El fiscal de Instrucción, Alfredo Villegas, cerró la primera etapa de la investigación a una meticulosa banda dedicada al hurto de combustibles. Según la pesquisa, era liderada por Sergio Andrés Aguilera (33) e integrada por otras 13 personas. Aguilera permanece detenido desde el 23 de julio del año pasado y tiene, además, otra acusación en una causa que está próxima a ser juzgada en la Cámara 5° del Crimen por hechos similares.
Se presume que, entre diciembre de 2019 y julio del año pasado cuando se logró desbaratar la banda, choferes de la distribuidora MBA SA comandados por Aguilera habrían concretado un robo hormiga. En cada viaje, desviaban de la ruta para descargar parte del combustible que trasladaban. Ese “botín” era guardado y luego vendido.
El resto de los acusados son: Juan Carlos Aguilera, Williams David Aguilera, -padre y hermano del sindicado como líder de la banday los choferes de camiones cisternas, Ángel Emanuel Agüero, Alexandros Bonansea, Mariano Germán Garelli, Jesús Ariel González, Jorge Luis Martinelli, Luis Marcelo Novara, Mauricio Sebastián Novara, Cristian Alejandro Oviedo, Fernando Ignacio Vera, Matías Ariel Ballario y Guillermo Javier Díaz. Se los acusa de asociación ilícita y hurto calificado de mercadería transportada.
Las damnificadas habrían sido varias empresas, entre las cuales figuran Destilería Argentina de Petróleo SA (Dapsa), Compañía Petrolera Refinadora Comercializadora y Distribuidora del Plata SA y estaciones de servicio de expendio de combustibles líquidos.
La maniobra. En el requerimiento de elevación a juicio, firmado por el fiscal Villegas la semana pasada, se describe el modus operandi que habrían utilizado para concretar un hurto hormiga de las cargas de combustible.
Los choferes González, Oviedo, Agüero, Bonansea, Mauricio y Marcelo Novara, Vera, Garelli y Martinelli eran empleados de la firma MAB SA dedicada al transporte de cargas con camiones cisterna, contratada con ese fin por diversas estaciones de servicio. Tras llenar las cisternas de los camiones que conducían en la planta de despacho, Sergio Aguilera les indicaba dónde dirigirse para descargar parte de la carga aflojando los precintos de seguridad.
Por su rol preponderante en el armado de la logística, Aguilera es sindicado como la cabeza de la asociación ilícita. Los camiones cargaban combustibles en la planta de YPF SA en Montecristo para trasportarlas a estaciones de servicio de Córdoba y de otras provincias. Luego de llenar las cisternas de nafta súper, premium, gas oil y gas euro premium, salían de la ruta y descargaban parte de lo que llevaban.
Todos los puntos donde recogían el combustible robado estaban localizados en Malvinas Argentinas y Montecristo. Les habían asignado diferentes nombres: “YPF”, “Shell”, “la playita”, “la parrilla”, “el lavadero”, “el callejón”, “el peaje”. Pero, también, la dejaban en bidones en la casa paterna de Aguilera ubicada en Malvinas Argentinas Se calcula que, en cada operativo se quedaban con un volumen de entre 300 y 400 litros. Para dimensionar cuánto implican esos 300 litros que sustraían en cada robo se puede tomar como dato que, según el modelo y configuración, un camión cisterna completo lleva una carga de entre 28.000 y 35.000 litros, es decir que sustraían cerca del 1% de la carga en cada robo.
Se sospecha que los miembros de la familia Aguilera y Guillermo Javier Díaz se ocupaban de depositar el combustible líquido en bidones y después, de venderlos. Operativos similares se endilga a Matías Ballario, empleado de la estación de servicio “Parador Las Naciones S.R.L.” de Saturnino Laspiur. De acuerdo a la acusación, conducía el camión cisterna de la firma para la cual trabajaba. Periódicamente iba a la planta de Montecristo de YPF y concretaba la misma maniobra, dirigido también por Aguilera.
La detención del líder. Esta causa comenzó a investigarse a partir de la detención de Sergio Aguilera, el 23 de julio del año pasado. Se había ordenado la medida por otros hechos que ya están próximos a ser juzgados por la Cámara 5° del Crimen. Al ser detenido mientras conducía un vehículo y era acompañado por su hermano se encontraron en el auto 12 bidones vacíos, se secuestró su teléfono y se allanó el domicilio de su padre, Juan Carlos Aguilera, donde encontraron 35 bidones de plástico y una cisterna sin contenido en su interior.
A partir de ahí se tejieron las hipótesis que, a lo largo de la investigación, terminaron de confirmarse. La casa de Sergio también fue requisada y ahí se encontraron 147 bidones plásticos, de los cuales 81 estaban vacíos mientras que los restantes 66 contenían una sustancia líquida, que a la postre resultó ser combustible -nafta y gasoil-, 24 tanques de 200 litros, dos de los cuales tenían gasoil, una cisterna de 1.000 litros vacía y una bomba de combustible. El intercambio de llamados y mensajes que partían desde el teléfono son parte sustancial de la prueba reunida.