El 3 de marzo arribaron a Venezuela de vacaciones. Y dos días después, se reservaron unas horas para asistir al partido debut de Racing contra Estudiantes de Mérida por la Copa Libertadores. Para volver, debían cruzar hacia Colombia y entonces estalló la pandemia, se cerraron las fronteras y Evelyn Saldaño y Adrián Tevere se quedaron varados en el extremo oeste del país. Todavía siguen allí, desde hace más de un mes.
Cuando su historia trascendió, las autoridades de Racing tomaron contacto con ellos. Habían pasado ya unos quince días varados sin ningún tipo de ayuda ni respuestas. Gracias a las gestiones del club pudieron recibir por primera vez fondos que hoy la embajada les sigue depositando para cubrir su estadía en el hotel, comida e higiene. Pero los días se suceden sin respuestas sobre cómo o cuándo podrán volver a su país.
"El lunes pasado hubo un Hércules de Uruguay y no estábamos incluidos. No sé bien qué pasó, no llegaron a un acuerdo, no lo sé. La única opción que nos dan es irnos a México pero no es una solución porque no quiero estar varada en otro país, quiero volver a mi casa", explica Evelyn a PERFIL. La comunicación es por WhatsApp durante los lapsos en los que disponen de señal porque los cortes de luz son cotidianos y no siempre pueden establecer el contacto.
Las historias menos pensadas de argentinos que siguen varados en el exterior
Evelyn y Adrián no son los únicos argentinos varados en la nación bolivariana. Dicen que hay hasta 120 más dentro del grupo que formaron para organizarse y mantenerse informados mientras presionan, como pueden, para que Argentina incluya al país entre los destinos para sus vuelos especiales. Otra alternativa es que Conviasa, la aerolínea de bandera local, se ocupe de tender el puente desde el aeropuerto de Caracas donde solo operan los servicios humanitarios.
Lo paradójico de su caso es que el cierre los atrapó a un puente de distancia de alcanzar Colombia, en San Antonio del Táchira. Desde allí se llega a Cúcuta, la ciudad que se volvió célebre por ser cabecera del éxodo venezolano en los últimos años. Pese a las restricciones, el flujo irregular no cesa a través de las trochas, los senderos que conocen bien quienes contrabandean mercancías. Eso solo los hace sentir más inseguros.
El cierre los atrapó a un puente de distancia de alcanzar Colombia, en San Antonio del Táchira, desde donde se llega a Cúcuta,cabecera del éxodo venezolano.
"Tratamos de mantenernos haciendo la cuarentena en el hotel porque no sabemos bien si la información de los contagios es correcta o no. Acá hay mucha circulación de gente y eso lo vuelve más peligroso desde lo sanitario", describe Evelyn. Duermen y viven en un pequeño cuarto que logran cubrir con lo que reciben de Racing y la embajada y fraccionan el poco efectivo que les queda para cuando surja la posibilidad de volar.
Porque en Venezuela, donde rige un toque de queda diario desde las 16 a las 10 del día siguiente, también las fronteras internas, entre los estados, están valladas. Casi no hay combustible para los automóviles, salvo los vehículos oficiales. Y si los incluyen en algún futuro vuelo especial tendrán que ingeniárselas para transitar los casi 842 kilómetros que los separan de la capital. "Y eso va a ser costoso, si es que no logramos que nos lleven", afirma la joven.
Mientras, siguen a la espera. Pasando las horas. En comunicación, como pueden, con sus amigos, su familia y Racing, desde donde se preocupan por contactarlos de forma periódica para saber de su situación. Ya llevan más de un mes varados y contando.
CP