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PRECIOS SIN CONTROL

Inflación de tres dígitos abre puerta a nueva inestabilidad

Para analistas, el nuevo andarivel al que llegó la suba de precios interanual es más que sólo simbólica. La inflación general a más de 102% esconde otros valores, como el del fuerte incremento de las canastas básicas y la alimentaria que crece al 115%. Además, preocupa que aún hay precios regulados y estacionales muy atrasados que van a presionar para una nueva suba del IPC. Las disputas y presiones políticas en la coalición gobernante completan el combo para otra etapa de inestabilidad macro.

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TRES DIGITOS. Con inflación anualizada por encima del 100% costará más equilibrar las variables clave. | Cedoc

El 3 de agosto del año pasado el presidente Alberto Fernández le tomaba juramento a Sergio Massa como nuevo ministro de Economía. Y desde el minuto 1 de su gestión se empezó a hablar de “superministro”. El mote no era solo simbólico. Con la modificación de la Ley de Ministerios Massa se haría cargo de una cartera que unificaba Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura. Y a la vez, llegaba al puesto con una serie de atribuciones especiales. En total, 76. Un cheque en blanco que la vapuleada administración Fernández cedió para que haga, deshaga, toque y retoque todo lo que necesitara con el objetivo claro de acomodar la macro.
Tras la renuncia a Economía de Martín Guzmán, llegó un julio frenético, en el que la gestión de Silvina Batakis no logró hacer pie y las expectativas se dispararon por los aires. La inflación que ya corría al 5% en mayo y junio de 2022 saltó por encima del 7%. La sensación de una economía marchando sin frenos y sin precios era palpable.

Y el stockeo y la remarcación de precios anticipando futuras subas para hacer frente a costos de reposición eran el día a día. La economía se estaba trabando. En algún sentido, el ingreso de Massa y su portfolio de atribuciones logró bajar tensiones, calmar a los agentes económicos y logró “vender” la idea de que era posible estabilizar la macro. Apoyo del exterior y encuentros con los organismos multilaterales de crédito también sumaron.

Pero a comienzos de 2023, y en paralelo al fervor mundialista, empezó a ser visible la falta de un plan consistente para contener la suba de precios, el principal síntoma descomponedor de una economía doméstica que pretenda ser sana. El dato del IPC febrero -6,6%- que se sumó a otro similar en enero y que elevó la inflación interanual a los tres dígitos con el 102,5% volvió a instalar la idea de que poco se hizo en ese frente.

Máxime cuando aún hay precios regulados contenidos. Y cuando ese valor, analizado hacia adentro de sus dimensiones también expone que quienes más sufren la suba de precios son las clases medias bajas y bajas.

Las tres inflaciones. El economista José Simonella profundiza y explica esta idea tan comentada de que las clases bajas son las que más sufren la inflación, algo que se ve claramente cuando se analiza la evolución de la Canasta Básica Total –con la que se determina los límites de las personas en la franja de pobreza- y la Canasta Básica Alimentaria –para determinar los límites de la indigencia.

“Cuando decimos que la inflación es una máquina de generar pobres es porque es lo que está pasando. Con la medición de febrero lo podemos ver claramente. Quienes tenemos la fortuna de tener una canasta de bienes y servicios relativamente equilibrada enfrentamos una inflación de 6,6%, eso dio la medición de febrero. Pero Alimentos corrió al 9,8% y en los últimos dos meses sumó 17,2% un número muy relevante”, comenta.

Y remarca que Anualizada la inflación general interanual fue 102%, pero la de alimentos fue 108,4%. “La Canasta Básica Total, que mide pobreza, tiene una suba interanual del 111,3%, pero la Canasta Básica Alimentaria, que es a lo que llegan a comprar las personas en situación de indigencia sumó 115%. Ahí vemos cómo afecta más a los que menos tienen. Ahí vemos como esto pega a la gente con menos recursos”, sostiene.

Natalia Calcagno, socióloga y coordinadora del estudio de Canasta Básica Alimentaria de Colsecor remarcó que en febrero se observaron incrementos importantes durante el verano que vienen del año pasado y en estos primeros meses no parecerían desacelerarse. “Con respecto a las diferencias entre las localidades, se continúan observando heterogeneidades que no están explicadas ni por la geografía ni por las provincias, con diferencias de alrededor de $8.000 entre la canasta más alta y la más económica”.

El economista Maximiliano Gutiérrez, del Ieral, aporta: “la inflación no afecta a todos de igual manera. Hasta mediados del año pasado, con ayuda del Estado y adicionales, los deciles más bajos de la pirámide social paliaban un poco la inflación y compensaban la caída del poder adquisitivo. Pero en los últimos meses y con la fuerte aceleración que estamos viendo en alimentos, la población pobre está siendo muy afectada. La aceleración en esos rubros les impacta mucho más de lleno porque son quienes destinas más parte de sus ingresos o la totalidad a la compra de alimentos”.

Cómo sigue. Con precios regulados y estaciolanes aún atrasados, lo esperable es que la inflación siga en escalada. El dato clave salta al mirar la inflación núcleo, un registro más puro que no incluye los valores regulados ni estacionales. Marcó 7,7% en febrero.
El punto es que, cómo se marca, tanto las tarifas de servicios públicos como el propio tipo de cambio aún siguen rezagados.

“La aceleración inflacionaria detectada en los últimos datos genera complicaciones para el manejo de la macro, al margen del significado político que tiene el regreso a la dimensión de los tres dígitos en la medición interanual. Entre las inevitables derivaciones hay que contemplar la expectativa de una aceleración del “crawling peg”, por el rezago del tipo de cambio frente a la inflación y, del otro lado de ese mismo “mostrador”, la percepción de la necesidad del Banco Central de volver a elevar las tasas de interés de política, para mantenerlas positivas en términos reales. Mientras estas variables se acomodan al nuevo escenario, la inestabilidad puede acentuarse”, marca un paper elaborado por Gutiérrez.

En diálogo con PERFIL CORDOBA, amplía: “la inflación no va a desacelerar en el corto plazo, no tenemos un programa de estabilización, lo único que hay es un programa de Precios Cuidados que tiene baja incidencia, pero principalmente no sirve para anclar expectativas. No forma parte de un plan de estabilización que ataque también la parte monetaria y la parte fiscal. Es una botella de agua en el desierto”.

“No pensemos en un incremento de la inflación, pero de mantenerse esta dinámica el Banco Central se va a ver obligado a acelerar el crawling peck –la evolución del tipo de cambio- porque si deja que se atrase el tipo de cambio te generas un problemón por el lado de la balanza comercial, en un contexto donde la sequía ya te hizo mucho daño”, define.

Simonella coincide en que la inflación va a seguir elevada porque el gobierno no ha tomado ninguna medida para frenarla y porque la emisión se sigue produciendo, tanto para sostener el gasto público sobre los ingresos como por el hecho de que el Banco Central tiene que emitir para mantener el precio de los bonos. “Compró más de dos billones de pesos en bonos que el sector privado se quería deshacer. Para eso emitió. Para colmo, los dólares diferenciales que se crean, a los efectos de mejorar las reservas, como el Dólar Soja 1, el Dólar Soja 2, el Dólar Malbec para cubrir la diferencia te demandan más emisión. Entonces la emisión, que es el principal combustible de la inflación sigue estando”, marca.

Ruido político. El combo se completa con la tensión política, esperable en un año de llamado a las urnas.

“Las pujas dentro de la coalición gobernante son tan grandes que llevan a que nadie se quiera hacer cargo de los problemas. Ahí vemos inflación e inseguridad y los intentos de despegarse. Algunos logros, como la negociación con el Fondo para que baje las exigencias, generó nuevas críticas y se llegó a plantear que conviene defaultear con el Fondo”, dice Simonella.

-¿Una inflación a 3 dígitos, en este contexto político, abre la puerta a una nueva etapa de inestabilidad?
-Sí, sí. Porque además de volver a una etapa de inestabilidad el gobierno busca despegarse de la situación y cuesta conseguir quien se haga cargo. Y queda mucho tiempo para el final del gobierno. El panorama se va agravando porque la situación social esta tensa, los ingresos de los trabajadores, sean formales o informales, están erosionados por la inflación, que no cede. Es un combo complicado.

-Tampoco aparecen herramientas de una política antiinflacionaria.
-Vos no podes generar un cambio de expectativas cuando no tenés credibilidad. La condición fundamental para cambiar expectativas es tener credibilidad.  Acá el gobierno hace un anuncio hoy y después se desvanece. Pasó con el canje de la deuda, hay que ver si fue bueno o no fue bueno, pero se termina diluyendo. Hay que tener credibilidad y poder político. No puede volver de nuevo el rumor de defaultear porque es muy difícil así hacer política económica. Los desencuentros adentro de la coalición gobernante hacen todo más difícil. No se puede combatir la inflación en Argentina si no bajamos el gasto público y si se sigue promoviendo el consumo. Necesitamos que los políticos que tengan un plan hablen con claridad, que digan que hacer un esfuerzo. Si lo hubiéramos hecho hace unos años ese esfuerzo era menor al daño que nos está haciendo esta inflación.

 

Marzo, otro mes caliente
Marzo suele ser un mes con inflación más elevada debido al ajuste de Indumentaria por el cambio de estación y de Educación por el inicio de clases. Asimismo, para este mes se esperan más ajustes en regulados: colegios privados (16,4%), prepagas (entre 5% y 7,7%) combustibles (el 3,8% que se acaba de dar) trenes y colectivos (6%) servicio doméstico (4%); las alzas de Gas según ingresos del usuario serán entre 39% y al menos 50%; y en agua las subas según área geográfica operarán entre 15 y 20%.

 

Inflación de costos
Respecto a la llamada “Inflación de costos”, que involucra la evolución de tarifas, salarios y tipo de cambio, cabe prever una presión creciente, ya que desde fin de 2018 hasta la fecha se ha acumulado una “inflación reprimida” del 20,2%. “Esta es la diferencia entre la suba de precios al consumidor en los últimos 50 meses, que fue de 596,2% y la de la canasta conformada por el tipo de cambio oficial, los salarios y las tarifas, que anotó una variación de 479,1% en igual período”, apunta el Ieral.