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OPINIÓN

Lo que nos deja el caso de Fernando Báez Sosa

Fernando Báez Sosa y su familia necesitaban justicia. Han pasado tres años del hecho que enlutó a la sociedad argentina. Fernando fue brutalmente golpeado hasta morir por un grupo de pares en un boliche de Villa Gesell. Parece necesario efectuar algunas reflexiones a partir del tratamiento del caso en los medios, con el fin de contribuir a un debate un poco más profundo sobre las razones desencadenantes de este tipo de violencia.

padres baez sosa 19-02-2023
TRES AÑOS. El juicio coincidió con el tercer aniversario de la muerte de Fernando Báez Sosa. | CEDOC PERFIL

Fernando Báez Sosa y su familia necesitaban justicia. Han pasado tres años del hecho que enlutó a la sociedad argentina. Fernando fue brutalmente golpeado hasta morir por un grupo de pares en un boliche de Villa Gesell. Parece necesario efectuar algunas reflexiones a partir del tratamiento del caso en los medios, con el fin de contribuir a un debate un poco más profundo sobre las razones desencadenantes de este tipo de violencia. 

La primera circunstancia que se resaltó con la noticia –recordemos– fue la condición de ‘rugbiers’ de los agresores. Coincidentemente, hacía poco tiempo se había conocido en los medios que un grupo de jóvenes mendocinos, que jugaban al rugby, estaban involucrados en la violación de una mujer de 24 años. Sin embargo, estos muchachos resultaron luego sobreseídos.

A nadie escapa que el universo del rugby hace tiempo tiene una imagen negativa en la sociedad. Y que esa imagen fue alimentada por las propias actitudes que se reproducen entre algunos participantes que ostentan su pertenencia a sectores privilegiados, con ciertas costumbres estéticas, de discriminación y hasta de violencia. Pero sería injusto perder de vista que este deporte también es practicado por personas cuyos valores son la solidaridad y el compañerismo sin distinciones. Sobran ejemplos en Argentina y en el mundo.

El rugby es un deporte noble, esencialmente colectivo y sus principios muy lejos están de promover la violencia. ¿Cuántos episodios de violencia física o sexual hemos visto protagonizar por referentes de distintas disciplinas deportivas ajenas al rugby?

No es esta una defensa del rugby, ni mucho menos de los agresores de Fernando Báez Sosa que jugaban a este deporte. Lo que pretendo es aportar un punto de vista según el cual hechos graves como este no pueden reducirse analíticamente a un episodio protagonizado por un grupo de violentos exaltados, que acometieron contra un par hasta matarlo a golpes, sino que deben contextualizarse.

En primer lugar hay que preguntarse: ¿con qué valores fueron formados esos jóvenes en el seno de sus familias? Si se conocían sus antecedentes de violencia, ¿qué hizo al respecto el club donde algunos de ellos jugaban al rugby? La familia y las instituciones se sitúan en la sociedad. Entonces, ¿qué está sucediendo en nuestra sociedad en la que un reducido grupo de jóvenes, de vacaciones en la playa, en vez de disfrutar en un lugar especialmente concebido para esos fines, se lancen a golpear hasta matar a otro, previo a esgrimir un comportamiento clasista y discriminador?

Lamentablemente esta dimensión del caso escapó a los medios y su presentación se focalizó en explotar aspectos emocionales, lo que terminó generando y alimentando un clima de indignación social que clamaba por respuestas punitivas al límite con la irracionalidad.

En el plano emocional, es angustiante cada vez que sale el caso de Fernando en el seno de una conversación familiar o de amistad, en la que inevitablemente la empatía nos hace poner en lugar de su círculo íntimo y tomar consciencia de que cualquiera podría estar viviendo ese drama tan doloroso.

Pero el abordaje de la violencia y su respuesta desde el Estado no se resuelven en términos emocionales, ni puede reducirse a un escenario mediático promiscuo y fugaz. El problema sigue y los asesinos de Fernando pasarán encerrados muchos años. Algo hay que hacer con ellos. Más urgente es el debate social.