“No sé si soy la persona adecuada para hablar, porque no llegué a competir en un nivel tan alto, no estuve en la cima”. El sanfrancisqueño Fabián Clementi procura correrse del centro de la escena, aunque tiene mucho para aportarle a un debate que es necesario y urgente.
El campeón argentino juvenil de 1991, ex 745° en el ranking de la ATP, se reconoce “impactado” por “Guillermo Pérez Roldán Confidencial”, el documental donde su excolega de Tandil habla por primera vez del maltrato y del abuso que sufrió por parte de su padre y entrenador. “Me impresionó mucho cuando contó que intentó quitarse la vida”, afirma.
La historia lo moviliza. Le hace remover situaciones que, admite, le dejaron huellas profundas. “Córdoba también tuvo sus Raúl Pérez Roldán”, revela en alusión al DT tandilense, a quien define lisa y llanamente como “animal, psicópata y abusador”.
Clementi es profesor de tenis en el Sport Club de Villa María. Cuenta que, a pesar de tener casi la misma edad de Guillermo Pérez Roldán, sus carreras transitaron por caminos paralelos. “Desde chico él ya estaba arriba. No lo pude conocer y ni siquiera lo vi jugar. Pero algunas cosas se sabían”, apunta. “Es muy chocante verlo hablar así, ya que siempre fue un tipo muy arrogante, muy soberbio. Se ve que la cosa iba por adentro”, refiere.
“Es bueno que estas cosas salgan a la luz, para poder generar un debate”.
“Lo que exhibe el documental es tremendo. A una jugadora, el tipo (Pérez Roldán padre) le tiraba pelotazos en la espalda como castigo y hasta llegó a desfigurarle la cara, y al propio hijo le partió la boca de una trompada por haber perdido un partido”, destaca el cordobés. “Como era un entrenador exitoso, nadie le decía nada, inclusive los padres de los tenistas. Además, tenía el apoyo de la dictadura. Se trataba de un tipo muy pesado, en todo sentido. Y también tuvo complicidades adentro de la familia”, precisa.
“Más allá de que son situaciones dolorosas, es bueno que estas cosas salgan a la luz, para tratar de generar una discusión que inclusive vaya más allá del mundo del tenis. Toda la sociedad es una picadora de carne. Hoy la gente anda reloca detrás del éxito y de la guita, y no puede ser así”, reflexiona.
PÉREZ ROLDÁN. El extenista habló de la relación con su padre y entrenador. Su historia hizo visible una cara oculta del deporte profesional. /// FOTO: CEDOC PERFIL
Letras que sanan
“A mí me salvó la literatura”, confiesa Fabián. Asegura que la escritura fue su fusible, lo que le permitió sacar un montón de cosas que tenía adentro tras colgar la raqueta a los 21 años, “cuando mi cabeza explotó”.
“Yo pude volcarlo en un papel, pero recién entendí lo que me pasaba siendo un exjugador. Cuando estás adentro del ambiente del tenis, vas para adelante y no te das cuenta de nada; estás todo el tiempo en una olla a presión”, enfatiza. “Tenista Clase B”, “Las alas sucias del tenis” y “Maldita Legión” son los libros que plasman las vivencias de aquellos años de jugador. “Hay varios relatos que me costaron desencuentros familiares”, confiesa.
Clementi describe como “una fórmula explosiva” la fusión entre las desmedidas expectativas familiares y la lógica resultadista del deporte. Y habla de su experiencia. “No sufrí tanto el maltrato físico pero sí el psicológico, que es peor. Me pasó de llegar a casa y que mi viejo y mi hermano me tildaran de ‘maricón’ por perder un partido y me hicieran llorar. Son cosas que te quedan para siempre”, puntualiza. “Los sponsors también te hacían sentir que ponían plata para que juegues”, agrega.
“Mi padre, con el que no me doy bola, era de esos tipos que se transformaban al borde de una cancha. Mientras yo jugaba me decía ‘!Matalo a ese petiso!’ o cosas por el estilo. En el tenis hay mucha gente que es así, muy burra. Por suerte un día le prohibieron el ingreso, fue lo único bueno que hizo mi entrenador”, señala. Y abre otro capítulo.
PROFE DE TENIS. Clementi da clases en el Sport Club de Villa María. “Algunas cosas varían, pero no tanto", sostiene sobre el exitismo y las presiones en el mundo de las raquetas. /// FOTO: CEDOC PERFIL
Modelo para rearmar
“Sergio Gariotti fue el Omar Pérez Roldán de San Francisco, con la única diferencia que ninguno de sus dirigidos llegó a nada. Me tocó sufrirlo en mis inicios”, relata Clementi. “Allá lo siguen teniendo arriba, pero es un tipo que le cagó la vida a más de un pibe. He visto a muchos frustrarse a tal punto de no querer agarrar más una raqueta luego de entrenar con él”, dice.
“Era una persona que te infundía miedo, que te metía presión, que te pegaba patadas si te olvidabas un abrigo o que se te paraba encima para ver si tenías los abdominales marcados. Un loquito, que encima todo el tiempo andaba diciendo que los milicos tenían que volver al gobierno”, relata. “Lo peor es que todo eso era visto por algo bueno por los entornos”, subraya.
“Podemos mencionar como otro caso emblemático en Córdoba a Leonardo Lerda, quien fue entrenador de Clarisa Fernández e Inés Gorrochategui. En el ambiente siempre le atribuyeron muchos casos de maltrato, a tal punto que muchos de sus jugadores nunca volvieron a dirigirle la palabra”, acota.
“No advierto que haya mucha vocación de cambio. Calleri es un desastre”.
“Aquí siempre se hizo la vista gorda porque el resultado justifica todo. Es una cuestión cultural. En el primer mundo es diferente; se nota que los tenistas juegan mucho más relajados, más allá de que después se transforman en máquinas, como ‘Rafa’ Nadal”, señala Clementi.
“Algunas cosas varían, pero no tanto. En los torneos veo cómo se siguen comportando algunos padres y entrenadores”, señala. “Tampoco advierto que haya mucha vocación de cambio. Hay inoperancia en la Asociación Argentina de Tenis. (Agustín) Calleri es un desastre, le escribí para contarle la situación de los ‘profes’ y ni me contestó. Está atornillado en su escritorio, haciendo lobby con la política y defendiendo siempre a los clubes”, subraya.
“Después lo escuchás a Guillermo Coria (el capitán del equipo argentino de Copa Davis) y te das cuenta de que también sigue metido en la misma olla. Es todo muy complicado”, expresa Clementi, quien brega por la necesidad de “entornos sanos” en el proceso de formación de los jóvenes tenistas.