El Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), dependiente de la Universidad Metropolitana de los Trabajadores (UMET), viene estudiando desde hace algunos años la situación económica y social de los argentinos y elaborando una serie de informes e indicadores que, con base en datos oficiales y la Encuesta Permanente de Hogares que realiza el Indec, apuntan a generar nuevas categorías de análisis y profundizar la información más allá de los instrumentos establecidos.
En ese sentido, desde 2019 uno de los trabajos de mayor impacto que generan es el que busca medir la “fragilidad social”, que busca determinar el riesgo de empobrecimiento de una población. Según ese espacio de investigadores, se explica que son frágiles quienes tienen altas probabilidades de caer en la pobreza y se advierte que, aunque la población frágil no es pobre bajo los parámetros oficiales, constituye un segmento que no está integrado socialmente.
El último informe del IET sobre fragilidad social se difundió recientemente y toma como base datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares al tercer trimestre de 2020. Ese trabajo detalla que hay un 19,6% de personas que podrían entrar en la categoría de población frágil. Para dimensionar y detallar el concepto, desde el IET de la UMET, remarcan que la población frágil, pensando en una estructura piramidal, es la que está muy cerca de caer en la pobreza, la que aún sin ser pobre, está levemente por encima de la esa línea.
Ana Paula Di Giovambattista, economista y e investigadora del IET detalla que a la población frágil la dividen en dos subpoblaciones: “La población frágil por ingresos, que es gente que vive en hogares que no son pobres, pero con ingresos muy cercanos a serlo. Y luego tenemos a una población que es frágil estructural que no solo tiene ingresos muy cerca de la línea de pobreza, sino que comparten en ese hogar ciertas características laborales, sociales, muy asociadas a la población pobre. Por ejemplo, si el jefe o jefa de hogar está desocupado o si tiene un trabajo de baja calificación o si son hogares multitudinarios con pocas personas que ingresan dinero”.
En valores del último informe, el 19,6% de esa población frágil se compone por un 11,3% que muestra una fragilidad estructural y de un 8,3% que corresponde al sub segmento de frágiles por ingresos.
-¿Cómo es la metodología para pensar en términos de fragilidad, pobreza o indigencia? -En economía hay distintas metodologías sobre las estrategias para la medición de la pobreza puntualmente. Tenemos un método directo y uno indirecto. El directo es con el indicador tradicional sobre necesidades básicas insatisfechas, que mide la condición de pobreza o no de un hogar o de una persona en función de si con sus ingresos logra alcanzar ciertas pautas establecidas de consumo. El método indirecto de abordaje hace uso de variables monetarias, la más conocida es la línea de pobreza, define un valor monetario que se va actualizando trimestre a trimestre y si tus ingresos están por debajo de ese umbral caes en la población pobre.
Entonces, cuando nosotros pensamos el trabajo desde 2019 la idea era sortear la dicotomía entre los abordajes y usando la línea de pobreza que Indec publica ir un poco más allá. Porque, ¿qué pasa si uno gana $2 más que la línea de pobreza? Estadísticamente no sos pobre, pero eso no implica que no estés muy cerca de serlo. Ahí surge el concepto de fragilidad. Lo que nosotros queríamos captar con la noción de fragilidad es justamente al segmento de población que, aunque actualmente y en términos efectivos dada la pobreza de Argentina no es pobre, sí tiene altos riesgos de empobrecimiento ante un cambio en las condiciones macroeconómicas. Y para trabajarlo metodológicamente definimos que son frágiles quienes ganan hasta un 50% más que la línea de pobreza.
Así, en función de la perspectiva del trabajo del IET y teniendo en cuenta que hoy una familia tipo necesita ingresos de $60.874 para no ser considerada pobre, es que podría establecerse que los grupos familiares con ingresos de entre $60.874 y $91.311 entrarían en la categoría de “frágiles sociales”, con la amenaza de caer bajo la línea de pobreza si cambian algunas de sus condiciones actuales.
Pandemia y prepandemia. En los últimos años, fueron varias los factores que generaron cambios negativos en la macroeconomía afectando y engrosando los segmentos poblacionales de frágiles sociales, pobres e indigentes. “Un cambio en las condiciones macroeconómicas resultó y lo sigue siendo la pandemia y todo lo que implicó en la reconfiguración del trabajo y la interrupción de muchas actividades, que afectó la dinámica de flujo de ingresos. La idea conceptual era estratificar un poco socialmente eso. Mirando la evolución de la población de “frágiles sociales” vemos que viene manteniéndose en torno al 17% al 20% en los últimos años, y lo que se fue engrosando son las franjas de abajo, de pobres e indigentes. Y aunque el porcentaje de frágiles sociales entre 2019 y 2020 no escaló, analizando al interior de la fragilidad encontramos que cae la población frágil estructural y aumento menos la población frágil por ingresos. Lo que quiere decir eso es que, en 2019, los que eran frágiles estructurales hoy ya los tenemos engrosando la población pobre. Por eso vimos un derrame hacia abajo”, explica Di Giovambattista
Más de la mitad, no integrados. Ahora bien, para poner en dimensión a la categoría de frágiles sociales y tener una representatividad del problema de fragilidad y exclusión más cruda que también padecen quienes quedaron en los estratos más bajos de la pirámide socio económica, esto es pobres e indigentes, desde el IET trabajan con el concepto de Población No Integrada Socialmente (PNIS). Ese universo población lo componen entonces, los indigentes, los pobres no indigentes y los frágiles sociales (por ingresos o estructurales). Y se trata de un universo demasiado grande: según los datos de la última medición que tomó el IET, al tercer trimestre de 2020, 6 de cada 10 personas en Argentina no están integradas socialmente, lo que es bastante contundente respecto de la situación actual. Para ese momento del análisis había 10,2% de indigentes, 30,1% de pobres y 19,6% de frágiles. Hacia fin de año, los indicadores de pobreza e indigencia continuaron empeorando.
“Lo que muestra esto es que el gran problema que se profundizó en los últimos años, con la crisis que se inició desde mediados de 2018, es que la economía explicitó su caída con un proceso de deterioro de los ingresos de la población trabajadora en particular y de la población en general, por salarios muy rezagados, con una inflación creciente. Acá no opera la Teoría del Derrame clásica de la economía, acá lo que vemos es otro derrame, el de la gente que se va cayendo de un escalafón a otro en términos de pirámide social. Por eso creemos que manejando la dinámica actual de precios y salarios va a ser mágico revertir esta tendencia. La conclusión principal que se deriva, además de exponer la frágil situación económica que estamos atravesando es que la manera de dar vuelta esta tendencia es que se necesita de una importante mejora en el poder adquisitivo de los ingresos”, asegura Di Giovambattista.
Quiénes son frágiles sociales
Aquellas familias y personas que tienen altas probabilidades de caer en la pobreza. La población frágil no es pobre, aunque no está integrada socialmente. En términos de ingresos, son frágiles las familias con ingresos entre $60.874 y $91.311.