Si ya veníamos desde antes de 1810 con el estigma de ser distintos, desde el domingo pasado los cordobeses hemos quedado más desubicados que Luis Juez en el cono del silencio. El resultado en nuestra provincia fue tan abrumador a favor de Juntos por el Cambio, que solo faltó que los sacerdotes cambiaran sus votos de castidad por la boleta presidencial de Mauricio Macri. Y esa impresionante diferencia no se registró tan solo en los barrios cerrados de la capital provincial, sino también, como dice el chiste, en los barrios privados… privados de luz, de cloacas y de locales que vendan sushi. Vaya mi más profunda admiración hacia los colegas que le recomendaron al Presidente que viniera con la campaña del #Sísepuede.
Con la llegada que tuvo ese mensaje, hasta los hinchas de Belgrano y de Instituto están creídos de que pueden ascender. Y el presidente de Talleres, Andrés Fassi, se convenció de que puede llegar a 100 mil socios que paguen la cuota religiosamente por débito automático y que se banquen acumular cinco derrotas al hilo, preocupados como están por llegar a la punta… en la tabla de los clubes que más plata recaudan por partido.
El magnífico trabajo del equipo de campaña de la coalición oficialista sobrepasó los objetivos que se había planteado en este distrito y hasta ahora, de acuerdo con los números del escrutinio provisorio, estaría consiguiendo seis diputados nacionales por Córdoba, con lo que ya les alcanzaría para participar del torneo de voley de la Cámara Baja. Sin embargo, han preferido ser cautos y esperar los cómputos definitivos. Aunque no faltan los que dicen que no saben si está bien la manera en que aplican el sistema D’Hondt, que requiere de una operación matemática más difícil que calcular cuánto queda de reservas en el Banco Central. Del otro lado, rumian su bronca los dirigentes de Hacemos por Córdoba, que por ahora estaría accediendo solo a una de las nueve bancas que se ponían en juego por la provincia.
Dicen que la bronca en El Panal es más grande que la que se armaría si viniera Winnie Pooh a robar miel. “Eso nos pasa por hacer tantas cloacas, que no se ven”, le habrían escuchado reflexionar en voz alta a un integrante de la mesa chica del PJ local, quien habría sugerido a partir de ahora construir obras faraónicas como una pirámide invertida de 100 metros de altura en la bajada Pucará o una estatua que recuerde a Palmiro Caballasca en la Plaza de los Burros. Donde no pueden creer lo que ocurrió el domingo pasado es en el Frente de Todos, que si bien logró consagrar a nivel nacional a Alberto Fernández como presidente electo en primera vuelta, en Córdoba le fue peor que a Fabricio Oberto en el casting de los enanitos de Blancanieves.
La mala performance ha despertado las sospechas de los más suspicaces, que ya estarían contactándose con el presidente de Ríver Plate, Rodolfo D’Onofrio, para que los asesore en la técnica de ganar los partidos en el escritorio. Por lo pronto, empezarían reclamando que se aplique el VA R con las cámaras apostadas en las escuelas donde los ciudadanos concurrieron a emitir su voto. De todas maneras, más allá de estos escarceos, lo concreto es que hemos entrado en una etapa de transición, donde convive el liberalismo del aumento de la nafta con el intervencionismo del cepo cambiario.
El rayo peronizador ha iluminado algunas medidas postreras del presidente Macri, al mismo tiempo que Fernández podría apostar al cambio… de Mañanas campestres por We Are The Champions. De aquí al 10 de diciembre puede pasar cualquier cosa. Desde que Elisa Carrió baile una coreografía de Britney Spears junto a Cristina Fernández, hasta que Hernán Lombardi conduzca una nueva versión de 6, 7, 8 y Guillermo Moreno se saque una selfie abrazado al Mago Sin Dientes. Todos aseguran que quieren cerrar la grieta. Y para coserla, son varios los que ofrecen no dar puntada sin hilo.