En medio de una tormenta de teorías conspirativas no prevista por ningún alerta meteorológico, varios colegas me decían que las restricciones del crédito para viajar fuera del país eran una cortina de humo para tapar el sobreseimiento a Cristina en la causa Hotesur, en tanto que otros aseguraban que sobreseyeron a la vicepresidenta como cortina de humo para tapar la prohibición de vender pasajes al exterior en cuotas. Los más extremistas afirmaban que el Chiqui Tapia sacó campeón a River para que la gente se olvide de que Barracas Central perdió la final del ascenso. O que Nicole Neumann usó el affaire de la China Suárez con Mauro Icardi para que no se hable más del embarazo de Mica Viciconte.
Por la medida que afecta el turismo internacional, pusieron el grito en el cielo desde los dueños de agencias de viaje hasta los falsificadores de pasaportes, quienes convocarían en Ezeiza a una manifestación de protesta a la que acudirían también viajeros frustrados, unidos detrás de la consigna: “Tengo verdes, no me dejan salir”. Desde el gobierno cordobés se estaría buscando aprovechar la situación para captar veraneantes: a los que pensaban volar a Inglaterra les ofrecerían alojarse en La Cumbre, a quienes querían irse de paseo a Alemania los derivarían a Villa General Belgrano y a los que planeaban visitar las pirámides egipcias les entregarían vouchers para tragos en la barra de Keops.
Después de todo, para quienes viven en las otras regiones del país y suscriben la teoría de que Córdoba es una nación aparte, venir de vacaciones a nuestra provincia sería como salir al extranjero sin necesidad de llevar dólares. Ese cambio de destino se haría visible sobre todo en las redes sociales, donde las habituales fotos en la torre Eiffel serían reemplazadas por selfies en la Cueva del Oso. Y donde en vez de proliferar los retratos en Disney, los “forasteros” se inmortalizarían en los autitos chocadores del Súper Park. El problema va a ser si se pretende emular la Fontana di Trevi con la Fuente del Perdón, cuando los que deseen arrojar una moneda allí deban atreverse a cruzar en diagonal la avenida Vélez Sársfield en horario pico.
Más allá de esta fantasía cordobesista, el que se recibió de hater esta semana fue el vicepresidente del Banco Nación, Matías Tombolini, al festejar el campeonato de River a la manera del Tano Pasman. Después de que el Millonario concretara su tercer gol ante Racing, a un usuario que lo toreó en Twitter le respondió: “Ahí tenés las tres cuotas”. En ese momento hubo tuiteros que, aun siendo hinchas de Boca, soñaban con que la goleada riverplatense fuera de 12 a 0, para que el funcionario se extralimitara en su fanatismo y posteara un “ahí tenés las doce cuotas”, habilitando de ese modo la posibilidad de abonar los pasajes a Miami en una docena de pagos mensuales sin interés.
Entre tanto revuelo, no tuvo eco suficiente la mojada de oreja de Rodrigo De Loredo a Mario Negri, a quien acusó de “festejar derrotas”, una patología que desde la UCR le endosan al Frente de Todos. Más preocupado por retener la presidencia del bloque radical en la Cámara Baja que por la guapeada del diputado electo, Negri no recogió el guante, lo que obligó a De Loredo a incomodar a otro dirigente de la vieja guardia de la política local: el gobernador Juan Schiaretti. Junto a Luis Juez, pidieron una audiencia conciliadora en el Panal, donde les habrían dicho: “Váyanse a consensuar al Congreso”.
En el Suoem, mientras tanto, no parecen dispuestos a “festejar derrotas”. “Vamos por todo lo que nos quitaron”, fue el grito de guerra de Rubén Daniele, cuya reaparición podría causar en el Palacio 6 de Julio el mismo efecto que diez conexiones cloacales estallando al unísono. Como un Santa Claus que pone a prueba los renos de su trineo antes de fin de año, el patriarca sindical de los municipales tomó la palabra en una asamblea y de inmediato subieron las acciones de las empresas que fabrican pirotecnia. Sin embargo, allegados a Martín Llaryora alegan que lo prefieren a Daniele para negociar paritarias, porque es el único dirigente con consenso dentro de un gremio más atomizado que la central de Embalse.
(*) Sommelier de la política
