“La deuda era un primer paso muy importante para resolver los problemas de Argentina. Mi sensación es que el arreglo es un gran alivio, pero la agenda sigue siendo muy complicada. Los desafíos que tiene Argentina son enormes”, así arrancó su diagnóstico el economista Miguel Kiguel convocado para un análisis de la macro por Amcham Argentina. El expresidente del Hipotecario y asesor de FIEL remarcó que una de las tensiones más complejas que se viene será la de contener el gasto público en un contexto en el que la sociedad, las empresas y las provincias y municipios están demandando más asistencia.
“Hoy tenemos niveles de pobreza del 45%, rozamos el 2001, los niveles de indigencia son altos y el desempleo va al 13%. La demanda de la gente es revertir esta caída. Para esto hacen falta políticas de corto plazo, expansivas, el problema es que la política fiscal implica mayor déficit fiscal, cuando el país tiene una necesidad tremenda de reducir déficit”, dijo.
Kiguel remarcó que el déficit fiscal primario tuvo un pico de 5 puntos del Producto en 2015/2016, después vino un ajuste que llevó ese valor a medio punto del Producto y este año se elevó nuevamente a 6 puntos del PBI. “La política expansiva ya la estamos haciendo hoy, no es que se puede hacer. ¿Puede haber, hacia adelante, más estímulo fiscal? La respuesta es no. No puede venir más estímulo fiscal porque hay que reducir el déficit fiscal, porque este país es insolvente. En lugar de una política expansiva tenemos que hacer una política contractiva. Esta política ayudo a mitigar los efectos de la pandemia, pero el año que viene hay que reducir el déficit a la mitad”, subrayó. En su visión, esta economía ya no puede seguir usando políticas expansivas porque cuando la actividad reaccione va a haber que poner el freno más que el acelerador. “Y hay riesgos de inflación alta porque la cantidad de dinero subió 110%. Podemos ver algunos meses de inflación de 5%, 6%, hay indicadores de alta frecuencia que señalan que el piso de la inflación ya pasó, aunque sin riesgo de hiperinflación”.
En una comparación con otros soberanos recordó que en todos los países el déficit fiscal se financia con deuda. Uruguay, Chile y Paraguay se financian en dólares al 3%, Brasil y México al 4%, pero subrayó que todavía Argentina no tiene precio porque nadie le está prestando, con lo que está vedada la opción de endeudarse.
Emisión y precios. En este punto, Kiguel fue tajante al remarcar que el mecanismo de transmisión no es de pesos a precios, sino que hay un intermediario que es el tipo de cambio. “Cada crisis es distinta, pero la coyuntura es similar. En 2014, para controlar la pérdida de reservas no alcanzaron otras medidas y se devaluó. Hoy el país no está en condiciones de pasar 3, 4 meses más perdiendo reservas a esta velocidad. En 2014, después de la devaluación tuvimos 3 meses de inflación alta, algo así puede pasar ahora, es un escenario posible. Ese riesgo está, el dólar CCL y el Blue, están con una brecha letal frente al oficial y esta brecha es letal para las reservas. Con esta brecha la gente encuentra mecanismos para sacar dólares al sector oficial. El mes pasado se perdieron US$ 800 millones y el superávit comercial debe haber sido de US$ 1.300 millones. O se ajusta más el cepo o las reservas no van a subir. Y si se ajusta más, el blue se va a escapar más, es un momento muy difícil para hacer política económica. Estamos con una brecha arriba del 70%, con esta brecha se devaluó en el 2014. Argentina puede vivir con una brecha del 20%, 30%, pero no con una brecha más alta”, aseguró.
¿Que nos va a pedir el FMI?
La próxima gran negociación, por compromisos de US$ 47 mil millones es con el FMI. Según Kiguel, en esa discusión el Fondo se centrará en tres aspectos: Una política fiscal sostenible (“Puede ser un poco más flexible, pero no mucho. En última instancia el fondo va a querer cobrar, no va a prestar plata nueva para no cobrar. Y para eso va a pedir que el sector publico genere superávit); un Banco Central con reservas (“eso como se hace con un tipo de cambio alto, el FMI va a querer un tipo de cambio más flexible y más cercano a los $85); y frenar la salida de capitales (“va a pedir una suba en la tasa de interés, una política monetaria más restrictiva y que ayude a bajar la inflación porque eso ayuda a impulsar el crecimiento”). “Imagino una negociación difícil, el FMI no va a venir mostrando los dientes, pero tiene sus políticas. La estrategia del país debería ser, ya que hay que aplicar esas políticas, al menos pedir plata adicional”.