Al igual que en esas familias que, tras una pelea, convocan a un asado para reconciliar los ánimos, en Juntos por el Cambio están organizando la Mesa Córdoba, aunque parece que las sillas no alcanzarían para todos los comensales. Mientras unos intentan ponerse de acuerdo con el menú (para cuya entrada habrían sido vetadas las empanaditas chinas y la ensalada rusa), otros se ceban tachando nombres de la lista de invitados como profe de lengua corrigiendo un dictado después de tres meses de vacaciones. El intercambio de epítetos entre Luis Juez y los legisladores provinciales del PRO se volvió más virulento que el de Viviana Canosa con L-Gante, así que tal vez sea arriesgado sentarlos frente a frente, munidos de tenedores y cuchillos.
Como será de áspera la confrontación, que la encargada de venir a poner paños fríos fue Patricia Bullrich, quien luego de su paso por el Cosquín Rock les habría pedido: “Cómanse a besos esta noche, total nadie lo va a notar”. En una visita en la que no habló del pogo pero sí del pago (de la deuda al FMI), Bullrich habría intentado que le tomen una foto con La Monada, para diferenciarse de Horacio Rodríguez Larreta que se fotografió con La Mona. En la búsqueda de congraciarse con el electorado juvenil, la titular nacional del PRO habría querido subir como corista de María Becerra. “Soy prima de Fabi Cantilo”, habría sido su excusa.
En tanto la dirigente opositora mostraba su perfil rockero en Santa María de Punilla, tal vez curtido por los esfuerzos que hace para detener la inflación, Alberto Fernández se probó como ataja penales en una playa de Mar de Ajó. Con la precisión que no tuvo Messi ante el Real Madrid por la Champions, un pibe le disparó un remate esquinado, que para el presidente se hizo más incontenible que la interna del Frente de Todos. Quizás la idea era generar repercusión en las redes… sobre todo en la red del arco, sacudida por el balón, mientras Fernández sucumbía ante la derrota, desparramado en la arena como beduino que se cayó del camello.
Celoso por actitudes como estas, que le disputan su cetro de campeón de la política bizarra, Javier Milei desembarcó en la geografía cordobesa con su séquito de peluqueros, camarógrafos y asesores de prensa, un equipo al que le estarían por sumar reídores que se hagan oír cada vez que el diputado nacional se burle de la “casta”. Aunque esquivó dar opiniones sobre el peronismo cordobés, en una especie de slalom sin nieve, no se ahorró calificativos para la UCR, a la que tildó de “socialista”, un epíteto que en boca de Milei es más ofensivo que tratar de psicólogo a un psicoterapeuta.
El ultraliberalismo de su prédica, contrasta con el último proyecto alentado desde el gobierno nacional, que propone crear una Empresa Nacional de Alimentos para ralentar la escalada de precios, con incrementos que han llevado a la tapa de nalga a cotizar en el índice NASDAQ, porque para la mayoría su existencia dejó de ser real y pasó a ser virtual. Desde El Panal desmintieron que la Provincia vaya a poner en marcha una iniciativa similar, a través de una firma estatal que comercialice fernet, tutuca y pan criollo. Con mayor énfasis negaron que esté en los planes del ejecutivo local lanzar la marca de lencería “Juan Bautista Bustos”.
En el ámbito municipal, tuvo repercusión esta semana la noticia de que un fallo judicial le allanó a Rubén Daniele el camino de su candidatura a la secretaría general del Suoem, cargo en el que aspira a batir el récord de longevidad de la reina Isabel II. Daniele fue absuelto en una causa en la que se lo acusaba de incitar a la violencia, tras haber prometido en un acto “hacer sonar el escarmiento” contra el entonces intendente Ramón Javier Mestre. El sindicalista habría aducido que en realidad quiso decir “hacer sonar el instrumento”, en referencia al bombo que suele acompañar las marchas de los trabajadores del municipio. Y que cuando afirmó que Mestre lo iba “a pagar muy caro”, estaba aludiendo al tomate redondo, que es utilizado como proyectil en las movilizaciones y cuyo valor se ha ido por las nubes.
(*) Sommelier de la política