Las primeras 17 Estaciones Meteorológicas Automáticas (EMA) ya funcionan distribuidas en distintos sectores de la ciudad. Cada una registra varios datos sobre el ambiente cordobés. Por estos días solo importa uno: cuál es la temperatura, o mejor dicho: "¿Cuánta calor hace?", en nuestro idioma.
Están ubicadas en Nueva Córdoba, Centro, Parque Sarmiento, Güemes, Observatorio, Alta Córdoba, Cofico, Villa El Libertador, Empalme, San Vicente, Argüello, Don Bosco, Marqués de Sobremonte, Villa Allende Parque, CPC Ruta 20, CPC Colón y CPC Monseñor Pablo Cabrera. Toma los registros de temperatura, humedad, presión atmosférica, radiación solar, dirección y velocidad del viento e intensidad y acumulación de lluvia.

Con un radio de cobertura de 2 km, permiten caracterizar de manera precisa las condiciones reales de cada zona, fortaleciendo el sistema municipal de adaptación al cambio climático.
Las estaciones refuerzan el sistema municipal de adaptación al cambio climático, aportando información clave durante cada evento meteorológico. Una vez que el fenómeno termina, permiten conocer el impacto real en cada punto y priorizar intervenciones, reduciendo riesgos en los sectores más afectados. En verano, las EMA alimentan el Plan de Acción de Olas de Calor; en invierno, permiten detectar heladas y variaciones térmicas específicas.

Sobre su utilidad, el director de Capacitación y Defensa Civil, Fabián Freccia, explicó que “todo esto de las estaciones meteorológicas automáticas, la información que nos da a nosotros en el momento de un evento meteorológico nos sirve tanto a Defensa Civil en el evento en sí, porque tenemos información de lo que está pasando en distintos puntos de la ciudad. Con esa información en el momento podemos tomar decisiones a partir de datos precisos, porque nos lo está dando un aparato tecnológico”.
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También señaló que los datos benefician a múltiples áreas: “Ambiente lo usa para caracterizar cómo es el tiempo en cada punto; Infraestructura para saber cuánto llueve en un lugar, si deben hacer una obra o qué tipo de desagües corresponden; o para evaluar si la plantación de árboles redujo la temperatura en un sector. Son infinitas las posibilidades cuando uno tiene información, la puede usar cualquier área, incluso universidades para investigaciones”.
Cómo se decidió dónde instalarlas
El criterio de ubicación de las estaciones responde a un diseño escalable. “En principio habíamos comprado diez estaciones, y colocamos siete en puntos estratégicos de edificios municipales con acceso a internet. Después sumamos otras cinco del proyecto Prevenir Mateo, que trabaja con escuelas municipales. Así fuimos cubriendo los huecos que quedaban para armar una red completa en toda la ciudad”, relató Freccia.

El monitoreo y análisis de los datos se realiza en Defensa Civil. “La información nos llega a nosotros y estamos chequeando continuamente que las estaciones estén en línea. Muchas veces hay cortes de internet o de luz en plena tormenta, pero después recuperamos los datos. Si hicimos un informe antes de que vuelvan, el dato no se registra, pero luego todo se actualiza”.
El análisis se complementa con la revisión de los impactos: “Después de una tormenta severa medimos el impacto por zona. Si en un punto llovieron 40 milímetros y se desbordó una alcantarilla, sabemos que ese es un umbral crítico", explicó el funcionario.
Contribución a la ciencia ciudadana y acceso público
Las estaciones forman parte de lo que se conoce como ciencia ciudadana, ya que son de bajo costo y permiten ampliar la red con rapidez. Aunque no son estaciones homologadas de alta precisión, Freccia aclaró que “la diferencia en los datos es mínima, el error es muy chiquito”. Además, su integración con proyectos como Prevenir y MATTEO amplía la participación educativa y ciudadana en la medición meteorológica.
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Con la acumulación de datos históricos y geolocalizados, el municipio podrá diseñar obras adaptadas a las condiciones reales de cada barrio. También se estudia cruzar datos con la red de calidad del aire, que mide material particulado y gases específicos, y combinar los registros con las llamadas a Defensa Civil. La expansión continuará hacia zonas periféricas, donde medir lluvias en cuencas resulta clave para anticipar impactos en áreas urbanas.
Freccia adelantó que se incorporarán nuevas herramientas: “Muchas veces trabajamos con simulaciones de escritorio. Con datos reales podemos simular desbordes, zonas anegadas o caídas de árboles, y ver qué sucedería en distintos puntos según la lluvia o la intensidad del viento. Es fundamental para planificar obras y respuestas”. Otra innovación será la instalación de una cámara LSPIV para estimar caudal y velocidad del río Suquía mediante análisis de video.
El acceso ciudadano a la información será parte de la próxima etapa. “La gente va a poder ver la estación más cercana a su barrio y saber cuánto llovió o qué temperatura tiene ese punto. Todos consultamos el clima dos veces al día. Tener el dato específico de tu barrio es muy valioso y confiable”, afirmó Freccia. Señaló también que las diferencias microclimáticas dentro de la ciudad son significativas y que los datos permiten verificarlas: “Hicimos una termometrada con estaciones móviles en Plaza Italia y, a solo veinte metros entre sombra y cemento, había dos grados de diferencia”.