Mediante un arma de destrucción masiva tan poderosa como la maquinita remarcadora, la inflación nos está ganando la guerra, y ha tomado como prisioneros a los lácteos, las gaseosas, la bola de lomo y la cebolla, que han desaparecido de nuestra mesa sin que podamos saber cuándo volverán a estar entre nosotros.
El 7,4% que marcó de incremento el costo de vida en julio, coronó un triunfo de la Argentina por sobre Venezuela como monarca continental del aumento de precios, con perspectivas de obtener el título global compitiendo contra rivales de fuste como Sudán, Zimbabue, Líbano, Siria y Turquía. De ganar el campeonato mundial, podríamos clasificar a la final del torneo galáctico donde enfrentaríamos al planetoide Makemake o al satélite Hiperión.
Por supuesto, la carestía ha recalentado los reclamos gremiales que se proponen sostener el valor del salario, un esfuerzo para el que quizá deberían contar con el respaldo de una columna encabezada por superhéroes de Marvel, DC, Titanes en el Ring y 100% Lucha.
En estos forcejeos, cierta dirigencia se ve sobrepasada por las bases, como ocurrió con la UEPC local, cuando algunos manifestantes acudieron a la sede del sindicato para cuestionar a la actual conducción. Pese a que hubo versiones que acusaban de mala conducta a estos afiliados, a nadie le consta que esos docentes hayan arrojado tizas o borradores contra el edificio ni que se hayan solicitado sanciones disciplinarias para ellos, como firmar el libro o aplicar amonestaciones colectivas.
Mientras Sergio Massa, sentado en el trono del Ministerio de Economía, intentaba contener la explosión inflacionaria, Elisa Carrió detonó una bomba dentro de la coalición opositora, en otro de sus intentos por unificar a Juntos por el Cambio… en contra de ella. En un tiroteo verbal que dejó un luctuoso saldo de dirigentes heridos por el fuego amigo, Lilita disparó sobre todo hacia la trinchera de los peronistas disidentes como Emilio Monzó y Rodrigo Frigerio, quienes fueron defendidos por la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, con un “¡Basta, Carrió!” que sonó a un sosegate de esos que recibía el inolvidable Borromeo interpretado por Jaimito Cohen.
Pero, aun a riesgo de que la furia de la líder de la Coalición Cívica se descargue sobre ellos, algunos radicales venidos de otras provincias insisten en acercarse al peronismo republicano del que es abanderado Juan Schiaretti, en procura de escaparle por arriba a una grieta que por abajo nos sacude como Milton Leyendeker al “Changuito” Zeballos. Asomado a la ventana del Panal, el gobernador cordobés escucha los piropos que le arrojan esos referentes de la UCR, un coro al que se han sumado intendentes cordobeses de ese partido, en tanto las autoridades provinciales del radicalismo golpean la espalda de Rodrigo De Loredo, para tratar de sacarle un “me voy a postular para gobernador” en vez del clásico “todavía no es momento de candidaturas”.
Alterado por la foto de Martín Lousteau con Schiaretti, Luis Juez le pasó factura a De Loredo por ese gesto ambiguo del referente nacional de su línea interna Evolución Radical. “Lo único que le falta al Gringo para completar el álbum es sacarse una selfie abrazado al busto de Yrigoyen”, se habría quejado el líder del Frente Cívico, que tendría pensado tomarse revancha fotografiándose con Manuel Pérez, el presidente de Racing de Nueva Italia. “Si Schiaretti lo sigue provocando, Luis es capaz de hacerse un retrato con el uniforme de Juan Bautista Bustos”, alertó un allegado al senador, quien ya habría encomendado a un sastre que le tome las medidas de sisa y que cumpla con el pedido expreso de que las charreteras tengan flecos azules y blancos.
Salvo que sus viajes a Cruz del Eje y Cosquín hayan sido para rendir tributo a la Pachamama, está claro que el intendente Martín Llaryora recorre la provincia como precalentamiento de su candidatura a la gobernación. Así como la excusa para visitar esas dos ciudades fue la Expo Carreras y el festival de folklore, se especula que Llaryora podría llegarse hasta Balnearia para chequear qué tan contaminada desemboca el agua del Suquía en la Mar Chiquita, y hasta Capilla del Monte para comprobar si la aplicación Mi Bondi también sirve para seguir el recorrido de los platillos voladores y los horarios en que sobrevuelan el Uritorco.
(*) Sommelier de la política