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ANÁLISIS Y PERSPECTIVA

La defensa: el diferimiento perpetuo

1-11-2020-Logo Perfil
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La carga fiscal insoportable que sufrimos en nuestro país desde hace ya bastante tiempo motiva al contribuyente, y éstos a sus asesores, a pensar cómo eludir o atenuar la obscena exacción. Los impuestos siempre afectan a la inversión, frustran o retrasan un consumo.

El diferimiento (traslado hacia el futuro) en el pago de impuestos tuvo vigencia como máximo incentivo a la inversión productiva (para algunas provincias) durante la vigencia de la Ley 22.021 (1979). Ésta dispuso un mecanismo  para el inversionista que efectuara inversiones en los proyectos promovidos: consistía en el atrasar el pago de impuestos, sin intereses. La cancelación de los mismos debía efectuarse en cinco (5) anualidades consecutivas a partir del sexto ejercicio posterior a la puesta en marcha del proyecto.

También, durante la década del ‘80, resultó posible para las sociedades anónimas deducir hasta el 100% de la utilidad pagando honorarios de Directorio y difiriendo de esa forma más un año el pago del Impuesto a las Ganancias y aprovechar la inflación. Esto reducía la tasa real en forma más que considerable.

Aun hoy, la traslación hacia el futuro del 25% de la utilidad contable del Impuesto a las Ganancias de las sociedades anónimas y sociedades de responsabilidad limitada permite reducir la tasa real del gravamen.

La inflación grosera, las colosales tasas y los regímenes diferenciales, siempre alientan el diferimiento en el pago de los impuestos. Esto es una realidad que casi todo profesional de las ciencias económicas sabe.

Con sentido, si un contribuyente puede diferir el pago, la erogación, en definitiva tiene una probabilidad cierta de desaparecer en el futuro: blanqueo, moratoria, condonación, hiperinflación, quiebra, ley de promoción, cambio retroactivo del régimen...

La imposible perpetuidad de lo que se sabe indefectible es una ilusión, una utopía. Las utopías son proyectos, deseos o planes ideales, atrayentes y beneficiosos, de casi imposible suceso. En el momento de su formulación son irrealizables. Los esbozos utópicos son futuros y realizables solo con intervención divina. A pesar de lo ficticio de las utopías, en la historia del pensamiento se les han atribuido funciones orientativas, de valor, críticas y de esperanza.

“Hay dos tipos de dictadores: los impuestos y los elegidos, que son los políticos“; “en este mundo solo hay dos cosas seguras: la muerte y pagar impuestos”.

Las conocidas frases de Benjamín Franklin (uno de los padres fundadores de los Estados Unidos), aplican en forma dispar para nosotros. Por un lado, los impuestos y los políticos son dos verdaderos dictadores. Por otro, como la imaginación, acá, brota ante la desmesura, la utopía del diferimiento perpetuo de los impuestos y su eventual impago definitivo, se acrecienta cada día.

Gestor de patrimonios financieros y Contador Público
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