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HISTORIAS ASOMBROSAS DE CÓRDOBA

El Tarzán argentino y los patovicas

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

En Argentina se conoce como patovicas a los encargados de la seguridad en la entrada de discotecas y boliches. Suelen ser de buen tamaño y musculosos o, por lo menos, así se autoperciben ellos, en general.

Pero los primeros que recibieron ese nombre fueron los fisicoculturistas que iban, en los años ‘50 y ’60 a la playa El Ancla, en Vicente López, al norte de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, con los músculos trabados, casi en una contracción permanente, en una suerte de tetanización voluntaria, se mostraban al sol los pesistas más destacados, como el Ancho Rubén Peucelle, que luego sería figura en el programa de televisión Titanes en el Ring y muchos aficionados a la hipertrofia muscular más.

A modo de burla, algunos los empezaron a llamar con el nombre de unos patos muy famosos: doble pechuga, que decían ser criados con leche de vaca. Y que por tener tan láctea alimentación se comentaba que su sabor era único.

Eran los patos de Víctor Casteras, que tenía un gigantesco criadero en Ingeniero Maschwitz. Se llamaba Estancia Los Nanduces y allí había un restaurant donde fueron a degustar esas aves, doradas a la parrilla, desde el Príncipe de Gales, hasta el Rajá de Kapurtala y su delegación hindú cuando vinieron a Argentina.

El nombre, Vicca, provenía de la unión de las primeras sílabas de su productor: Vic-tor Cas-teras. Y el apodo se hizo popular pronto. En el programa de Pipo Mancera, el conocido Sábados Circulares, el patovica más famoso fue uno al que se apodó ‘el Tarzán argentino’. Era un forzudo increíble, capaz de doblar hierros hasta con los dientes, detener autos en movimiento y cubrirse como un fakir con una cama de madera con clavos, acostado en el piso, mientras permitía que un pesado auto le pasara por encima. También llegó a arrastrar un ómnibus tirando de una soga con sus dientes y forcejeó contra dos avionetas Piper, evitando, a pura fuerza muscular humana, que ambas naves voladoras pudieran despegar.

Este Charles Atlas televisivo asombró a toda Argentina. Se llamaba José Magalevsky, se entrenaba en el Club General Paz Juniors, cerca del río Suquía y era un deportista de Córdoba que era encargado del buffet del club de rugby La Tablada, cuando recién comenzaba y estaba en la Avenida Rafael Núñez.

Ya pasados sus años de gloria, terminó siendo un conocido chef en la ciudad de San Juan, donde tuvo a cargo el restaurant del Jockey Club. Quizás en esa, su otra vida, la gastronómica, la única especialidad que por solidaridad casi de especie o por camaradería aviar, nunca haya preparado al horno con papas, aquellos afamados patos que eran tan reconocidos y que se llamaban Vicca.

(*) Autor de cinco novelas históricas bestsellers llamadas saga África.