El politólogo Marcos Novaro analizó el último acto de Javier Milei, en el que el presidente “logró volver a instalarse en el centro del debate público” tras días dominados por el escándalo que involucra a José Luis Espert.
“El gobierno necesitaba retomar el control de la conversación y en alguna medida lo logró. Todo el mundo está hablando de él”, explicó Novaro.

El analista planteó que, aunque el acto “pareció un pifie al principio”, cumplió su función: recuperar protagonismo después de una seguidilla de apariciones “sin efecto” y un acto anterior “espantoso”. Según dijo, Milei volvió a recurrir a su versión más reconocible: el outsider, el rockstar, el presidente que “dice cualquier cosa y quiere ser entretenido”.
Del show al cálculo político
Sin embargo, Novaro subrayó en Cadena 3 que el evento tuvo una doble lectura. “Por un lado fue el show de siempre, con el Milei que se autoadora. Pero también hubo un giro político cuando se abrazó con Santilli”, señaló, interpretando ese gesto como una señal hacia el electorado moderado.
“Está desesperado por recuperar alguna llegada con esos moderados. Sabe que necesita los votos de la gente que no se pintó de violeta”, dijo.
El Milei paradojal
En su libro, Lo bueno, lo malo y lo feo, Novaro propone una tesis central: “Milei es un presidente al que la libertad le hace mal”. Según el politólogo, el mandatario se maneja mejor bajo presión y con recursos limitados. “Cuando tuvo restricciones, logró estabilizar más de lo esperado; cuando tuvo libertad, no paró de meter la pata”, resume.
“Lo mejor es que no tenga demasiadas opciones. Así, obligado a sobrevivir, puede hacer lo que tiene que hacer: estabilizar la economía”, añadió.
Para Novaro, el desafío inmediato del presidente es “sobrevivir políticamente”, ya que “parte de su magia ya se ha perdido” y difícilmente logre recuperarla.