Papel y lápiz en mano, los productores hacen cuentas y los números cantan: “El dólar debería ubicarse en torno a los $37 para poder hacer frente a la nueva retención”, estiman.
Esto es así porque de acuerdo a lo que transparentó el decreto 793/2018, publicado el martes en el Boletín Oficial, el derecho a la exportación para granos (con excepción de soja) es, en realidad, del 12% con tope de $4 por dólar exportado. En el caso del complejo sojero se rebajó la alícuota para exportar del 26% al 18% pero se le adicionó la contribución de $4 por dólar exportado, con lo cual el derecho efectivo de exportación terminó subiendo.
Cuando el Gobierno presentó la medida, la suavizó hablando de un impacto de “10 puntos aproximados”, pero sobre un dólar de $40. Ahora se sabe que ese es un ‘valor de corrida’, excesivamente alto, que no refleja un punto de equilibrio sino que tenderá a bajar. Sin embargo, para el campo, a medida que el dólar ceda se complicará su ecuación de negocios.
“Un dólar de $39 o $40 es muy alto, pero a $37 es razonable y todavía diluye en algo los efectos de la medida”, explica el economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada), David Miazzo.
En efecto, a ese nivel la presión resulta del 10,81% para cultivos como maíz y trigo. Si el dólar cayera aún más, el sector no se salvaría de tributar el 12% estipulado, con el tope de $4.
Después de días de gran turbulencia cambiaria, la divisa ya se aproximó a ese terreno de corte deseado por el campo, al cerrar el viernes en $37,6. Para los sojeros, ese dólar les da un derecho de exportación efectivo de 28,3%, superior en dos puntos a lo que venían pagando, según la Bolsa de Cereales de Córdoba (BC CBA).
“El Gobierno asumió el costo político de la devaluación, ahora esperamos que no deje retrasar el tipo de cambio nuevamente porque todo este esfuerzo sería para nada”, afirma Miazzo. “Los productores entendieron que la medida es necesaria por la emergencia –agrega– y la aceptan porque no se dio en el marco de un dólar a $20, lo que hubiera sido difícil de soportar”, agrega.
Lenta recuperación. Aunque los productores están decididos a ir por la revancha con una nueva campaña que se estima récord, lo cierto es que por el momento la combinación de caída de precios internacionales y quiebre de los precios relativos domésticos erosiona significativamente sus resultados.
“Los cálculos preliminares indican que la rentabilidad por hectárea del maíz cayó 47% respecto a junio, mientras la de soja retrocedió 20%”, anticipa el experto de Fada. Por esto, el sector prefiere hablar, por ahora, de un “optimismo contenido”.
Mientras el vínculo dólar inflación no se desacople y el riesgo devaluatorio subsista, el campo seguirá tan vulnerable como el resto de la economía. “Los costos dolarizados llegan hasta el 70% e, incluso, el componente en pesos también suele tener una alta relación con el dólar”, explica Miazzo. A ello hay que agregar que gran parte de los productores arranca la nueva campaña “con capital de trabajo dañado por la sequía y enfrentando altos costos de financiamiento”, agrega el economista.
En ello coincide la Bolsa de Cereales: “Si bien el margen estimado para la próxima campaña es positivo más allá del nuevo esquema de retenciones, los productores agrícolas se encuentran saliendo de una de las sequías más graves de la historia con todas las implicancias que ello tiene en materia de menor margen económico, desfinanciamiento y menor inversión”.
Para el consultor Gustavo López, director de AgriTrend, “el productor no dejará de sembrar” a pesar de que el panorama no es del todo claro en materia macroeconómica. Considera que será así no por voluntarismo sino porque juega a favor “un súper dólar y un buen clima, lo cual contrarresta una presión tributaria mayor”. Desde su perspectiva, es muy superador a una campaña 2017 marcada por el atraso cambiario y las dificultades que impuso el clima. Tras los anuncios oficiales, AgriTrend mantuvo sus estimaciones para la próxima cosecha en torno a las 132,5 millones de toneladas, muy cerca del récord histórico.
Derrame económico. En concepto de derecho de exportación, el campo cordobés terminará aportando al fisco nacional unos US$1.000 millones (US$250 millones, en lo que resta de 2018 y US$750 millones en 2019). Se trata del 23% del total (US$4.317 millones) que el Gobierno nacional prevé recaudar.
Además de contribuir al equilibrio que necesitan las cuentas públicas, “la generación de empleo es el primer, y más importante, efecto multiplicador de las cadenas agroalimentarias”, destaca Fada.
En 2017, que no fue un buen año para el sector, creó a escala nacional uno de cada seis puestos de trabajo (2,6 millones de empleos o el 17% del total nacional en el sector privado). Ese desempeño se verá potenciado en la próxima campaña, dado el récord de producción que se anticipa. La mayor cantidad de puestos de trabajo se generarán en el sector primario (47% del total); luego sentirá el impacto el eslabón comercial (26%); la industrialización de las diferentes producciones primarias creará el 15% y el 12% restante, el sector del transporte, según estimaciones de Fada.
En lo que resta de 2018, el campo también tiene bastante para ofrecer a la economía, a partir de los granos que acumula sin vender (unas 33 millones de toneladas). Según la consultora Guru Market, son 16 millones de toneladas de maíz, unos 15 millones de toneladas de soja y 2 millones de toneladas de trigo, cuyo valor total de mercado (US$7.935 millones) mejoró considerablemente gracias a la última devaluación (US$572 millones más, al 1 de septiembre, respecto de un mes atrás).
Para que esto sea capitalizado efectivamente por el conjunto de la economía, “el tipo de cambio real competitivo debe percibirse como estable a largo plazo”, señala Miazzo.
Los saltos coyunturales de la divisa, con una inflación sin control, “no benefician a nadie y perjudican especialmente a las economías regionales”, agrega. Según advirtió Pablo Adreani, de Guru Market, producciones como las de poroto, legumbres o maíz pisingallo se verán seriamente afectadas por la nueva retención. “Son producciones que generan unos US$700 millones y les retraerán unos US$70 millones. Habría que analizar el comportamiento de cada zona productiva”, reclama el consultor.
Con matices, en 2019 el campo buscará su revancha y con ella, la economía puede volver a tener una oportunidad de recuperación. De concretarse la cosecha récord, el ingreso por divisas esperado sería de US$ 31.486 millones (casi US$ 12.000 millones más que este año).