Combina con sutileza la vulnerabilidad y la firmeza. No cree en las dicotomías apolilladas de “políticos versus técnicos” y va un paso más allá en su postura: “Esa confrontación solo subsiste como percepción entre los viejos políticos; hoy el reclamo de la sociedad pasa por otro lado. No concibo una buena política que no tenga un sustento técnico”.
Con estas definiciones recibió a PERFIL Córdoba la nueva secretaria de Planeamiento y Modernización de la Provincia, Alejandra Torres. Su área forma parte de las decisiones estratégicas que adoptó el gobernador Juan Schiaretti para imprimir un ritmo de calidad diferencial a la gestión del Estado, de cara al 2019.
Torres actuará como articuladora interna de un programa de Naciones Unidas destinado a la modernización del sector público y hará intervenciones en todos los ministerios y organismos descentralizados que dependen de la Provincia. Para ello, no incorporará planta permanente sino que ha diseñado una “task force” de técnicos altamente especializados que actuarán ad hoc, por programas, en cada una de las dependencias donde intervengan. De hecho, ya iniciaron en tres sumamente críticas: secretaría de Equidad y Promoción del Empleo y ministerios de Educación y Justicia.
-Cuando la gente escucha que se “modernizará el Estado”, lo primero que piensa es en un ajuste. ¿Usted viene a eso?
- No, para nada. Cuando hablamos de modernización nos referimos a incorporar TICs (tecnologías de información y comunicación) que permitan desburocratizar el Estado, hacerlo más ágil, dinámico y cercano a las necesidades de la gente.
Además, modernizar implica trabajar sobre la cultura tradicional de gestión del sector público. Tenemos que entender que estamos acá al servicio de la gente; estamos ocupando puestos que nos paga la sociedad a través de impuestos y por lo tanto debemos devolver a ella un servicio de calidad.
La consigna es acortar la brecha entre el esfuerzo que hace la gente para financiar el Estado a través del pago de impuestos y lo que la gente recibe en cantidad y calidad de servicios.
Hay que hablar menos del tamaño del Estado, lo que lleva al debate inconducente de “ajuste” versus “no ajuste”, y más sobre la calidad del Estado, lo que lleva al desafío mucho más conducente de diagramar estrategias para innovar y modernizar la gestión, buscando producir más y mejores servicios con los mismos recursos.
-Más con los mismos recursos…para algunos burócratas e incluso políticos, esto puede resultar incómodo. ¿Cómo hará para intervenir en sus agendas?
-Los diferentes ministerios ya nos están llamando, básicamente porque han captado el mensaje del gobernador. Por ejemplo, ya estamos trabajando con el programa de las Salas Cuna, para consolidar lo hecho y hacer ajustes.
Este es un programa esencial para dar seguimiento al estado de nutrición y estimulación temprana de los niños, pero también para empoderar a las madres a efectos de que internalicen la importancia de llevar a sus hijos a las Salas Cuna, y desarrollen la iniciativa de salir a trabajar mientras sus niños son bien cuidados.
Hay tres generaciones que se acostumbraron a recibir un subsidio, y ya ni siquiera se valora ese aporte. Esto lo están demostrando las encuestas: se perciben los subsidios como algo dado, que así tiene que ser, y no como algo transitorio. Entonces, tenemos que hacer que la gente recupere el valor que implica educarse para encontrar un buen empleo, y sí exigir a la sociedad oportunidades.
-Durante muchos años el gasto asistencial sirvió para hacer política. ¿Cómo se cambia eso para modernizar su gestión?
-Las políticas asistenciales son el fracaso de las políticas sustantivas. Si yo tengo una política asistencial es porque fracasé en la política de gestión, en la que se refiere a la macroeconomía, a la educación, a las cuestiones de fondo.
Cuando uno hace política asistencial, lo que en realidad está haciendo es levantando los muertos que deja la mala política. Las políticas asistenciales son transitorias; si no entendemos eso, estamos en un grave problema.
-¿Y se comprende esto en el gabinete?
-Yo lo dije el otro día en una reunión: no puedo pensar que el Paicor sea para toda la vida. No puedo estar festejando eso porque significa que hay niños que no están comiendo en sus casas.
El Paicor es muy buena política hoy, porque enfrentamos un problema, pero debería tender a desaparecer porque todos deberían ejercer el derecho de estar bien nutridos en su familia, en su casa, con padres educados que tienen empleo digno. Dije esto y sí causó molestias.
La pobreza, hay que reconocerlo, ha servido para generar empleo para muchos, y no solamente en la política sino en otras organizaciones que usan a la pobreza para su beneficio. Esto me genera mucho dolor porque la pobreza no hace digno a nadie.
DOS LLAVES MAESTRA
Las dos llaves maestra que aplicará la Secretaría de Modernización para encarar el enorme desafío que tiene por delante son de uso estricto en aquellos países que transitaron con éxito por estos procesos (Chile, Uruguay y Costa Rica, por caso). Ellas son:
-Metodología ex post: desarrollada por Cepal, facilita una mirada más comprensiva que la dada por el solo chequeo del impacto de una política. Se trata de un método que permite evaluar críticamente el diseño de los proyectos, su proceso de ejecución, el monitoreo de posibles desviaciones, las correcciones necesarias y la evaluación del impacto a través de indicadores que miden el retorno social de la inversión pública.
-Big Data: generación de información, consolidación de datos, diálogo abierto y transparente de las bases de datos. “El hecho de tener bases que permitan evaluar con claridad dónde se aplican los recursos, a cuántos beneficiarios efectivos llegan y sacar rápidamente relaciones costo-beneficio ayudará a que los focos de corrupción vayan desapareciendo o, cuanto menos, se sientan amenazados”, señala la secretaria Alejandra Torres.