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CóRDOBA
CINCO PREGUNTAS AL RABINO MARCELO POLAKOFF

“Hay que aumentar el concepto de nosotros”

9_08_2020_Ideas_Perfil_Cordoba
. | Cedoc Perfil

—A modo de consejo, ¿cómo se sobrelleva el aislamiento?

—Escribí algo hace un tiempo apelando a algunas claves ancestrales para resolver nuevas crisis. Refería a una cita del Talmud que dice más o menos así que cuando viene una mala racha, hay cinco conductas recomendables: la primera pedir ayuda, para el costado, para arriba o para adentro. La segunda, aumentar la justicia social, pero desde el involucramiento personal. Cuando las cosas vienen mal, uno tiende a encerrarse, el remedio es justamente lo contrario, tratar de ayudar lo más posible a otros. El tercer punto, no por orden de prioridad, el cambio de hábitos. En este caso, el cambio de hábitos es lo malo, pero, de todas maneras, propone acostumbrarse a un nuevo modelo de vida que necesita de estos cambios de hábitos, hoy para cuidarnos y cuidar del resto. El otro punto es el cambio de lugar. Cuando venía una mala racha, nuestros antiguos rabinos lo decían no en el sentido de mudanza, sino de cambio rutina. El último, más complicado de explicar, es cambiar tu nombre. No se trata de alterar el DNI, sino agregar un nombre por una vieja tradición mística que funciona como un cambio de enfoque, para tratar de situarse desde otro lugar, para ver con otra perspectiva lo que nos pasa. No es sencillo. Por otro lado, me parece que aquellos que tienen una práctica espiritual constante siempre están un poquito mejor preparados. Es decir, si en tiempos de no crisis tenés una actitud de gratitud en general, de confianza, de salir a buscar al prójimo, de reconocimiento de las bendiciones que solemos tener en lo cotidiano y que no reconocemos hasta que las perdemos... Cuando llegan los momentos en que perdemos libertades de movimiento, de contacto, de trabajo o de ingresos, creo que es importante no solo recurrir a la asistencia espiritual de marea alta, sino, justamente, cuando "todo está mejor" poner el énfasis también. Si las tradiciones religiosas pueden ayudar es porque incomodan a los que están demasiado cómodos y dan un poquito de confort a los que están mal. Cuando uno está "cómodo", se incomoda en el buen sentido, dando de sí para otros, por ejemplo; y al llegar las malas está mejor preparado. No quiere decir que estés indemne o inmune, pero se atraviesan mejor los momentos difíciles.

—¿Notó algún cambio en el desarrollo espiritual de las personas durante el aislamiento?

—Es muy difícil generalizar. Me da la sensación de que es muy personal, lo que decía antes: quienes tienen la gimnasia espiritual atraviesan mejor todo, los momentos felices y de angustia.

—¿Recuerda algún otro momento en que hayamos vivido algo semejante o lo define como un tiempo inédito para nuestro país?

—Obviamente lo inédito tiene que ver, por ejemplo, con que el barbijo hoy pasó a ser parte de nuestra cara, el alcohol en gel se usa más que el desodorante. Eso es insólito. Luego, el tema de la pérdida de fuentes de trabajo, lamentablemente lo vimos muchas veces, tal vez ahora se profundice un poco, pero no es nuevo. La masividad sí es lamentable. Creo que nos estamos portando bastante bien como ciudadanos, hay que reconocerlo. En términos generales, las personas respetan los lineamientos sanitarios. Y, por suerte, no hubo grandes desbordes. Esperemos que siga así. Y el otro aspecto inédito es que nos damos cuenta en lo cotidiano algo que las tradiciones religiosas vienen sosteniendo hace milenios y que, tal vez, no estaba muy claro en la conciencia de todos que es que lo que uno hace por más pequeño y, en principio, intrascendente que parezca, incide y modifica el cosmos. Esto que notamos para lo malo, deberíamos subrayarlo para lo bueno. Ojalá que esta inyección de responsabilidad se sume a que nos cuidemos entre todos, seamos más solidarios, busquemos más justicia social y no nos encerremos en nosotros mismos. Hay que aumentar el concepto de nosotros, hay que ampliar el nosotros.

—Lo noto optimista, ¿cómo ve el futuro inmediato o qué espera?

—No es una cuestión de optimismo o pesimismo, sino de una esperanza activa. El optimismo y el pesimismo son emociones. Creo que la clave pasa por una actitud esperan zadora en términos de no sentarse a esperar que las cosas pasen, sino de hacer algo para que lleguen. Aunque no estén a la vista, aunque sean a largo plazo, no importa, hay que seguir.

—En ese punto entran en juego también las libertades, motivo de mucho malestar, además de la pandemia en sí, del Covid. ¿Cómo lo evalúa?

—También es difícil contestar en un sentido general. Hay que cuidar las libertades, sin duda alguna, pero cuando se enfrentan la libertad y la seguridad -en este caso en términos sanitarios que puede terminar en la muerte- evidentemente hay que achicar los espacios de libertad. Ahora, cuando esto se exaspera, es necesario un equilibrio, y es difícil. La clave creo que pasa por sectorizar, localmente. No puede aplicarse la misma ley de distanciamiento social, por ejemplo, para una colonia de 10 habitantes que para una ciudad como Buenos Aires. Me parece que por ahí pasa parte del cómo bajar un poco los ánimos. Cuanto más local sean las decisiones, se combina mejor el equilibrio entre libertad, seguridad y justicia.