Por más que me esforcé en averiguarlo, no pude saber quién es el fonoaudiólogo que, según me dijeron, está coacheando al intendente Martín Llaryora para pronunciar hoy su discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Concejo Deliberante. Como no se le conoce la voz, hay grandes expectativas acerca de si hablará como Mostaza Merlo, como Homero Simpson o como Steve Carell en “Todopoderoso”. Hasta ahora, más bien se lo ha asociado con la Pantera Rosa, porque no ha dicho ni mú y lo ha resuelto todo con señales; como la del impuestazo, que ha sido un gesto al que los contribuyentes han calificado como obsceno.
En vez de hablar ante los micrófonos de la prensa, el lord mayor ha preferido publicar una solicitada donde se detalla la deuda municipal heredada, a la manera de un inquilino que se queja porque le obligan a pagar lo que debía el que alquilaba antes. El detalle aquí es que en realidad todo sale del mismo bolsillo, el de los ciudadanos, que ya está más roto que los glaciares de la Antártida. Para reducir gastos, desde el municipio lanzaron la pasividad anticipada, aunque si busca encuadrar a Rubén Daniele, el proyecto debería incluir la “actividad pasivizada”.
La actual gestión comunal no solo puso en evidencia el estado en que había recibido las arcas de la ciudad, sino que también puntualizó los defectos que existirían en la obra del nudo vial de Plaza España, cuyo proyecto contemplaba la apertura de un centro cultural que no estaría en condiciones de habilitarse. “Un galerista nos sugirió que las manchas de humedad tenían formas que bien podían pasar como un mural de estilo abstracto, pero apareció un crítico que porfió que era algo figurativo y todo acabó a las trompadas”, me confió un funcionario de Cultura que había recibido una piña en un ojo al intentar separarlos.
Más allá de esa polémica que empezó en las artes plásticas y concluyó en las artes marciales, la denuncia indica que las falencias en la construcción se habrían debido a la velocidad con que se llevaron a cabo los trabajos. Entre las pruebas presentadas al respecto, existirían testimonios de que los obreros cumplieron tareas incluso los días lunes y que, en vez de escuchar una radio cuartetera, les ponían a todo volumen la obertura de la ópera “Guillermo Tell”, de Rossini. A falta de diálogo, desde el riñón mestrista respondieron con el emoji del hombrecito con los brazos abiertos, en tanto el llaryorismo replicó con una carita enojada.
Pero ya estamos acostumbrados a que con las promesas electorales siempre es igual: los candidatos que en la campaña sonreían en los afiches como en una publicidad de dentífrico, una vez que asumen cambian el rictus y se pasan al modo “la situación es peor de lo que esperábamos, pero eso no importa porque confiamos en poder empeorarla todavía más”. Tal vez en eso consista el “milagro argentino”, en la posibilidad de seguir cayendo al abismo, aunque nos encontremos en la base de la fosa de las Islas Marianas.
A la coalición que ocupa gobierno nacional, por ejemplo, le estarían por cambiar el nombre de Frente de Todos para transformarlo en Todos de Frente, porque la chocan los jueces, los del campo, los jubilados y los docentes. El único apoyo que se mantiene firme es el del Fondo Monetario Internacional, que con tal de cobrar el préstamo es capaz de hacerle cantar la marchita a Kristalina Georgieva, solo que modificando la parte de “combatiendo al capital” y reemplazándola por: “No nos dejen de pagar”.
En la provincia, mientras tanto, cuando en el PJ todo hacía presagiar que habría una lucha sin cuartel entre el schiarettismo y el albertismo, ahora hay datos que parecen marcar el comienzo de las negociaciones. Lo que no se sabe es qué lugar ocuparían en un hipotético acuerdo los militantes de La Cámpora, quienes temen terminar como el escarbadientes en el sándwich: afuera del plato. Por ahora, los dos sectores en pugna se siguen midiendo la lista de intendentes afines, a ver quién la tiene más larga.