La discusión por el proyecto de aborto legal, seguro y gratuito que se definirá esta semana en el Senado tratará de cerrar, al mismo tiempo, las tensiones que tienen todos los involucrados en el Congreso con otros dirigentes de las fuerzas y las provincias a las que representan. Muchos coinciden que el debate fue el más transversal en los últimos 15 años, y que ni siquiera el proyecto de matrimonio igualitario en tiempos de kirchnerismo generó la zozobra que tiene esta discusión, con espacios que se fueron fraccionando a medida que avanzaba la discusión legislativa. En época de redes sociales, la militancia fue la protagonista de una retroalimentación permanente que se produjo entre las calles y el terreno de lo virtual, con una división clara entre verdes y celestes.
El miércoles pasado no hubo dictamen favorable para el proyecto que salió de Diputados, mientras que sí está en carrera el que elaboraron los tres senadores cordobeses: Carlos Caserio (PJ), Laura Rodríguez Machado (PRO) y Ernesto Martínez (Frente Cívico). Entre las principales modificaciones introducidas se encuentra la objeción de conciencia, la despenalización para médicos e instituciones que se nieguen a practicar el aborto -y en este orden se exime a las instituciones privadas con adscripción religiosa en su estatuto-; el financiamiento distribuido entre Nación y provincias para el tratamiento como para los medicamentos; la creación de consejerías y la baja en la cantidad de semanas, de las 14 que proponía Diputados a 12. En consecuencia, si se aprueba el proyecto con modificaciones debe volver a la Cámara baja; o bien está la posibilidad que sea rechazado y se vuelva a tratar en otro período legislativo.
Mensajes partidarios. De los tres, la macrista fue la que más presiones recibió de pares del PRO cordobés, con un debate que, por primera vez en mucho tiempo, no distinguió entre orgánicos y famosos: todos se opusieron desde un primer momento al proyecto menos la senadora. Situación que generó cruces de llamados, whatsapp, pedidos y aprietes, que repercutieron además entre otras figuras del partido que lidera el presidente Mauricio Macri. Por ejemplo, el diálogo tenso que se generó en los últimos días entre el titular del PRO a nivel nacional, el senador por Misiones, Humberto Schiavoni, y diputado nacional por Córdoba y socio directo de Rodríguez Machado, Javier Pretto.
El misionero respalda el proyecto y esta postura llevó a la cordobesa a creer que podía encontrar contención en un dirigente con peso nacional. Sin embargo, la situación sólo sirvió para seguir tirando de la cuerda con el resto de los cordobeses macristas. Es más, recién en los últimos días desde el partido hicieron conocer una carta que le dirigieron a la senadora a comienzos del mes pasado, donde supuestamente los cuatro diputados nacionales cordobeses le pedían que votara en contra. Con el argumento de estar “a favor de las dos vidas”, en la misiva exhortan a Rodríguez Machado a “pronunciarse por la negativa” y le piden que se abstenga de “elaborar y/o apoyar cualquier otra propuesta que admita la eliminación de la persona por nacer”. Un breve texto de cuatro puntos que Pretto, Nicolás Massot, Héctor Baldassi y Gabriel Frizza negaron para no ocasionar un ruido interno en el partido.
Dentro del juecismo también hubo ruido con el combate de fondo que tuvo de un lado a Luis Juez y del otro a Martínez. Tras la carta pública que el exintendente le dirigió al senador vía Facebook, hubo mucho enojo en el juecismo por la forma, pero se entendió que todo se había aplacado. Al menos eso habían admitido a PERFIL CORDOBA algunos dirigentes en el partido hasta el viernes por la noche, cuando tras declaraciones del senador en un programa de Canal C decidieron volver a llamar para reconocer que “algo se había quebrado”. “Yo no soy empleado de Juez, soy amigo. Pero Juez no es mi jefe”, le dijo Martínez a la periodista Fabiana dal Prá.
En el Frente Cívico están los que avalan a Martínez y también los que reconocen que hubo una conversación previa entre Juez y el senador PRO, Federico Pinedo (en contra), para la movida pública que hizo el exintendente.
Por su parte, Caserio es prácticamente quien más puede llegar a salir indemne de los tres. Cerca del presidente del PJ provincial reconocen que “no es permeable a presiones de nadie”, y aclaran que no hubo contacto alguno en la previa de la votación con el gobernador Juan Schiaretti. “Menos con (José Manuel) De la Sota”, dijeron.
Esta semana y de manera inhabitual, Caserio permaneció por completo en Buenos Aires, aunque sí mantuvo conversaciones con algunas instituciones médicas que habían manifestado su preocupación por la “objeción de conciencia” que, al igual que la baja en la cantidad de semanas como en la distribución de fondos entre Nación y Provincia para el tratamiento, se introdujo en las modificaciones del proyecto cordobés.
Lo otro que siguió de cerca Caserio fue el clima en la Legislatura provincial con el proyecto que impulsaba el PRO pero contaba con firmas radicales, peronistas y juecistas, para inducir a los senadores a rechazar cualquier proyecto. Un llamado habría alcanzado para que Unión por Córdoba decidiera anular cualquier tipo de debate al respecto. Todo se define esta semana y habrá que seguir de cerca, cómo siguen las relaciones de los tres con sus partidos.