Por si no quedaba claro que la idea de Juntos por el Cambio es nacionalizar la campaña, está llegando una avalancha de dirigentes para acompañar las listas que encabezan Luis Juez y Rodrigo De Loredo. “Tenemos un porcentaje de reservas más alto que el que hubo en el fin de semana largo”, me contó un empresario hotelero, que además de Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau, Patricia Bullrich y (tal vez) Mauricio Macri, espera que de acá al 14 de noviembre también vengan el Dipy, Alfredo Casero y el Mago Sin Dientes. Si del otro lado los trajeran a Dady Brieva y a Ignacio Copani, se podría armar una temporada teatral anticipando la del verano.
El viernes pasado, en su recorrido por la capital provincial, el jefe de Gobierno porteño invitó a “ponerle un freno al kirchnerismo”, pero nada dijo con respecto a que hubiera que cambiar las pastillas, las bujías, los amortiguadores o la correa del motor. Por estas palabras, algunos creyeron que luego iba a visitar plantas fabriles de la industria automotriz, aunque finalmente Rodríguez Larreta se dirigió a un frigorífico. Tal vez entonces hubiera sido más adecuado que hablara de “poner toda la carne en el asador” o de “cargarse al hombro” la campaña. Después caminó por el centro de la ciudad, donde se habría divertido mucho con los artistas callejeros, hasta que un humorista que le dijo “Cabeza ´e Geniol” lo dejó un poco contrariado.
Frente a los pronósticos de los encuestadores, que ya ubican al Frente de Todos en Córdoba peleando por el tercer puesto como Boca y Talleres, Carlos Caserio se largó a anunciar el desembarco del Ferrourbano en la capital de la provincia, un compromiso electoral que, según los historiadores, habría sido lanzado por primera vez por un cacique comechingón antes de la llegada de los españoles. Lo que nadie se anima a prometer todavía es que frenará la inundación de líquidos cloacales en Alberdi, donde las aguas servidas brotan de las calles con la misma intensidad del magma que expulsa el volcán de La Palma. Unos 600 años antes de Cristo se construía en Roma la Cloaca Máxima, pero parece que por aquí más de dos milenios después no disponemos siquiera de una cloaca mínima.
Juan Schiaretti, por su parte, dijo en San Francisco que a la Nación la debería manejar “alguien del interior que sea federal en serio”, sin que hiciera falta que agregase “alguien que sea hincha de Racing de Nueva Italia y que use pantalones de tiro alto” para que se entendiera que él mismo podía estar postulándose. Además, el gobernador aseguró en un acto proselitista que “hace más de 15 años nos meten la mano en el bolsillo”, pero no quedó en claro si se refería al impuesto a las ganancias, a la ola de inseguridad o a ciertos arbitrajes que terminan favoreciendo a los equipos de Buenos Aires.
Entre los productos de la canasta básica que consume la clase media argentina, encontramos sólo uno que cuesta lo mismo que un año atrás: el dólar. El blue cerró la semana a $195, mientras que en octubre de 2020 cotizaba a idéntico valor. Para un ahorrista hubiera sido más redituable refugiarse en la harina, en la bola de lomo o en el champú con herbolaria milenaria, que en la divisa norteamericana. Pero esos billetes verdes ejercen una atracción fatal, superior a la de la China Suárez, que incita a la gente a hacerlos suyos, sin pensar que el año pasado se tomaba un desayuno completo por un dólar, y que hoy por esa suma apenas si se puede acceder a un cafecito chico con un vaso de soda.
Para tratar de equilibrar ese desfasaje, el gobierno nacional dispuso por decreto un congelamiento de precios, que desde la oposición criticaron porque, entre otras cosas, podría generar desabastecimiento. O sea, de tener heladeras vacías en nuestros hogares podríamos pasar a tener góndolas vacías en los súper. Domingo Cavallo se sumó al rechazo de los controles anunciados por el secretario de Comercio Roberto Feletti, a los que catalogó como “intervenciones absurdas del estado”, con la autoridad moral que le otorga haber confiscado los depósitos bancarios en 2001. El que se quema con corralitos ve un cepo y llora.
(*) Sommelier de la política