Como acontece casi todos los años, lo que se supone debería ser el Día de la Lealtad desnuda más infidelidades que una telenovela turca y en pos de la unidad se programan tantos actos por el 17 de octubre que quien quiera estar presente en todos deberá proveerse de un buen stock de hologramas.
“Hay dirigentes que estarían en serios problemas, porque son más falsos que sus propios dobles”, me confesó indignado un puntero que todavía no sabe si su gente asistirá a la convocatoria del PJ, a la del sindicalismo o a la de la Iglesia Maradoniana, que prepara la conmemoración por los 25 años del retiro deportivo del Diego.
Tampoco se sabe muy bien a cuál de todas estas citas asistirá Alberto Fernández, si bien una de ellas será en la Plaza de Mayo, sobre la que da precisamente el balcón de la Casa Rosada. Desde el entorno presidencial tendrían cierto temor de que los jóvenes de La Cámpora entonen cánticos agresivos contra el mandatario, como: “Qué pasa, qué pasa, qué pasa en Capital, Larreta pone vallas y vos no las sacás”. O tal vez: “Y ya lo ve, y ya lo ve, es la gloriosa Macbook Air”, en clara alusión a las trabas e impuestos a la importación que llevan a que esos artefactos tecnológicos sean tan inaccesibles para el pueblo como el Premio Nobel de la Paz lo es para Sergio Berni.
Más preocupados por la liturgia electoral que por la peronista, en Hacemos por Córdoba todos se preparan para que comience la campaña de Martín Llaryora a la gobernación. Y si no arranca, sobran los brazos dispuestos a empujarla, entre otros los del propio Juan Schiaretti, quien ante un grupo de intendentes ratificó al sanfrancisqueño como su candidato, un anuncio menos sorpresivo que el de la separación de Wanda Nara y Mauro Icardi.
Sólo faltaría entonces que se devele la incógnita de la fecha de las elecciones provinciales, lo que a su vez traería como consecuencia la definición de a qué se postulará Rodrigo de Loredo, de cuya decisión depende el lanzamiento de Juani Negri… y así sucesivamente.
Por demás enfático fue el gobernador en cerrar las puertas a cualquier iniciativa oficial para promover la re-reelección de intendentes, una ilusión que cobijaban en varios municipios y que ahora se evaporó cual salario en un entrar y salir del súper. “Resulta que hasta se fue Gallardo de River y estos pretenden seguir al infinito y más allá”, se quejaba un funcionario del Panal que, por una senaduría vitalicia, hubiese sido capaz de traicionar a Julio César y de desconectarle el intercomunicador a Buzz Lightyear.
En tanto ciertos concejos deliberantes aprueban ordenanzas que entrarían en contradicción con la Constitución Provincial, otros intendentes han salido en busca de diversas artimañas legales para ser reelectos, como una bula papal o los Manuscritos del Mar Muerto.
Entre el paro de colectivos y las protestas de los Municipales, circular por la ciudad de Córdoba ha sido una Odisea que ni siquiera Homero se hubiese atrevido a narrar. Hubo gente que ingresó con su auto al centro el martes y que recién logró volver a su casa el viernes, aunque algunos de ellos eran timberos empedernidos que se fueron de juerga y usaron el caos vehicular como excusa para explicar su prolongada ausencia.
También se dio el caso de una señora que llevaba su hijo al colegio secundario y tardó tanto en llegar, que al arribar al establecimiento el muchacho ya había cambiado la voz y necesitaba ropa de talle L.
En la Legislatura han ingresado proyectos de ley destinados a regular las manifestaciones callejeras, que según opinan algunos deberían ocupar media calzada, en tanto otros pretenden circunscribirlas a las ciclovías.
Por más que los sindicatos se resisten a estas limitaciones como Chiqui Tapia a los descensos, quienes no ven las horas de que esta legislación empiece a regir son los comerciantes, que en las vísperas del día de la Madre estaban tan sensibles que cualquier marcha los ponía de los pelos, ya fuese la de los hinchas de Talleres o la de los imitadores de Michael Jackson haciendo la caminata lunar. Incluso el dueño de una marroquinería habría armado un escándalo por un malentendido, al escuchar que desde un parlante sonaba “Cuando los santos vienen marchando”.
(*) Sommelier de la política