a través de esos episodios que, aunque uno los vea mil veces, nos dejan con esa nostalgia de una gran época, esa en la que nosotros crecimos, de valores y de héroes simples que siempre deberíamos recordar más.

H. Lanvers es autor de cinco novelas históricas bestsellers llamadas saga África.