En Racing de Nueva Italia todos hablan de la “Revolución Mostaza”. La llegada de Reinaldo Merlo generó un entusiasmo inusitado en la Academia cordobesa, cuyos hinchas se ilusionan con el DT que condujo hasta la vuelta olímpica al homónimo de Avellaneda en 2001.
Pero hay otro antecedente en celeste y blanco en la vida del entrenador del “paso a paso”: el seleccionado argentino Sub 20 que jugó el Mundial de Portugal ’91.
El cordobés César Loza (47) fue uno de los integrantes de aquel equipo que llegó al certamen juvenil de la Fifa como candidato y que terminó eliminado en primera fase y protagonizando un escándalo que le impidió a la AFA tener representación en la edición de Australia ’93.
“Había muy buenos jugadores, algunos ya asentados en sus clubes y otros en el exterior, pero el equipo no anduvo. Hicimos un Mundial malo, lamentablemente, aunque cuando uno es joven toda experiencia suma. No deja de ser un buen recuerdo”, sostiene Loza, quien por entonces había dejado Instituto y jugaba a préstamo en Estudiantes de La Plata.
En aquel seleccionado argentino, que enfrentó sucesivamente a Corea del Sur (0-1), Portugal (0-3) e Irlanda (2-2), el cordobés compartió la defensa con tres jugadores que hoy son DT cotizados: Mauricio Pochettino, Diego Cocca y Mauricio Pellegrino.
Leonardo Díaz, Roberto Molina, Walter Paz, Christian Bassedas, Marcelo Delgado y Juan Esnaider, ente otros, completaron la nómina de los futbolistas a quienes la prensa nacional más exitista terminó llamando “las figuras del fracaso”.
“No creo que aquella actuación y los incidentes que se produjeron hayan afectado mi carrera. Quizá si el equipo tenía un buen Mundial yo me quedaba en Estudiantes, pero no lo sé. Lógicamente el torneo era una buena vidriera y podría haber servido de trampolín para cualquier jugador, aunque por entonces irte del país era bastante complicado”, sostiene Loza.
Lo mira por TV
A diferencia de varios de sus excompañeros en el seleccionado argentino Sub 20, Loza está completamente alejado del fútbol. Hoy reparte sus días entre el trabajo en una distribuidora de fiambres de la zona norte, la familia –su esposa Karina y sus hijos Agustín (23), Sofía (21) y Abril (13)- , algún “picado” con amigos (“sólo para pasar el rato”, aclara) y un hobby que él mismo describe con originalidad: “restaurar cachivaches”.
“Cuando dejé de jugar me alejé del fútbol por completo. A los 27 años me operaron por quinta vez de la rodilla derecha y traté de volver. ‘El Tata’ Martino me dejó entrenar varios meses con Instituto pero tenía muchos dolores y entonces no me quedó otra opción que colgar los botines”, cuenta Loza, quien después del Mundial de Portugal ’91 jugó en Belgrano, Lanús (fue campeón de la Copa Conmebol ’96 con Héctor Cúper como entrenador), Unión de Santa Fe y Douglas Haig de Pergamino.
“La verdad es que me costó un poco asimilar el retiro, porque una cosa es dejar de jugar porque ya no tenés más ganas y otra es tener que dejar por la fuerza, pero con la ayuda de mi familia me fui acostumbrando. Tampoco tenía muchas alternativas… Dentro de todo, tuve la suerte de jugar 10 años como profesional. ¿Si quedé enojado con el fútbol? Todo lo contrario. Tengo excelentes recuerdos de mi etapa como jugador”, afirma.
“Jugué un Mundial, gané un título internacional, estuve en clubes importantes… La verdad es que no me quedaron cosas pendientes, más allá de haber tenido que dejar mi carrera por una lesión. No extraño el fútbol. Ni siquiera voy a la cancha. Veo los goles o los resúmenes por TV, pero no mucho más. Ya no me aguanto ver un partido entero, salvo que sea la selección argentina y en un Mundial”, refiere Loza.
-¿Qué pensaste cuando te enteraste que Merlo era DT de Racing?
-Me sorprendió. No sé todavía quién lo trajo. Para mí no vino por Racing, sino que llegó por algún empresario. Sinceramente me llamó la atención, porque ya hace bastante que está fuera del mercado. Tiene un nombre… Si le va bien, le servirá para meterse de nuevo en el juego de los DT.
-¿Cómo definís al “Mostaza” entrenador?
-Es un técnico motivador, charlatán y jodón, al estilo de Pedro Marchetta, a quien tuve en Instituto. Son muy parecidos. Tipos muy vivos, que te motivan constantemente, te descomprimen y te van metiendo fichas.