Si se juega como se vive, tal como refirió alguna vez el entrenador colombiano Francisco Maturana, hay un momento que explica la reconversión de Alejandro Orfila de obsesivo mediocampista a lírico DT.
“Cuando me inicié como entrenador, me propuse como principal objetivo cambiar la visión de lo que significaba la profesión. Antes era fútbol y luego la familia, comprendí a los golpes que es al revés”, reveló el actual timonel de Belgrano en una no tan lejana entrevista con ESPN.
Orfila llegó a admitir que en sus tiempos de aguerrido volante central “le pegaba a todo lo que se movía y jugaba siempre al límite”. Y eso que tenía la imagen de la Virgen tatuada en una de sus piernas. “¡Papá, me dijiste que jugabas bien a la pelota y lo único que hacés es tirar patadas!”, contó que su hijo le dijo una vez.
“El Chano”, ícono de los duros torneos del ascenso de la AFA en las últimas décadas, jugó en 16 equipos diferentes y en casi todos fue capitán. “Siempre que me llamaban para firmar con un club me decían lo mismo: necesitamos un técnico adentro de la cancha”, comentó.
“Viví equivocado”, le dijo tiempo atrás a Clarín al hacer un balance de su etapa de jugador. Desde afuera de la cancha hoy pregona otra filosofía: “Hay mucha gente que para progresar, si puede, te pisa la cabeza. Y no es así. Hay que progresar por tu forma, por tu medio, por tu trabajo, por tu virtud, sin molestar a nadie”. Tiene claro que el fin no justifica los medios.
De chupina en clase
Al buzo de DT lo estrenó hace cuatro años, cuando lo llamaron de Futbolistas Argentinos Agremiados para hacerse cargo del entrenamiento de los jugadores libres, los desocupados del fútbol. Orfila definió aquella experiencia como “un curso acelerado de cómo ser director técnico”.
Al diario uruguayo El Observador le contó que le debe su vocación a Blas Giunta, ídolo de Boca en los ’90: “Cuando él dirigía a Almirante Brown concentraba al equipo dos días antes y dos días después de los partidos. Como los únicos que tenían permiso para salir eran los que estudiaban, me metí a hacer el curso de entrenador para evitar el encierro”.
Comunicaciones fue el segundo peldaño en su nueva profesión. Allí dirigió 38 partidos y acarició el ascenso a la Primera Nacional –su equipo perdió una polémica final con Deportivo Riestra- pero el premio mayor lo recibió al dejar la institución: una plaqueta y el carné de socio honorario. De su paso por “Comu” también se recuerda la tarde en la que, como improvisada segunda voz, compartió vestuario con Pablo Lezcano y los “Damas Gratis”.
Fue en su posterior etapa como DT de Ferro cuando el ambiente lo empezó a reconocer como “el Guardiola del ascenso”. Su ideario quedó registrado en una nota con la página oficial del club de Caballito: “A los jugadores les digo que vivan el fútbol, que disfruten siempre; que tengan sueños, expectativas, pero que nunca dejen de disfrutar. Que la presión de lograr resultados nunca los lleve, porque así no les va a funcionar”. Su gran logro como estratega fue regresar a Atlanta a la Primera Nacional en 2019.
Dinámico e impensado
En Belgrano, Orfila busca reencauzar una carrera que tuvo un paso en falso en Defensor Sporting de Montevideo, entidad que en noviembre pasado prescindió de sus servicios luego de 20 partidos y un año de gestión.
“Me gusta pensar siempre en el arco rival”, fue la primera declaración de principios que hizo el uruguayo como técnico del Pirata. “Mi sistema de juego preferido es el 4-3-3, pero puede variar. Sobre todas las cosas quiero que mi equipo sea dinámico e intenso”, añadió como carta de presentación.
Integrante de la escudería del influyente representante Christian Bragarnik, el entrenador charrúa tiene pasado de panadero, canillita y lavacoches. Y un hermano referí, Rafael, con el que estuvo distanciado durante varios años. “Decime que te compraste una casa”, le dijo tras un polémico arbitraje que generó críticas al por mayor y que perjudicó a Montevideo Wanderers, el club al que empezó a seguir con Enzo Francescoli en cancha.
Con Luis Fabián Artime, el flamante presidente de Belgrano, compartió su primera experiencia futbolística en Argentina. En aquel Tigre de 1999 vivió junto al “Luifa” un episodio traumático, cuando barrabravas del club entraron al camarín y amenazaron con armas de fuego al plantel. A los pocos meses sufriría un salvaje ataque de hinchas de Almirante Brown en una autopista: “Murió Alejandro Orfila, jugador de Tigre”, se leyó por entonces en una de las clásicas placas rojas de Crónica TV.
Revivir la ilusión de Belgrano es el sueño que hoy lo desvela. Y está convencido de poder alcanzarlo. ¿Quién te dice? Alguna vez, siendo jugador de Barracas Central, Claudio “Chiqui” Tapia, por entonces máxima autoridad de ese club, le dijo entre mate y mate que llegaría a ser presidente de la AFA.
“Walter White”
Alejandro Manuel Orfila Colmenares nació el 18/5/1976 en Montevideo. Tiene 44 años y uno de los apodos con que se lo conoce tiene que ver con su parecido con el profesor de química que interpreta el actor Bryan Cranston en la serie “Breaking Bead”. Su carrera como futbolista empezó en los clubes uruguayos Defensor Sporting, Miramar Misiones y Cerrito, y continuó en 13 equipos argentinos. En el ascenso de la AFA jugó en Tigre, Sportivo Italiano, Temperley, Almirante Brown, Tristán Suárez, Deportivo Morón, Villa San Carlos, Barracas Central, Colegiales, Talleres de Remedios Escalada, San Telmo, Sacachispas y San Miguel. Desde 2017 se desempeñó como DT en Comunicaciones, Ferro, Atlanta y Defensor Sporting. Dirigió 114 partidos oficiales, con 47 triunfos, 32 empates y 35 derrotas (50,58% de eficacia). En 2019 subió a Atlanta a Primera Nacional.
Seis refuerzos
Con miras al próximo torneo de Primera Nacional, que comenzará en los primeros días de marzo, Belgrano sumó al arquero Daniel Sappa, a los defensores Alan Ochoa y Rodrigo González, al mediocampista Tomás Asprea y los delanteros Juan Pablo Ruiz Gómez y Adolfo Lima.
Se fueron 18 jugadores: César Rigamonti, Juan Salas, Joaquín Novillo, Franco Pardo, Alejandro Cabral, Nicolás Meriano, Franco Negri, Maximiliano Lugo, Ivo Constantín, Joaquín Rikemberg, Mariano Barbieri, Martín Rivero, Wilson Altamirano, Tobías Ostchega, Leonardo Sequeira, Martín Garnerone, Azarías Molina y Marcelo Estigarribia.