El viernes por la noche se confirmaron los nuevos nombres que ingresan al gabinete nacional. Para muchos, el retorno a primeras líneas de nombres como Juan Manzur, Aníbal Fernández, Julian Domínguez o Daniel Filmus completa la hipótesis que se tenía desde antes de las PASO: que una derrota del oficialismo activaría la radicalización puertas adentro de la coalición. Pero aunque la conformación del nuevo gabinete calme un poco los ánimos –mañana será la jura de los nuevos mandatarios-lo cierto es que el daño sistémico que se generó hacia adentro de la coalición gobernante tardará en recomponerse. Por ahora, el presidente logro sostener en el cargo a uno de los apuntados como responsable de la derrota electoral: el ministro de Economía Martín Guzmán, a quien se tildó de “neo” (por neoliberal), de no tener sensibilidad social y de trabajar para el mandato del FMI.
Como se sabe, tras la derrota del 12S en su primer acto de gobierno el presidente presentó junto a Guzmán la nueva Ley de Hidrocarburos, un marco normativo que allanaba más el acuerdo con el FMI. Ese dato y la constatación de la sub ejecución de muchas partidas en medio de la pandemia terminó por detonar la crisis, con la renuncia de los funcionarios K y el desplome del diseño original del gobierno.
Cuánto avanzó Guzmán en la reducción del déficit fiscal es el dato clave para comprender que las bases para el acuerdo con el que se busca rollear US$44 mil millones de deuda del FMI ya estaban. En la tesis de algunos analistas, un acuerdo con el FMI durante octubre o en los días previos a la elección le devolvería buena parte del capital político que Alberto Fernández dilapidó en el último año. Es decir, operaría como un desbalanceo de fuerzas a favor del albertismo.
“El déficit primario se redujo sustancialmente en el primer semestre, hay que mirar bien ajustadamente los números, pero todo indica que el déficit primario estuvo por debajo del 1%. Son cifras provisorias, pero hubo un ajuste grande, muy importante y fue un ajuste que fue hecho por el ministro con el propósito de poder gastar lo que estaba presupuestado en el segundo semestre, teniendo en cuenta las PASO y las de noviembre. Hasta este momento se habría gastado 2,1% y el total a gastar en el año era de 4,5%. Esa diferencia de 2,4% es lo que el kirchnerismo está presionando que se gaste y se gaste lo más rápido posible”, dice Hermida.
En concreto, la “bolsa” que le reclaman haber ahorrado a Guzmán ronda los $840 mil millones (1 punto de déficit serían $420 mil millones).
Para Hermida, el ministro habría previsto gastar algo más, aunque no necesariamente todo eso, para reducir un poco el déficit y cerrar el año con un déficit rondando el 3,3%. “Eso le serviría para encarar en mejores condiciones las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional”, plantea el analista.
-El bosquejo inicial de Presupuesto de Guzmán para 2021 era un déficit de 2%. Y siempre se dijo que ese borrador llegó al Instituto Patria y le devolvieron un 4,5%. En definitiva, lo que pasó es que Guzmán se estaba ajustando a su idea original de presupuesto para este año.
-Claro, claro. Efectivamente. Guzmán quería mostrar un déficit menor porque de esa manera encaraba la negociación con el FMI en mejores condiciones. Ahora hay que tener en cuenta que ha cambiado el responsable del Fondo para América del Sur y han puesto la frente a un hombre que aparentemente es más ortodoxo que Werner, que estaba antes.
Hermida se refiere al economista brasileño-israelí Ilan Goldfajn, nuevo director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo. Goldfajn es expresidente del Banco Central de Brasil, asumiría en 2022 y se prevé que llegaría con una mirada más “dura”. Como antecedente sobre su perfil, se puede mencionar que fue uno de los principales críticos de la política expansiva y de estímulos al crecimiento que encaró Lula, en 2010, por los efectos inflacionarios y el desbalanceo de la cuenta corriente que esto genera.
“Guzmán es una persona seria, honesta, con contactos en el exterior, que se da cuenta que no se puede negociar de cualquier manera y que hay que presentar alguna carta ganadora en las negociaciones a largo plazo. Me parece que está bien. Partimos de la base que el gasto público es muy elevado para las condiciones en que se encuentra el país. Si ese gasto fuera eficiente, si cumple un rol social importante, que genera progreso, crecimiento, uno podría decir que es alto, pero bueno. Ahora, todos sabemos que el gasto público tiene muchas ineficiencias y en vez de ser un promotor del desarrollo es un obstáculo a que la Argentina salga del escenario de estanflación en que se encuentra hace tantos años”, remarca Hermida.
-Una crítica que se hace desde el kirchnerismo es que hubo una caída muy fuerte del salario y del poder adquisitivo de las personas.
-Efectivamente ha habido un ajuste en el gasto público muy importante y que ha afectado el nivel del salario real, el nivel del gasto social, el nivel de las jubilaciones y que es un ajuste sumamente significativo en términos de lo que se venía haciendo hasta el momento y que creo que es parte de la política económica que implementó el presidente Fernández y el ministro Guzmán, manejando la economía con un programa bien claro. Hizo un ajuste. Ese ajuste, a mí criterio, era inevitable, porque si no lo hacía el ministro esto terminaba en una crisis y lo hacía el mercado. Es mi opinión, hay gente que piensa que se podía seguir emitiendo. Hay gente que piensa que se puede emitir sin consecuencias significativas, lo sostienen algunos en el propio kirchnerismo. Un exceso en la emisión monetaria para financiar el déficit nos lleva a un escenario de mayor aumento de la inflación, con lo cual se erosiona el salario. Con lo cual, el ajuste fiscal era inevitable. Lo que hizo Guzmán fue hacerlo de una forma más o menos ordenada.
-¿De cuánto fue la caída del poder adquisitivo de los salarios?
-Hay algunos datos sobre los salarios registrados del RIPTE y si se los compara con el Índice de Precios al Consumidor el ajuste ha sido importante y depende del momento desde el que se toma el dato. Pero si se mira el último pico de los salarios, a mediados de 2017, hay una caída superior a 10 puntos reales. Creo que ha sido más incluso, realmente el ajuste ha sido muy significativo.
-En términos de especulación y trazando escenarios, ¿está o estaba próximo Guzmán a llevar un acuerdo al FMI y eso fue un detonante de esta crisis interna?
-Sí, definitivamente sí. La respuesta es contundente. Creo que el ministro está en condiciones de firmar un acuerdo razonable, no digo bueno, pero razonable en el contexto de las circunstancias actuales. No para una refinanciación a 20 años, eso es imposible. Pero sí para lograr un acuerdo de facilidades extendidas y lo puede lograr, aún cuando cambie el responsable del Fondo para el Cono Sur, aun cuando las condiciones para Argentina se hayan debilitado porque obviamente la capacidad de negociación se ha debilitado, pero aún así creo que puede llegar a un acuerdo razonable que es el primer paso, el paso imprescindible para salir de la crisis.
-Paradójica la reacción política, cuando se estaba cerca de lograr un acuerdo con el FMI.
-Claro, claro. Es como si no tuvieran consciencia de la realidad económica y social de la república, no se puede jugar con fuego o distraerse cuando hay una situación tan compleja como la actual. Lo lógico es que frente a un resultado electoral como se tuvo es que la coalición gobernante se una y busque un camino de salida a la crisis en conjunto, no mostrando un conflicto como el que vemos en este momento.