Las últimas horas de 2022 trajeron desconcierto y alguna que otra frustración a los principales partidos políticos, tanto del oficialismo como de la oposición. El gobierno de Juan Schiaretti sigue sometido a los sacudones inesperados, ya no por problemas de gestión sino por enfrentamientos internos y entre ellos puede nombrare, por caso, a los dirigentes del Frente de Todos y al improvisado grupo de intendentes a los cuales la administración provincial dejó afuera de la re-reelección ya que no se modificó la ley para permitir un nuevo período a los jefes municipales. Éstos ya anticiparon que podrían presentarse con candidatos propios en 2023.
Una primera lectura permite interpretar que si el Frente de Todos y los intendentes peronistas disconformes participan de la elección provincial por fuera de las estructuras del peronismo schiarettista, podrían perjudicar al candidato de ese sector, el intendente de Córdoba Martín Llaryora. El panorama es complejo y puede verse caso por caso:
Kirchnerismo. Todas las vertientes que comulgan con el gobierno nacional dijeron que no hay proximidad con Schiaretti porque existen fuertes diferencias ideológicas con el gobernador y con lo que se denomina peronismo schiarettista.
A partir de ahí es que piensan presentarse a las elecciones de 2023 con candidatos propios. Debemos recordar que el piso histórico del kirchnerismo en Córdoba es de aproximadamente el 10 por ciento de los votos y el pico lo logró en los comicios de gobernador de 2015, cuando la fórmula Eduardo Accastello – Cacho Buenaventura superó el 17 por ciento de los sufragios.
En la actualidad, hay dos bandos bien definidos dentro del Frente de Todos y como no existe un proyecto común, desde ambos lados anticipan que lo más seguro es que las diferencias se diriman en una competencia interna.
En uno de los grupos se ubican los diputados nacionales Eduardo Fernández, Gabriela Estévez y Pablo Carro, que lideran un conglomerado de más de 25 partidos y agrupaciones. Cualquier de los tres podría ser candidato a gobernador y, de hecho, todos aspiran a encabezar la boleta electoral.
De otro lado de la calle se encuentran Carlos Caserio (vicepresidente del Banco Nación), Olga Riutort (titular del Pami Córdoba) y el intendente de Embalse, Federico Alessandri, quien ya lanzó su precandidatura a gobernador.
Caserio también podría ser aspirante a la gobernación y Riutort anticipó que pretende ser otra vez candidata a intendenta de Córdoba. Todo a internas, reconocen cerca de la ex secretaria General de la Gobernación.
Al rechazar la posible fuga de votos al Frente de Todos si va con boleta propia, voceros de Llaryora opinaron que “más perjudicial sería que el peronismo de Córdoba fuera con los K, que tienen un alto rechazo en la sociedad cordobesa”.
De momento, es indefinida la situación de quien fuera referente del sector, Martín Gill, quien no termina de definirse si será candidato del Frente de Todos o participará de la lista schiarettista. En estos momentos, baila un extensísimo vals con la diputada nacional Natalia de la Sota, que no va más allá de las fotos.
Intendentes enojados. La decisión oficial de no debatir la re-reelección de intendentes y legisladores puso de pésimo humor a un nutrido grupo de intendentes que quedarán excluidos de las listas del año que viene por prescripción legal. No hubo cambio en la ley y los intendentes trinan y amagan con presentar candidatos propios. Son en total unas 180 localidades, comunas, pueblos y algunas ciudades con poco más de 10.000 habitantes.
Posiblemente el impacto electoral sea bajo si llevan candidato a gobernador, pero en el medio hay mucho ruido interno y el PJ quedó entrampado en esta situación. Desde el Centro Cívico se anticipó que habrá diálogo con los quejosos y que la mayoría tendrá lugar en las listas legislativas o en cargos expectables si Llaryora triunfa. Hoy no parece un tema sencillo como lo plantea el oficialismo, aunque es difícil distinguir entre quienes amenazan con dar un portazo y quienes están dispuestos a darlo.
¿Qué hay debajo de la alfombra? A su vez, Juntos por el Cambio es un conglomerado muy difícil de acomodar sobre todo en vísperas electorales. Todavía no se firmó la alianza ni tampoco el reglamento que exige Mauricio Macri, quien a veces parece no haber tomado nota que su predicamento en Córdoba está algo deteriorado.
Obviamente, los actores centrales de esta obra son Luis Juez y Rodrigo de Loredo, ambos aspirantes a la gobernación aunque todavía no está dicha la última palabra.
Hasta ahora, De Loredo y Juez siguen mostrándose en público, se prodigan elogios y se sacan fotos sonriendo. En la vida rosa de las redes sociales, los dos legisladores nacionales son buenos amiguitos y compañeros de ruta.
¿Eso es realmente así? Pregunta de difícil respuesta, porque si se tiene en cuenta lo que los principales actores dicen, todo estaría más que bien. Ahora, cuando hablan o sugieren los actores de reparto (dirigentes de segundas y terceras líneas de ambos sectores), la cosa cambia.
Hay cuestionamientos cruzados, desconfianza, sospechas y temores en cuanto a los movimientos del otro. Cuando se consulta a estos referentes sin tanto cartel, es como si se levantara la alfombra y se viera con alguna claridad lo que hay en el piso. Se viene un verano pesado, matizado con fotos en festivales, declaraciones almibaradas y remeras negras. Se verá si es con la alfombra puesta o no.