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“No hay plata”, el pasado de Milei en Córdoba: la primera vez que un funcionario administró sin dinero y con deuda un área municipal

En el último tramo de la gestión municipal durante la intendencia de Germán Kámmerath, la secretaría de Cultura del municipio puso como “logo” una banana para demostrarle a sus empleados que no tenía dinero: Plata-no.

Orestes Lucero Plata no
Orestes Lucero, en los 2000 mandó a hacer un cartel con una banana: Plata-no | Perfil Cedoc

“No hay plata” dijo en reiteradas veces el presidente Javier Milei. Lo repiten sus funcionarios. Pero todo tiene un pasado en Córdoba. Aquí, en plena crisis del 2000, un funcionario de Cultura, cansado de los reclamos por deudas de los cuerpos estables puso un cartel cambiándole el logo con una banana a la secretaria: “Plata-no”.

Orestes Lucero tiene un pasado muy colorido. Entre tantos trabajos, fue funcionario municipal durante la gestión de Germán Kammerath, el intendente peronista y udeceísta que llegó al palacio 6 de Julio de la mano de José Manuel de La Sota. Con el país inmerso en una profunda crisis, la secretaría de Cultura arrastraba una deuda que llegaba a 700 mil pesos, unos 250 mil dólares por aquel entonces.

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No me creían que no había plata. Paré toda la impresión, paré todas las actividades, y mensualmente me fui poniendo al día. Luego, con el tiempo y la ayuda de algunos privados iniciamos las actividades. Cerré la gestión con superávit, pero me comí todas las puteadas”, relató Orestes a Perfil Córdoba.

Plata no. El cartel de un funcionario municipal de Córdoba

A los quince días de haber asumido, las manifestaciones públicas habían cesado pero los reclamos en las oficinas eran constantes.

El plan del flamante secretario de cultura fue comprometerse con los cuerpos estables artísticos del municipio a pagar todo lo adeudado. Primero se reunió con el secretario de Gobierno de aquel entonces y luego con el responsable de Finanzas. Le autorizaron una caja de $70 mil mensuales, en 10 meses podía quedar al día. Obviamente sin hacer nada nuevo.

Del dicho al cartel: “Plata-no”

Orestes llega a la secretaria de Turismo y Cultura luego de la ruptura entre De La Sota y Kammerath a medidos del 2002. “Cuando ingresé había una colección de quilombos y gastos”, remarcó el exfuncionario.

“Los primeros días, los empleados desconfiaban que les iba a pagar. Al tercer mes ya estaban calladitos y aceptando que la deuda se iba saldando”, recordó Lucero que debió completar 24 meses con arcas vacías.

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La Casona municipal por ese entonces necesitaba reformas, no había dinero ni para hacer obras o afiches para las exposiciones. Todos los meses, con el poco dinero que le iban liberando podía pagarle a los músicos, actores, coordinadores o traslados. La deuda incluía, además, el bono mensual salarial que percibían.

“Luego de pagar los primeros meses, los trabajadores de cultura me comenzaron a traer proyectos, pero yo no tenía un mango. Me decían que era un asesino de la cultura, pero en realidad no tenía plata”. Cansado de las críticas, Lucero que aún mantenía contactos con publicistas de Córdoba manda a hacer un nuevo logo que identifique su gestión en la secretaría de Cultura: el resultado fue una banana como imagen.

El nuevo logo de la secretaría de Cultura municipal

“Era una banana muy linda, de un banco de imágenes, no pagamos ni por el dibujo porque era de catálogo sin licencia. Le dije al diseñador, me encanta, poné debajo secretaria de Cultura. Y mandé a hacer cinco banners. Nunca más me hicieron una manifestación. Me miraban mal, me odiaban, pero nunca más me trajeron proyectos que no se podían financiar”, explicó.

De deuda impagable a superávit

La falta de recursos te lleva a ser creativo. Lucero comentó que los mismos artistas buscaban la manera de conseguir recursos. Por ese entonces no era común coordinar con los privados. “No teníamos plata, pero si lugares y difusión. Entonces comencé a organizar muestras con los consultados y con los privados. Yo ofrecía el Cabildo de Córdoba y la propaganda. Ellos ponían el resto”, describió el exfuncionario.

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La gestión pasó de un rojo de $ 700 mil a un superávit de $80 mil al finalizar. Algo muy similar a lo que está pasando ahora con la presidencia de Javier Milei.

“No es sencillo, pero se puede. Hay muchas capas geológicas en el Estado, sobre todo en las áreas de compras. Muchas veces, los privados pagan menos que lo que debe abonar el municipio o una empresa estatal. Todo tiene coto y dueño”, concluyó Orestes.