Hay quienes sostienen que hay que crecer para poder distribuir. Estoy convencido de que es al revés: la redistribución de la riqueza genera condiciones para el crecimiento. Necesitamos un Estado con políticas activas, que apuntale el mercado interno y el desarrollo de una industria nacional capaz de atender esa demanda. Los períodos de mayor crecimiento económico de nuestro país estuvieron marcados por esa orientación. Políticas que fortalecen el desarrollo industrial, agregando valor a nuestros productos primarios y, en simultáneo, mejorando nuestra capacidad de exportación. Por otra parte, hay que retomar como política de estado la inversión en ciencia y tecnología. Desarrollar nuestro sistema de producción y distribución de conocimientos y promover su vinculación estratégica con el aparato productivo. Puede parecer una consigna, pero tras el vaciamiento producido por la alianza Cambiemos, vale la pena repetirlo: sin soberanía tecnológica no hay desarrollo. Córdoba necesita, con urgencia, un plan de desarrollo económico sustentable, con inclusión social y laboral. Para esto debemos articular políticas (económicas, sociales y ambientales) en una nueva dinámica productiva que garantice una perspectiva de crecimiento amigable con el medio ambiente y con nuestros recursos naturales. La mayor fuente de ingresos de nuestra provincia es el turismo. Sin embargo, los principales diques y cuencas presentan graves problemas de contaminación producto -en gran medida- de la falta de cloacas y plantas de tratamiento de residuos cloacales. La segunda actividad económica de importancia es la agroindustrial. El campo cordobés tiene un potencial productivo enorme. Pero la ausencia de regulaciones claras sobre el uso de agroquímicos, las consecuencias del monocultivo y la ampliación de la frontera agropecuaria hacia zonas de bosque nativo, amenazan la sostenibilidad de la actividad en muchos lugares. Además, ponen en riesgo la supervivencia de los pequeños agricultores y de las familias rurales, como ocurre en el norte de nuestra provincia. La industrialización de nuestro campo puede convertirse en una poderosa herramienta de desarrollo, capaz de transformar las marcadas asimetrías regionales de nuestra provincia. Es responsabilidad del Estado revertir estas desigualdades, interviniendo en la promoción de las economías regionales, invirtiendo en infraestructura, capacitación, créditos y transferencia tecnológica. Córdoba necesita -y puede- crecer e incluir. El hormigón y el cemento no alcanzan. Hay que poner en el centro de la agenda el trabajo y la producción, y dar respuestas a las necesidades de miles de cordobeses que se vienen quedando afuera. Tenemos todo para hacerlo.
(*) Diputado Nacional. Secretario general CTA de los Trabajadores para crecer