La reciente reunión entre Javier Milei y Donald Trump terminó dejando más ruido que resultados. Lo que el Gobierno imaginó como un gesto de respaldo internacional derivó en un “derrumbe en el mercado” con bonos cayendo, y donde el salvavidas que Javier Milei esperaba de Donald Trump terminó siendo un pesada carga ante el alerta del norteamericano: si el presidente argentino “no gana las elecciones” legislativas del 26 de octubre, su administración “no será generosa” con el país.
El economista Diego Dequino explicó que “los mercados actuaron como era previsible cuando alguien pone su destino político en manos de una persona tan poderosa y tan errática como el presidente de Estados Unidos”. La frase de Trump, “si pierde, no seremos generosos con Argentina”, funcionó como chispa: “A partir de esa frase, claro, todo se derrumba”, apuntó.
Según Dequino, el verdadero mensaje de Trump fue interno: “si no va tan bien la elección, la culpa la vas a tener vos”, en alusión a su Secretario del Tesoro, Scott Besent. Y explicó que todo surge de una mala praxis del protocolo. Javier Milei Milei cometió un error político de manual al “subirle el precio al ministro de Economía” frente al propio Trump: “eso es algo que no se hace, porque el poder, la lapicera, la tiene Trump”.
El resultado fue inmediato: “acá el que decide soy yo”, habría sido la reacción implícita del magnate, que según Dequino “actuó como patrón de estancia y destruyó todo”.
La entrevista también deja al descubierto la ausencia de estrategia de Estado detrás del viaje. Dequino subraya que la comitiva argentina careció de pares institucionales: mientras Trump tenía a su vicepresidente, Milei “tiene a la hermana al lado”. El contraste, señala, “aumenta los riesgos de la apuesta” y exhibe la “precariedad del plan económico”, que “depende de nafta prestada y de alguien que no es el que manda”.
Con su estilo directo, el economista cordobés comparó la estrategia argentina con “esta cosa adolescente de creer que porque nos tomamos un café, nos van a comprar un club europeo y me salvo”. Y remató: “Esta es una relación básicamente de personas, ni siquiera de gobierno, y mucho menos de Estado”. Por eso advirtió que “es muy inconveniente entrar por el Tesoro o por el Ministerio de Economía en relaciones de Estado, si vos las querés construir”.
En definitiva, la escena dejó al descubierto lo que Dequino resume con crudeza: “el nivel de precariedad del plan económico argentino”.