“El control de la producción, es el control de la vida humana”; “¡Dios, una señal! Dime cuál banco es igual a un banco suizo”; “Islas Marshall: un paraíso sin Banco Central”
La Federación Internacional de Ajedrez titula “Gran Maestro Internacional” a jugadores de excelencia. Hubiera sido concedido a Friedrich von Hayek (1899-1992) si hubiera existido la Federación Internacional de Economía. Concretamente en 1927, cuando fue director del Instituto para el Análisis del Ciclo Económico, junto a Ludwig von Mises.
Conocer al austríaco, en 600 palabras es utópico; por ello, lo más valioso del vienés, la “Teoría Austríaca del Ciclo Económico” es el tema de este artículo.
La banca de reserva fraccionaria (1670) permitió prestar dinero depositado “garantizando” su disponibilidad, suponiendo exigencia fragmentaria. Se confundían los contratos (depósito y mutuo) y se expandía el circulante. El riesgo originó quiebras y pánicos en los bancos más especulativos. Así fue que los conservadores compraron activos inseguros con ventaja. En 1912, Mises la censuró, enunciando la “regla dorada “contra la insolvencia: los pagos no deben vencer antes que los cobros.
Ricardo y otros clásicos explicaron la industrialización inglesa postrera: períodos alcistas y crisis, por el efecto monetario. Hasta entonces, los ciclos eran los de las guerras y cosechas. Desde la centralización de la emisión (Banco de Londres, 1844), influyó el efecto monetario. El monopolio agravó el problema. Centralizadas las reservas, desaparecieron el mercado y la posibilidad de que los depositarios exigieran reembolsos. Ante la ausencia de mercado, el precio del dinero fue falseado. La centralización produjo los ciclos nacionales. Se reveló la pérdida de valor monetario por comparación de precios internos y exportables (el patrón oro subsistió hasta 1914).
La FED (Reserva Federal de EE UU), fundada en 1913 para mantener el valor y evitar crisis, contribuyó al mayor crac y destruyó un 96 % del valor del dólar. Los gobiernos emiten para expropiar recaudando, ya que la ilusión le permite utilizar el dinero aún valioso; los últimos lo reciben devaluado.
¿Qué dice Hayek? Que el capital y las monedas están sujetos a la oferta y demanda. El interés transmite información. La tasa muestra las preferencias de los oferentes y demandantes de capital.
El ciclo con intereses bajos, expansión artificial del crédito y sin ahorro previo, provoca inversiones riesgosas: se gastan los bienes de capital en proyectos ruinosos. Se crea un falso auge; se desordenan producción y consumo. Hay inflación, suben los precios (igualando la cantidad de dinero) y se distorsionan por mayor circulante. Cae el salario, se sustituye la máquina por mano de obra, ergo, se reduce la producción.
Los prestamistas exigen compensación por la pérdida, elevando las tasas, las que suben, además por mayor demanda de dinero para reponer los bienes de capital. Se revela la ilusión monetaria y las inversiones dispendiosas. Nuevas inyecciones evitan que explote la burbuja y se agrava la inevitable futura crisis. Ahí se liquidan las inversiones improductivas, hay falencias y reasignación de recursos hacia usos racionales. En la traumática liquidación se pierde valor. El ajuste basa el crecimiento, cimentado en el ahorro voluntario.
Las monedas respaldadas por activos reales son la solución a la manipulación: los ejemplos son el Patrón Oro y los bancos suizos con 100 % de reservas. Hay burbujas con patrón oro y banca de reserva 100%, pero serán sectoriales, el resto de la economía compensará. La estabilidad imposibilita burbujas globales.
En 1945, en Argentina, comenzó una zaga de fases primarias de ciclos económicos “austríacos“, con continuas inyecciones de liquidez, que duran hasta el presente. Ni un economista de clase mundial como Hayek fantaseó un delirante período de 75 años.
Gestor de patrimonios financieros y Contador Público
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