William Faulkner, el Nobel americano, sostuvo en su vida activa como escritor que Mark Twain era “el padre de la literatura norteamericana”. No fueron contemporáneos ya que Samuel Clemens (Twain) nació en 1835 y William en 1897.
Fue el primer escritor “totalmente estadounidense” y, por lo tanto, brilló como relator. De su ensayo de 1896 de “Cómo contar una historia”, rescato estos conceptos: afirma no poder contar un cuento como se debería (miente), pero sí sabe cómo se debería hacer; agrega que “el relato” debe su éxito a la manera en que es contado. Con humor, caracteriza al relator como un mentiroso con licencia, un inmoral “inocente”. Al típico comienzo de “había una vez”, agrega el de “lo que voy a contarles es absolutamente cierto”. Sostiene, con razón, que el relato más difícil es el “humorístico”.
El relato kirchnerista. Lo del kirchnerismo, más que un “relato”, es un conjunto de falacias, slogans, modismos, neologismos y "cristinismos" que sirven como soporte discursivo de un "modelo" que no existe. El menú incluye la difusión de la inmoral apropiación de causas nobles, como la de los derechos humanos. Es, en resumen, un palabrerío “sin articular” e insustancioso emitido para engatusar a una audiencia cada vez más crédula.
Inventiva. Sin duda si se aplicara la inventiva del “relato” a la “gestión”, se hubiera evitado la debacle. Pero la “Jefa” ocupa sus energías en parecer “fashion”: la confesa defensora de lo “nacional y popular” intercala en sus twiteos y discursos con frases en inglés, idioma que evidentemente no domina: “It´s too much” por todo está bien y “bad information” por información errónea. Hasta luce como que lo hace adrede, pero creo, como Don López Murphy, que es una ignorante.
Madame Déficit “articula” con agobiante frecuencia que “vamos por todo” y siempre se dirige a “todos y todas”.
Lupín. Ya Néstor, “el precursor”, eliminó del diccionario K los términos “corrupción” e “inflación”, pero descubrió a los enemigos del pueblo: “Clarín y el campo”.
Apodado “Lupín”, se puede en principio colegir que se relaciona con el personaje francés Arsenio Lupín, exitoso ladrón que simultáneamente actuaba como jefe de policía: curiosa semejanza con Néstor. Pero no: el sobrenombre proviene del personaje criollo de historietas “Lúpin”, un aviador experto en “loopings” o vueltas en el aire, tal el relato y la acción del patagónico.
Twain. Lupo y La Arquitecta Egipcia siempre logran que me ocupe de sus extravagancias, pero es solo temporal ya que al final vuelvo al humor racional de Mark.
Cuando Thomas Carlyle criticó la mentira en el relato, diciendo que al final, “la verdad resplandece”, Twain replicó: “No se supo mentir apropiadamente”. Y al fin cuando un K defiende “el relato” me refugio en el concepto de Marc Twain: “No discuto con gente estúpida, me llevan a su nivel y me ganan por su experiencia”.
Gestor de patrimonios financieros y Contador Público
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