Tal vez para ponerse a tono con la interna en el Frente de Todos, de la que esta semana hablaron hasta en Cartoon Network, en Juntos por el Cambio surgen fisuras como si brotaran las napas freáticas sobre las que se construyó la coalición. Horacio Rodríguez Larreta sueña con sumar a esa alianza a Juan Schiaretti, una perspectiva que espanta a los radicales cordobeses más que el índice de inflación. En la UCR temen que, para cerrar un pacto con el mandatario cordobés, desde el PRO impulsen como gobernador a un candidato testimonial, que tanto podría ser la estatua del Oso como la Mujer Urbana.
Semejante perspectiva choca de lleno con las aspiraciones de Luis Juez, quien está tan convencido de que será el próximo habitante de El Panal, que algunos allegados aseguran haberlo visto probándose un disfraz de abeja reina. A este agitado panorama que encrespa al radicalismo y al Frente Cívico, cabe agregarle las negociaciones para que Aurelio García Elorrio se una a Juntos por el Cambio. “Nosotros apuntamos al electorado católico y Llaryora se junta con pastores protestantes. Si los budistas y los musulmanes nos votan a nosotros, tenemos chances”, me comentó un dirigente del PRO que se confesó “ateo no practicante”.
En franco contraste con estas pujas intestinas, el PJ provincial consensuó su alineamiento detrás de la conducción de Schiaretti, aunque hoy se realizarán las elecciones en los únicos distritos donde se anotaron dos listas. Mientras en Calamuchita el schiarettismo confía en su triunfo a través del intendente de Santa Rosa, Claudio Chavero, en Punilla el favorito es el sector de Carlos Caserio. Para contrarrestar esa tendencia, dicen que Carlos Massei le aconsejó al gobernador: “Má sí, ponelo a Montoto”. No se trata de una sugerencia despectiva, sino de proponer la candidatura de Matías Montoto, intendente de Huerta Grande, quien buscará hoy vender cara la derrota, luego de que Esteban Avilés retirase su apoyo al oficialismo y dejara a sus referentes más desorientados que Santi Maratea calculando cuánto debería aportar cada ciudadano argentino para saldar la deuda externa.
No solo el influencer quedó mal parado con el tema del pago al FMI. El Gobierno nacional consiguió al fin que ese organismo apruebe el acuerdo, pero tal logro trajo como consecuencia una sangría de dirigentes camporistas que fue servida en jarra por la primigenia deserción de Máximo Kirchner. En un intercambio de golpes de efecto que tuvo como escenario el ring de las redes sociales, los exsocios del Frente de Todos se atacaron hasta dejar expuesta una fractura que para algunos especialistas no es de tibia y peroné, sino más bien entre tibios y peronistas.
Después de haberse manejado durante varios días con cautela y sigilo, el 24 de marzo Máximo se manejó con Axel y Amado en la multitudinaria marcha que realizó La Cámpora desde la ex-ESMA hasta Plaza de Mayo, tal vez en un intento de demostrarle a Alberto Fernández que el kirchnerismo “te camina como quiere”. El hijo de Cristina y Néstor habló ante miles de personas y remarcó que "el gobierno tiene que ser con la gente adentro", a lo que un pícaro respondió: “La gente la tiene adentro, hace rato”. Mucho revuelo causó Máximo al aseverar que la capital argentina “tiene tendencia a votar a aquellos que quieren ocultar lo que hizo la dictadura”, frase relativizada por Nelly Morales, la intendenta de Los Aromos, quien puso en evidencia que en otros lugares del país también son capaces de elegir autoridades negacionistas.
Dos días antes, más de 400 intendentes radicales habían encabezado su propia movilización, pero en este caso fueron hasta el complejo Golden Center de Parque Norte, Buenos Aires, donde estaba convocado un Foro Nacional ante el que habló el presidente del partido, Gerardo Morales. El gobernador jujeño aseguró que “se escucha el run run de que se lo quieren llevar puesto para que asuma ella”, comentario que le valió ser acusado de spoiler por quienes no han terminado de ver aún todas las temporadas de ‘House Of Cards’. Lo cierto es que esta convocatoria sirvió para exhibir la musculatura territorial de la UCR, que se siente apta para sostener el peso de la opción opositora, aunque no todavía para sostener el peso frente al dólar.
(*) Sommelier de la política