Ya protagonizaron disputas dialécticas, mediáticas y legales, y el reciente proceso de la licitación por la basura en Córdoba los volvió a enfrentar. De un lado, Mauricio Saillén, el titular del Sindicato Único de Recolectores de Residuos y Barrenderos de Córdoba (SURRBAC) y secretario general de la CGT Nacional y Popular Rodríguez Peña; del otro, Hugo Moyano, el líder de la Federación Nacional de Camioneros y referente del sindicalismo nacional. El duelo entre ambos ya es un clásico de la política gremial desde hace cinco años, cuando el dirigente cordobés se abrió de las huestes moyanistas y montó su propia estructura a nivel provincial.
El proceso que definió los destinos de la recolección de residuos en la ciudad para los próximos ocho años fue un partido aparte, en el que Saillén se jugó su representatividad y Moyano procuró recuperar el terreno perdido, además de asegurarse un negocio de $14.000 millones en una llamativa sociedad con Nicolás Caputo, uno de los empresarios más cercanos al Presidente de la Nación Mauricio Macri. El empate quedó sellado con el reparto salomónico del nuevo esquema de servicios que la gestión de Ramón Mestre realizó entre los tres oferentes en mayo pasado.
Saillén y Moyano se acusan respectivamente de “entreguista” y de “traidor”, se dicen diferentes. Pero hay algo que los iguala: el sueño del club propio, una fórmula que replican sindicalistas en su afán de expandir “la caja”, diversificar oportunidades y acumular poder. Y también los colores verde y blanco de sus respectivas divisas.
Brotes verdes
Club Atlético Aamsurrbac es el equipo de los barrenderos y recolectores que juega en la Liga Cordobesa de Fútbol. Nació el 13 de marzo de 2015 -“con el objetivo de brindar inclusión y formación a través del deporte”, refiere su sitio en Internet- luego de que se frustrara un convenio que el gremio iba a firmar con el Club Atlético Unión Florida para gerenciar sus actividades y dependencias. También alberga al hockey sobre césped.
El Saillén Team lleva siete meses jugando en Primera A, categoría a la que ascendió en octubre de 2017 y en la que debutó con una destacada campaña que lo llevó hasta el subcampeonato del Torneo Inicial, tras perder el partido definitorio ante “Los Turcos” de San Lorenzo. En la segunda fecha de ese certamen, el 24 de marzo pasado, inauguró su estadio –ubicado en el barrio Ciudad de Mis Sueños– recibiendo a Escuela Presidente Roca, el equipo del empresario cuartetero y ex funcionario provincial Emeterio Farías, el hombre fuerte del fútbol local.
El Club Atlético Camioneros Córdoba, por su parte, debutó con el pie derecho en el campeonato de Primera B, su primera experiencia en el fútbol federado de la provincia. El fin de semana pasado aseguró su ascenso a la máxima divisional de la Liga Cordobesa con una goleada sobre Villa Azalais y le sumó otra alegría deportiva al clan Moyano, que en diciembre pasado celebró el ingreso al Torneo Federal A del Club Social y Deportivo Camioneros, institución fundada en 2008 y que tiene su asentamiento en la localidad bonaerense de Esteban Echeverría.
Cercanas “lejanías”
La versión cordobesa de Camioneros cumplió su primer año de vida el 11 de marzo último y tiene un estrecho vínculo con FEDCAM, el sindicato de los Moyano, aunque su dirigencia sostiene que son “agua y aceite” y que no reciben financiamiento gremial. Horacio García Juncos, secretario general adjunto de la delegación Córdoba, es la máxima autoridad de la entidad que todavía no tiene cancha propia.
Las actividades de este club –el único cuya camiseta ocupa un lugar en el despacho presidencial de la LCF– se llevan a cabo en el predio del sindicato de camioneros ubicado a la vera de la autovía Córdoba-Alta Gracia. Allí también se practican futsal, básquetbol y rugby, y es el mismo lugar donde a fines de 2017 los dirigentes del fútbol local, con Farías a la cabeza, manifestaron su incondicional alineamiento a Claudio “Chiqui” Tapia, yerno de Hugo Moyano, presidente del Club Barracas Central y máxima autoridad formal de la AFA .
Otro parentesco no reconocido por el Club Atlético Camioneros Córdoba es el que tiene con Independiente de Avellaneda, entidad que preside Hugo Moyano y de la que se proclama como una especie de filial, al menos a la hora de intentar seducir a promisorios valores. El exfutbolista Adrián Ávalos es el manager deportivo del club, que también tiene lazos con el expresidente de Talleres Carlos Dossetti, quien le debe a Moyano su salida del ostracismo tras la quiebra albiazul de 2004. De hecho, su cercanía con el líder sindical fue clave para que el gobierno cordobés le sirviera en bandeja el millonario negocio de la certificación digital en 2015.
Las canchas de fútbol son uno de los pocos escenarios que aún no albergaron el duelo Saillén-Moyano, pero la racha se cortará el año que viene. El morbo de los futboleros, y de los no tanto, ya palpita a cuenta el surgimiento de este nuevo clásico del fútbol cordobés.
¡A la carga, Fittipaldi!
Sergio Nicolás Fittipaldi es el tercero en discordia entre los gremialistas del fútbol cordobés. El secretario general del SOELSAC (Sindicato de Obreros y Empleados de Empresas de Limpieza, Servicios y Afines de Córdoba) maneja desde hace tres años los destinos de Argentino Peñarol, el actual puntero del campeonato de Primera A de la Liga Cordobesa.
Tal como alguna vez lo hicieron el gastronómico Luis Barrionuevo en Chacarita Juniors y Hugo Moyano en Independiente, el líder de los trabajadores de limpieza de los edificios públicos de la provincia se ganó la voluntad mayoritaria de los socios en las urnas tras haber oficiado de Mecenas.
Fittipaldi, reconocido hincha de Talleres y con pasado en la barra “La Fiel”, reclutó a varias glorias albiazules para los cuerpos técnicos de la entidad de Argüello, entre ellos Cristian Pino, Javier Villarreal y Daniel “la Chanchita” Albornos. En Río Cuarto lo recuerdan por una violenta protesta que tuvo lugar en la Universidad Nacional el 26 de mayo de 2014 y que le valió una imputación por daño agravado y lesiones leves.
Enemigo de los Moyano y aliado de Saillén en la CGT Rodríguez Peña, Fittipaldi comenzó a jugar en las grandes ligas del sindicalismo nacional en septiembre pasado, cuando fue consagrado como secretario adjunto de “Las 62 Organizaciones Peronistas”, el legendario movimiento sindical justicialista cuyo rearmado estuvo a cargo del penalista Ricardo Moreno, alguna vez autodenominado “abogado del diablo”, otrora operador político del kirchnerismo y expresidente del Club Atlético Bella Vista.
Devenido amo y señor, en “el Trampero de Argüello”, el histórico reducto de Argentino Peñarol, Fittipaldi sigue la campaña de su equipo desde el exclusivo palco que se hizo construir detrás de uno de los arcos.