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OPINION

Elevar la mirada por sobre la crisis

El presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas traza un mapa de la crisis y las distintas percepciones.

24_06_2018_Columna_Simonella_Cordoba
FUTURO. "Queda mucho por hacer, fundamentalmente al Gobierno nacional, pero también a los provinciales y municipales". | Cedoc Perfil

El acuerdo con el FMI y la mejora en la calificación de MSCI tienen percepciones dispares. Tuvieron un buen impacto en la complicada situación financiera que atraviesa Argentina, difícilmente puedan ser percibidas, en ese mismo sentido, por el común de los argentinos.

Aun así, haber conseguido un préstamo de 50.000 millones de dólares del FMI, más u$s 5.650 millones de otros tres organismos multilaterales, no es un detalle menor en medio de una crisis cambiaria que erosionaba las reservas a pasos agigantados.

Primero se fueron los grandes inversores, muchos extranjeros, que aprovecharon un dólar retrasado para consolidar las importantes diferencias obtenidas con carry trade, la “bicicleta financiera”. Luego, muchos otros inversores y ahorristas buscaron refugio en el dólar frente a un peso que se devaluaba y que parecía no parar durante mayo y gran parte de junio.

La presión recién comenzó a ceder luego de último miércoles, cuando llega el primer desembolso de los u$s 15.000 millones y el Gobierno define la forma en que venderá los u$s 7.500 millones que se pueden utilizar para financiar déficit. Fue el mismo día cuando Morgan Stanley dio la noticia que Argentina dejó de ser calificado como país de frontera para pasar a emergente, generando, de esa forma, buenas perspectivas para las acciones argentinas que cotizan en Wall Street, algunas de las cuales pasarán el año próximo a integrar fondos comunes de inversión emergentes, esperando a su vez un derrame para el resto de las acciones en el mercado local que vienen muy golpeadas.

Pensar que entre 3.500 y 5.000 millones de dólares se invertirán en papeles argentinos que cuenten con ADR genera expectativas auspiciosas para las empresas de primera línea, pero también para el resto de compañías y de los estados que aspiren a financiarse, siendo lógico pensar que la mejor calificación hará disminuir el riesgo país. Si bien es cierto que recién dentro de un año deberán incorporarse al índice los papeles, algunos inversores comenzarán a anticiparse aprovechando los buenos precios actuales en términos de dólares.

Pero claro, estamos hablando de la dimensión financiera, que la mayoría de la población no puede aprovechar. En la economía de todos los días, los salarios fueron y son erosionados por una inflación que aún no encontró techo y las expectativas son que continúe aumentando, sumado a una gran licuación de los ahorros en términos de dólares, como consecuencia de la devaluación.

Es que cuando uno piensa que ambas son buenas noticias, lo hace al evaluar lo que se evitó, o en lo dificilísima que hubiera sido la situación en ausencia de ellas. Porque sin préstamo hubieran continuado las presiones sobre el tipo de cambio, con su posterior paso a inflación. Si no nos hubieran cambiado la categoría, los inversores institucionales nos seguirán considerando entre los países más riesgosos y menos elegibles.

Por supuesto que queda mucho por hacer, fundamentalmente al Gobierno nacional, pero también a los provinciales y municipales. Así, es necesario bajar el gasto ineficiente e inequitativo para eliminar el déficit, también darle competitividad a las empresas para que puedan desarrollarse y competir en un mercado externo cada vez más complejo.

Hay que recomponer el salario real que deterioró el consumo interno y, de esa forma, afectó mucho al empleo informal y a muchas pymes, cuyo principal y a veces único mercado es el interno. Deben, a su vez, cuidar que la inflación se modere y disminuya para que no vuelva a engrosarse la cifra de pobres. Hay que educar y hay que trabajar en dotar de infraestructura energética y logística necesaria para crecer en industria y en empleo. Se espera un segundo semestre complicado, con alta inflación, menor nivel de actividad y mayor conflictividad social.

No obstante, resulta imprescindible elevar la mirada por sobre la crisis y trabajar también para potenciar aquellas actividades que tienen alta probabilidad de mejorar, y amortiguar los efectos en aquellos sectores que son afectados por estas nuevas condiciones. No es fácil, pero es necesario hacerlo sobre la base del consenso, para lo cual todos los invitados tienen que colaborar, pensando en los argentinos, más allá de lo electoral y de las pujas sectoriales.