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ARTES VISUALES

Reciclar, bocetar y crear: cómo es la práctica creativa en la pandemia

Cinco artistas locales abren las puertas de sus talleres y relatan cómo es trabajar en el marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de Coronavirus.

Sara Goldman Bandera intervenida
AL GRAN PUEBLO ARGENTINO SALUD. Sara Goldman tapó un ventanal con tiras de papel y cartón e intervino una bandera argentina con los acontecimientos provocados por el COVID-19. | Cedoc Perfil

El momento de creación artística requiere de cierto estado de aislamiento en el que el artista busca la soledad de su taller como ese entorno tranquilo y apacible que le permita dejar fluir aquellas emociones que acabarán plasmadas en su obra. Pero una cosa es el aislamiento voluntario y otra muy distinta es el momento actual, donde este se ha visto forzado a aislarse por circunstancias externas.

Candelaria Magliano, Mariano Castañeda, José María Suhurt, Sara Goldman y Juan Canavesi abrieron las puertas de sus casas-talleres para mostrar cómo atraviesan estos tiempos en materia creativa.

Así, hay quienes incorporan este acontecimiento como tema en su obra de manera consciente, otros lo hacen casi sin darse cuenta, como consecuencia de la realidad y hay quienes aprovechan para hacer realidad aquellas ideas que la vorágine del día a día les venía impidiendo realizar.

Reordenar, organizar, bocetar. Mariano Castañeda vive en Mendiolaza, lo que le complica hacerse de los insumos necesarios para trabajar. Entonces, ha utilizado este tiempo para organizar aquellas ideas que le venían dando vueltas. “Aproveché esta cuarentena para ordenar lo que no ordeno cuando estoy yendo de aquí para allá. Luego, fue ver qué materiales tenía y qué insumos me faltaban”, relata.

Castañeda sostiene que los trabajos que realiza tienen que ver con el día y presta especial cuidado a sus egresos. “Para las esculturas me falta pegamento así que tengo piezas cortadas pero no pegadas y estoy haciendo mucha pintura y dibujo”. 

En cuanto a la temática en su obra, no toma la pandemia como una idea a desarrollar: “A muchos artistas, cuando pasan por cosas fuertes, se les nota en la obra; yo trato de representar lo que tengo en la cabeza pero sin tanta influencia del mundo exterior. Sí creo que cuando termine todo esto se van a ver influencias en todos los órdenes y también en el arte”.

MULTITUD. Mariano Castañeda desarrolla esta serie en acrílico sobre mdf en su taller, en Mendiolaza.

MULTITUD. Mariano Castañeda desarrolla esta serie en acrílico sobre mdf en su taller, en Mendiolaza.

De sol a sol. Al escultor José María Suhurt, el aislamiento lo encontró trabajando en obras para una muestra que acabó suspendida. “El inconveniente que me ha producido el virus es el acceso a los insumos. Yo trabajo mucho con resina y la droguería donde compraba no abre. Entonces, hoy me dediqué a hacer vaciados de cemento”.

El escultor empieza muy temprano y reconoce que el aislamiento no ha variado mucho su rutina: “Me levanto tipo cinco de la mañana y a las seis y media empiezo a trabajar. Hago un parate a la siesta y sigo hasta que  acaba la tarde. Tengo mi taller en casa, entonces salgo poquísimo: ahora solo una vez por día, a hacer las compras. Aunque lamento las salidas a ver amigos’”.

Enamorado de la danza, Suhurt trabaja mucho esta temática. “Estaba trabajando en unas obras para una muestra que se suspendió. Hay un bronce que me encanta, El mar, que es sobre Oscar Araiz; luego hay otro bronce llamado Delicia turca”, detalla.

EN BRONCE. El artista José María Suhurt trabaja esculturas desde su casa-taller.

EN BRONCE. El artista José María Suhurt trabaja esculturas desde su casa-taller. 

Reciclando kits escolares. La artista visual Sara Goldman trabaja con productos obsoletos y reciclados. Este año, al cerrar las escuelas en marzo, se armó de todo el material de reciclado que deja el armado de kits escolares. “En marzo estuvo en casa una cordobesa que vive en Roma, dando un concierto; cuando ella volvió y empecé a escuchar todo lo que estaba pasando allá, hablamos por teléfono y me contó que todo era un caos; inmediatamente yo estaba guardada en mi casa”, señala Goldman.

Influenciada por lo que le provocaba la cuarentena, su obra cobró vida a partir de esta temática: “Lo primero que hice fue tapar una gran ventana, con tiras de papel y de cartón, pensando en que el virus no debe entrar a ningún lugar. 
También encontré banderas argentinas de tela, que alguna vez fueron manteles en alguna fiesta patria y empecé a escribirlas el primer día de la cuarentena”, detalla.

En la bandera fue escribiendo lo que iba ocurriendo en el día a día: “Los primeros días fueron muy raros, estaba contenta de estar en mi casa tranquila, pero muy triste por lo que pasaba afuera”.

Collages, volviendo a la fuente. El pintor y escultor Juan Canavesi relata que la creatividad ha contrarrestado su estado inicial: “Antes me atormentaba, me sentía mal conmigo, con el resto. Luego volví a entrar en mi forma de ser, cuando me conecté en el taller con mis cosas. No me forcé a hacer nada. Pasó algo mágico, de volverme a encontrar con cosas que estaban ahí esperando el momento. No me es agradable la situación, te sentís como en una película de ciencia ficción”.

Cuando el artista empezó a mirar cosas que había a su alrededor, desde fotos y libros hasta objetos, encontró en el collage el modo de canalizar sus emociones. “Volví al collage primero porque es un lenguaje que he utilizado antes, segundo porque tiene un alto grado de juego y tercero porque la cuarentena me ha impuesto volver hacia el interior tanto de mi casa-taller como de mí mismo”, reflexiona.

Así, apareció en su casa un universo que lo obligó a replegarse sobre sí mismo: “Esta mañana puse sobre la mesada cantidad de cositas que siempre voy encontrando en el taller y voy acumulando. No sé en qué van a terminar, por lo pronto están ahí, acomodadas, en fila, como esperando”.

BACKSTAGES DE FOTOGRAFIA. Los hijos de Candelaria Magliano, Enzo y León, asisten a su madre en la puesta en escena de sus trabajos fotográficos.

BACKSTAGES DE FOTOGRAFIA. Los hijos de Candelaria Magliano, Enzo y León, asisten a su madre en la puesta en escena de sus trabajos fotográficos.

Repensando modos de producción. Candelaria Magliano estaría regresando recién de México, donde iba a exponer y a presentar su libro; luego de eso se iría a California. Pero el COVID-19 canceló de la noche a la mañana sus planes. “Fue un golpe fuerte. Pero también nos permitió quedarnos quietos y revernos. Aunque también hay que ponerlo en perspectiva, porque uno lo dice desde la comodidad de su casa”.

La fotógrafa cuenta que ha llegado a una serie de conclusiones sobre la producción: “Si bien trabajo en pocos proyectos que me llevan mucho tiempo, quiero producir menos y mejor, bajarme de cierto acelere; ir más al hueso de las cosas”.

Magliano trabaja desde hace dos años en un proyecto sobre el amor y aprovechando el aislamiento piensa en cómo montarlo: “La quietud me dio la oportunidad de redefinir cosas. El confinamiento nos dio una dimensión diferente de qué es lo que vale y hasta el cuerpo presente tomó dimensiones más valiosas”.

Otro de sus proyectos es sobre lo roto, concepto que, sostiene, vive una romantización irreal: “De lo roto no se arregla nada. Y está bueno poder nombrar que si algo se rompe, se rompe y punto”.

Preguntas sobre la trascendencia también rondan la cabeza de la fotógrafa: “Más que nunca está en juego la trascendencia de lo que uno hace. Pienso que si todo es tan complejo y tan desigual y aparece esta pregunta sobre si esto que yo hago tiene sentido para alguien más, eso puede ser un puente hacia algún otro lugar”.
 

Elogio a la improductividad
Por Elian Chali*

Bibliotecas liberadas. Plataformas de acceso gratuito limitado por el tiempo del confinamiento. Música de descarga gratuita. Obras de teatro vía streaming. Liberación de softwares de creación musical. Performances por videollamadas. Visitas virtuales a un sinfín de museos. Talleres de pintura/escultura/crítica/curaduría/montajismo/fotografía. Poesía recitada vía WhatsApp. Artículos, ensayos y compilaciones de textos de lxs filósofxs y pensadorxs de la época reflexionando sobre cualquier tema más/y/con pandemia. Tutoriales-para-absolutamente-todo. Proyectos de muralismo en casa. Cine. Series, muchas series. Reversiones colectivas de canciones históricas. Reversiones de libros históricos en infografías. La Peste de Camus ya tiene más descargas durante la cuarentena que ventas en su lanzamiento.

En Argentina no habíamos comenzado la reclusión y Slavoj Žižek ya había presentado su libro sobre el tema. Miles de propuestas para entretenernos. Llamados a esquivar el aburrimiento. A no desperdiciar un minuto del tiempo productivo. A no ceder espacio alguno a la reflexión por cansancio, ansiedad o angustia. A adormecer el motor de pensamiento que puede suscitar un rato de nada.

Distracción. Omisión. Estrategias estéticas para eludirlo todo. Relleno. Tapón. Pero también para nosotrxs lxs artistas que al igual que muchos sectores, pertenecemos a la clase trabajadora precarizada, una actualización del régimen de explotación, de tele-explotación. Demandas excesivas de producción de obra. Exigencias sin sentido a participar de casi-todo lo que tenga que ver con nuestras disciplinas. Pedidos absurdos de opiniones creativas sobre el tema. ¿Creés que los museos van a sobrevivir postpandemia? ¿Pensás que el arte tiene una respuesta para esto? ¿Sentís estimulada tu creatividad frente a tal desconcierto? ¿A vos cómo te afectan estas circunstancias? ¿Podrías compartirnos las obras que estás haciendo durante el encierro? ¿Extrañás pintar en la calle?

Me asqueé. Me atoré. Me asfixió la doctrina de capitalizar estos tiempos tan extraños para cultivarme, formarme, hacer lo pendiente, no parar la máquina productiva un segundo, reproducir la vida del anterior mundo reducida a cuatro paredes, tener que mostrarme inspirado por la coyuntura. El disciplinamiento de mi tiempo ocioso. Me produce repugnancia esa organización absoluta de la vida a través de las ofertas culturales plastificadas, digitalizadas, mal adaptadas para este desconsuelo. Y no me refiero a los nuevos formatos que tanta falta hacen. Tampoco la necesidad profunda de crear, que genera mucha picazón.

Pero esto es un exceso. Y prefiero el silencio y me quiero aburrir y exijo mi derecho a fracasar en el encierro. Que nos dejen habitar la angustia que tanto nos enseña y que no nos obliguen a entretenernos si no podemos. Que recorriendo mis adentros, los más oscuros de ellos, recuerdo que mi práctica también está en los momentos tristes. Que la fragilidad emancipatoria ofrece otro tiempo. Que la frustración como emoción epocal, también puede ser terreno para reverdecer.

*Artista.