Florencio Páez Vilaró es diseñador gráfico y DJ. Actualmente vive y trabaja en Casapueblo, una suerte de ‘escultura habitable’ que su padre construyó durante más de 30 años, sumando voluntades entre amigos y pescadores, en Punta Ballena (Uruguay).
En el marco de los 100 años del nacimiento de Carlos Páez Vilaró, una serie de obras del artista giran por nuestro país de la mano de uno de sus seis hijos.
MUESTRA. Hasta el 20 de junio podrá verse en Villa Giardino y La Cumbre y luego llegará a nuestra ciudad. Son 19 obras realizadas entre 2002 y 2013.
—¿Es la primera vez que venís a Córdoba?
—No, he venido varias veces pero nunca había estado en esta región. Y que la muestra desembarque primero en Villa Giardino y en La Cumbre, me dio la oportunidad de conocer esta zona.
—¿Por dónde está girando la muestra?
–Estuvo en Rosario, luego en Reconquista y San Justo (Santa Fe), ahora la trajimos acá y el mes próximo estará en Córdoba Capital. También estamos tratando de llevarla a Jesús María, ya que allá hay mucho interés.
—¿En la ciudad de Córdoba dónde va a estar?
—En la Asociación de Magistrados y Funcionarios Judiciales de la Provincia; inauguramos el 27 de junio y va a poder visitarse hasta el 28 de julio.
—¿Cuántas obras son?
—Son 19 en total. Pero en esta región en la que estamos ahora la muestra se dividió en dos: cuatro obras fueron para La Cigarra Casa de Arte (La Cumbre) y 15 están expuestas en Apart 17 de Octubre, de Fatun (Giardino). Son acrílicos sobre tela realizados por mi padre en su atelier argentino, entre 2002 y 2013, con distintas temáticas. Hay obras que son de la última muestra que hizo en Tigre, que se llamó ‘El color de mis 90 años’. Y era eso: una explosión de color. Creo que vivía con mucha vitalidad la edad en la que estaba y expresó eso.
—¿Estas obras se exhiben en Casapueblo?
—No, porque son de su colección en Argentina. Estaban en su atelier de Tigre. En esa casa ahora vive mi hermano Sebastián. En un momento hubo un museo pero cuando nos mudamos a Uruguay en 1997 la casa quedó un poco deshabitada hasta que mi hermano se mudó ahí. Él tiene su taller ahí ahora porque hace arte en bronce, una técnica que le enseñó mi padre también.
—¿Y hay obra en esa casa?
–Sí, pero no expuesta. A veces hacemos muestras con esas obras; hemos hecho en San Isidro y en breve haremos otra porque este año se cumplen los cien años de su nacimiento. Se hará en el Museo Fortabat con obras nuestras y de otros coleccionistas que tienen obras de mi padre. Pero la que más se está moviendo es ésta, que hemos traído acá.
—Vos sos uno de los hijos que nació en Argentina.
–Sí, somos tres hijos uruguayos y tres argentinos. Ahora trabajo y vivo en Casapueblo pero por estas actividades vengo todos los meses para acá.
—¿Qué anécdotas recordás de los vínculos que tenía tu padre con artistas como Picasso o Vinicius de Moraes?
—Bueno, esos vínculos son previos a que yo naciera, pero siempre escucho anécdotas. No sólo de los que mencionaste. Una vez (Luis Alberto) Spinetta hizo un show en Casapueblo y mi padre propuso que el costo de la entrada que pagabas, era la edad que tenías. Y se llenó. Había gente hasta en la montaña mirando el show. También me contaban de músicos como Charly García, que también lo visitaban. Él siempre recibía a muchas personalidades.
—Páez Vilaró era multifacético, pintaba, esculpía, escribía y hacía música también.
—Sí, compuso mucho candombe. Yo colecciono música y poseo muchos de los discos que él editó. Editaba discos en vinilo de la comparsa con la que él salía, que se llamaba Morenada; después se llamó Cuareim 1080, que era la dirección en la que estaba el conventillo ‘Mediomundo’, donde vivió cuando volvió de Buenos Aires. Él se instaló ahí y empezó a abordar la temática del candombe, antes de construir Casapueblo, en la década de 1950.
—¿Qué recuerdos tenés de él?
—Él te impulsaba siempre a hacer las cosas sin ver el objetivo final, disfrutando el recorrido, con trabajo y constancia. Él nos transmitía mucho ese mensaje.
—¿Te dedicás al diseño gráfico?
—Sí, parcialmente. Y mucho lo vuelco al museo de Casapueblo. Me dediqué mucho tiempo a la música como DJ, también. Ahora hago sólo eventos puntuales. Dos rubros pegados al arte.
—¿Todos heredaron esa faceta artística de tu padre?
—En distintas formas, sí. Por lo menos te puedo hablar de mis dos hermanos que nacieron acá. Alejandro viaja por el mundo trabajando en cocina y Sebastián es artista. Tiene además un bar en Buenos Aires, ‘Rey de Copas’, que es muy conocido. Y le va muy bien: el bar es como su galería porque tiene mucha de su obra expuesta ahí.
—Tu papá viajaba mucho por el mundo.
—Sí. Cuando era más joven. Cuando yo nací, no tanto. Pero recorrió mucho el continente africano.
—¿De dónde le venía ese amor por África?
—Se empezó a interesar por el tema de la negritud desde Montevideo, que era el principal puerto de esclavos de la región. El candombe es la protesta contra la esclavitud. Luego conoció el norte de Brasil y eso lo impulsó a viajar a África y conocer de lleno esa cultura y sus costumbres. En una época trabajó para el diario El País, como corresponsal. Eso le permitía viajar, escribía y mandaba notas de los lugares que visitaba.
—¿Por qué la muestra se llama ‘El pintor del medio del río’?
—Él se llamaba a sí mismo así porque siempre estaba con un pie de cada lado. Además, tiene tres hijos uruguayos y tres argentinos, es decir que también formó una familia en cada lado. Siempre se sintió con un pie en ambas orillas. Y Argentina le abrió las puertas desde joven como a muchos otros artistas uruguayos que recibió esta nación.
CON JUAN CANAVESI. Charla entre el artista cordobés Juan Canavesi y Florencio Páez Vilaró en La Cigarra, Casa de arte.