Desde que se instauró el aislamiento social preventivo y obligatorio, las redes sociales se llenaron de memes y chistes sobre el exceso de comidas, bebidas y otras sustancias en el marco de la cuarentena.
Pero hay situaciones que no dan para tomarlas a broma y son las que les toca vivir a quienes sufren algún trastorno alimentario (bulimia, anorexia, obesidad), alcoholismo u otras adicciones.
PERFIL CORDOBA quiso saber cómo, en pleno aislamiento, esas personas son atendidas o contenidas ya que no pueden acudir o asistir a reuniones o consultas presenciales con los facultativos o especialistas que las asisten.
Ventajas y desventajas
Para la Dra. Juana Presman, médica con expertoria en adolescencia, esta situación planteada por la pandemia de coronavirus y el aislamiento social trae desventajas, pero también algunas ventajas. Entre las primeras, anota el aumento de la ansiedad, de los miedos y la angustia.
En tanto, considera que “entre las ventajas, lo primero es el menor acceso a las sustancias, al alcohol y las comidas, la menor accesibilidad. Esta especie de ‘internación domiciliaria’ hace que los chicos y jóvenes no tengan tanto acceso a eso que los hace dependientes”.
Otra de las ventajas que ve “es que los adultos están más presentes, involucrados y ejercen mayor control”.
También incluye como provecho “el miedo; miedo a contagiarse, a enfermarse, que influye en el cuidado; toman conciencia en estas circunstancias de la necesidad del autocuidado”.
Además de estimar que “el gran desafío es que se agudizan los casos de salud mental”, destaca que las nuevas herramientas tecnológicas “permiten seguir los tratamientos grupales a distancia, en grupos de tres por ejemplo”.
A futuro, considera que esta situación “va a afectar esos tratamientos, nos deberemos acostumbrar a otro tipo de terapias y, cuando sean presenciales, mantener el distanciamiento social y usar barbijos”.
“Esto afectará a varias generaciones, como ocurrió siempre después de las grandes guerras o catástrofes”, afirma y agrega: “Por eso, prefiero fijarme más en las ventajas, como la oportunidad de compartir más con la familia, consolidar los vínculos, alejarse de las sustancias nocivas. Eso repercutirá también en los tratamientos”.
Angustia e incertidumbre
La licenciada en Psicología Soledad Moreno, de Fundación Centro, destaca que en tiempos de aislamiento social obligatorio “es fundamental atender la salud mental”, ya que “aumentan situaciones que provocan ansiedad, angustia, incertidumbre que no todas las personas pueden gestionar de manera asertiva”.
“Pueden aparecer o recrudecer conductas alimentarias inapropiadas, como comer ‘compulsivamente’, picoteos, ideas distorsionadas en relación a subir de peso, excesivo miedo a engordar. Consecuentemente se empiezan a realizar rutinas de ejercicio físico intenso (descargando las App que son tendencia), así como llevar adelante órdenes alimentarios (dietas) que la mayoría de las veces no están supervisados por profesionales idóneos”, advierte.
Ante la situación, han adaptado el tratamiento presencial a la modalidad ‘virtual’ para pacientes y sus familiares, con grupos de terapia, talleres psicoeducativos, espacios de información y educación sobre estos trastornos y los controles psiquiátricos y clínicos.
“Estos trastornos –alerta– son desórdenes principalmente emocionales que afectan la totalidad de la persona poniendo su vida en riesgo. La consulta a equipos especializados hecha a tiempo es la mejor herramienta de prevención”. (www.fundacioncentro.com.ar)
Realidad interna
En esta coyuntura de cotidianidad interrumpida, esta ‘realidad externa’ disminuida o suspendida, “lo que aparece claramente es el aumento de nuestra ‘realidad interna’ y la posibilidad de asumir o no, de llevar adelante o no, esta situación con mayores o menores recursos”, señala Aníbal Zampini, psicólogo de Psiclo, especializada en desórdenes alimentarios.
“Bajo estas circunstancias –indica– la realidad (valga la redundancia) de nuestros pacientes se complejiza: la comida está ahí, disponible, todo el tiempo, permanentemente, para hacer frente a la angustia, la incertidumbre, el miedo al presente y al futuro”.
Opina que para los pacientes “ya no hay ‘entorno seguro’, por lo que nos encontramos con el agravamiento de la sintomatología característica de las patologías alimentarias. A esto se suma el agravamiento de los síntomas psicológicos o psiquiátricos de estas enfermedades”.
Por su parte, la psicóloga Florencia Pereyra, también de Psiclo, adelanta que “el desafío para los abordajes terapéuticos, en época de pandemia, ha de ser el de reconvertirse a la modalidad diversa de lo digital. Y esto con el objetivo de brindar a nuestros pacientes ese entorno seguro, además de las herramientas apropiadas para hacer frente a esa interioridad que se manifiesta en forma de angustia, ansiedad, obsesión, compulsión etcétera, y que se canalizan a través de la comida, por no encontrar el vehículo apropiado que es la palabra para resolverlas”.
“De todos nosotros –el Estado, las instituciones de la esfera pública y privada, los profesionales, el sistema de seguridad social de las obras sociales y las prepagas, etcétera– depende el no dejar en el desamparo a aquellas personas que padecen estos y otros trastornos tan complejos”, finaliza. (http://psiclo.com.ar/)
Contención
Desde el Programa Andrés, de lucha contra las adicciones, opinan que “en estos momentos de mucha angustia, estrés y alejados de los afectos, es muy importante la contención. El aislamiento y el no contacto con sus familias puede incidir en el proceso de recuperación”, de las personas afectadas. Por eso, afirman que lo peor pasa por las personas en situación de calle.
En la institución tienen entre 10 y 14 internos, de distintas edades y escalas sociales, a las cuales les preparan una rutina diaria, con mucha actividad física y terapia grupal e individual.
“Ellos se levantan, después de desayunar cumplen con las tareas de limpieza de sus cuartos e higiene general y luego comienzan con las terapias. También hay actividades de esparcimiento, ven algo de televisión, películas, lecturas, deportes, siempre monitoreadas por los especialistas –psiquiatras, psicólogos y asistentes terapéuticos– para evitar que se alteren las conductas”, aclaran.
Pero, insisten, la situación de aislamiento, el no tener contacto con sus familias y los cuadros de abstinencia, “imponen una fuerte tarea de contención”. (http://programaandrescba.org.ar/).
“Al enemigo se lo derrota del todo”
“Hola, soy el Suncho. Mirá, me decidí y quiero contarlo para que lo lean otros”. Suncho tiene 58, participa de uno de los numerosos grupos de Acohólicos Anónimos (AA) y hace ocho meses que no toma alcohol.
“Mirá, esto es así: para ganarle, para derrotarlo, primero tenés que tocar fondo; después, con un DNU propio, declararlo tu ‘enemigo’, y recién ahí buscar ayuda para derrotarlo”.
Dice que lo peor son los primeros tiempos, por la abstinencia. “Es muy difícil aguantar, por eso necesitás ayuda. Y esto vale para el alcohol, el pucho y cualquier otra sustancia”.
“Yo no sé si ya le gané, pero estoy seguro que le voy ganando. Contáselo a los giles, pediles que lo declaren enemigo, porque al enemigo se lo derrota del todo”, afirma Suncho, quien al principio se había negado a hablar. Estuvo en situación de calle pero ahora vive en una pieza prestada y hace changas.