Una marea de creatividad universitaria se prepara para irrumpir en el corazón cultural de Córdoba. El Festival Estudiantil Nuestro Arte es Trabajo 2025 será un pulso, un manifiesto vibrante, que resonará entre las robustas paredes del Museo Emilio Caraffa y la frescura del Metropolitano de Arte Urbano (MMAU).
Se trata de un evento que, más allá de la exposición, busca trazar un corredor de sentido y legitimación para la escena artística juvenil de toda la provincia, en un gesto político y poético que interpela la vieja pregunta: ¿Para qué sirve el arte?
Así, desde el 10 y hasta el 19 de octubre, la ciudad se transformará en una usina creativa donde convergen proyectos de artes visuales, sonoras, escénicas y audiovisuales.
La propuesta, nacida desde las aulas y la militancia estudiantil, florece con el apoyo institucional, dispuesta a dinamizar el tejido social y cultural.
Un grito que se expande
Lo que comenzó como una reivindicación humilde se ha convertido en un festival de magnitud. Lucía Conquero, consejera del HCD (Honorable Consejo Directivo) y una de las gestoras iniciales, rememora el germen: “Fue en abril, más o menos, surgió del Centro de Estudiantes de Dos Puntos, de la Facultad de Artes de la UNC, también en el marco del Día del Trabajador; pensamos en hacer algo para reivindicar el arte como trabajo y surgió el nombre de Nuestro Arte es Trabajo. Aquella vez fue mucho más chico que esta ocasión pero nos fue re bien, hubo más de 50 inscriptos, artistas solamente de nuestra Facultad de Arte. Y el museo estuvo lleno desde que abrió hasta que cerró”.
Esa primera efervescencia demostró la urgencia de los jóvenes por visibilizar su labor. Hoy, la convocatoria abraza a la Universidad Provincial y a la UNC, en una articulación que busca construir puentes sólidos hacia el campo laboral.
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La decana de Artes de la UNC, Alicia Cáceres, subraya la necesidad de este espacio en el contexto actual: “Una de las preocupaciones y los intereses permanentes es ese puente con la formación, con lo académico y cómo dinamizar ese proceso con las demandas concretas y los puentes posibles hacia el campo laboral y artístico. Sobre todo en un contexto donde la educación universitaria, pública, la cultura, las artes, son todos blancos de ataque; es una disputa en la escena pública, poner en jerarquía la producción estudiantil, la necesidad de los estudiantes de tener una pantalla pública”.
Museos que dejan de ser templos para volverse espejos
El festival se apropia de las salas del Caraffa y del MMAU, desafiando la concepción tradicional del museo como un reducto de lo consagrado. Mariana del Val, directora del Museo Caraffa y profesora de la UNC, reflexiona sobre el giro: “El Caraffa es un lugar muy sacralizado. Y pensaba, en este templo del saber, de transformación de los artistas consagrados, ¿por qué no hacer un paréntesis durante 10 días donde los jóvenes vengan a traer sus discursos, sus prácticas, que los chicos puedan exponer acá y que eso esté en sus currículum después; es un impacto para ellos”.
El arte es, ante todo, un acto político en su sentido más amplio y Del Val lo sintetiza con una imagen potente que trasciende lo estético: “Hay una idea mercantilista y productivista en torno a la pregunta ‘para qué sirve el arte’. Nosotros somos parte de un tejido social y hay artistas de todo tipo ya lo sabemos, pero el museo también tiene la responsabilidad de visibilizar esa trama social de la cual nosotros formamos parte”.
Por su lado, Fernando Sánchez, director de los museos municipales y al frente del MMAU, celebra esta sinergia y la apertura a lo emergente: “Desde nuestro espacio, nos habíamos propuesto desde el comienzo reconfigurar ese concepto de museos y generar esos espacios, abrirlos. Córdoba está viviendo una época maravillosa en cuanto a lo urbano y eso tenía que reflejarse en un espacio”.
En efecto, el trabajo conjunto entre instituciones buscará generar un corredor, sumando además a los colectivos de la danza urbana de la Plaza de la Intendencia, un polo cultural vital que escapa a los marcos académicos.
La legitimación de la práctica y el mercado propio
El espíritu del festival es claro: el arte se hace trabajando, incluso en la formación. Alejo Heredia, presidente del Centro de Estudiantes Dos Puntos Artes, hace hincapié en la necesidad de reconocimiento en esta etapa: “Nuestro proceso de formación también es parte de nuestro currículum, es parte de nuestro trabajo; queríamos despertar esa iniciativa también a los estudiantes, para que entiendan que no necesitan aprobación para trabajar y que ese mensaje viniera también desde el lado de los museos que son tan importantes, tan llamativos y reconocidos”.
El festival reconoce las múltiples dinámicas del quehacer artístico, incluyendo el circuito de la autogestión económica. En este sentido, habrá una feria donde los estudiantes, tal como lo hacen en el ámbito universitario, podrán vender sus producciones y recaudar fondos para sus proyectos.
Con entrada libre y gratuita, y un premio económico estímulo para las obras destacadas en cada disciplina, la muestra se erige como un espacio de cuidado, impulso y visibilidad para la nueva guardia de artistas.
Exposición. Durante 10 días se mostrarán trabajos de estudiantes y egresados de arte en cuatro disciplinas.
