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LA UNO DEL PAIS

¿Por qué gusta tanto Siddhartha?

Comentario de la obra de Flavio Mendoza que lidera la taquilla teatral.

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PROTAGONISTAS. La pareja ficcional de Karina y Facundo Mazzei. | Cedoc Perfil

Con Flavio Mendoza, todas las noches son grandes. En recaudación, en despliegue, en poderío. Su presencia en Villa Carlos Paz cambió todo para bien y para siempre, a juzgar por los años transcurridos desde el estreno de Stravaganza, Water in art.

Los problemas surgen cuando se analiza el hecho teatral en sí.

Es usual que uno se pregunte qué entienden por teatro los directores y productores de Carlos Paz porque, muchas veces, se trata de experiencias que trasladan al escenario éxitos televisivos, cuadros efectivos a modo de revista o music hall o unipersonales que no contemplan mucho más que una persona interpelando a un público ávido de pasar un momento agradable.

El concepto de Mendoza de teatro es, a esta altura, reconocible: una superproducción que se nutre de alguna figura mediática intentando despuntar un talento inédito hasta el momento, una dosis de humor, elevadas destrezas físicas, elementos del circo y de la danza, riesgos escénicos y mucho dinero.

No siempre contó una historia. Y esta vez se lo propuso. Los resultados no son los mejores. Porque prescindió del esquema de show de variedades para apelar a una narración clásica a modo de comedia musical, que le quitó protagonismo a los elementos que lo hicieron famoso: abundancia de acrobacias, riesgos y mucho vértigo.

Este lenguaje ancestral, que se apoya en la dimensión corporal y en el contacto con un auditorio para contar una historia, se transfigura en el relato de una fábula que está más cerca de El Rey León que de la novela de Herman Hesse.

Sucede que el didactismo new age del relato se torna repetitivo y previsible. Con un recorrido del personaje principal, que interpreta el ascendente Facundo Mazzei que parece salido de una historia demasiado simplificada y abstracta, en su búsqueda de una verdad vital que lo haga reencontrarse consigo mismo.

La materialidad llega de la mano del Flaco Pailos. En el papel del barquero, cumple con su personaje que aporta el elemento cómico y, de manera directa, explica al público qué pasa con el protagonista, hasta que se despega del relato para hacer su propio minishow.

Pailos rompe con el clima del espectáculo y, a la vez, engancha con su habitual rutina humorística. No sin dejar de hacer algún comentario político sobre la situación crítica del país y sobre Mauricio Macri, al menos en la función de prensa, interpelando a un fotoperiodista de Clarín cuando lo desafió a publicar la crítica que había esbozado, con humor, por supuesto.

El protagonismo femenino recae sobre una vocalmente destacada Karina Tejeda -más conocida como Karina o La Princesita- pero que no logra dar con el tono de la actuación y el baile.

Se sabe que la comedia musical exige unas competencias muy altas en todos los niveles, y es muy difícil de disimular, en ese marco, las carencias.

Algo que no sucede con la veterana Mirta Wons, que se luce en todos los aspectos como una de las villanas del espectáculo.

La música acomoda todas estas piezas, incluso las disonantes, para hacer que Siddhartha no se convierta en un bodrio. Por el contrario, engarza perfectamente con todos los climas emocionales que atraviesa la historia.

Aun así,  la experiencia teatral se da en la convivencia entre artistas, técnicos y público, sin la devolución amorosa, sin el boca en boca, sin esas cientos de personas que asisten a cada función, no sería posible que algo tan efímero como una función resalte en la vivencia colectiva estival.

Siddharta - Buscando La Verdad.

Con Flavio Mendoza, Flaco Pailos, Mirta Wons, Facundo Mazzei y Karina La Princesita.  De martes a domingos a las 22 en Teatro Luxor, Villa Carlos Paz. Entradas desde $870.