Algunos filósofos solo se concentran en su filosofía, en su particular narrativa de ideas para dar sentido y alejarse del caos. Otros, como Souriau, piensan en la “filosofía de las filosofías”, los modos como una obra filosófica se “instauran” para pensar y realizar posibilidades de la existencia. Ese es parte del camino de Étienne Souriau en La instauración filosófica, editado recientemente por editorial Cactus, con traducción de Sebastián Puente.
Souriau (1892-1979) fue filósofo y profesor, enseñó en Lyon y en la Sorbona, junto con su hija escribió Vocabulario de estética. Su obra fue rescatada del frío olvido por Isabelle Stengers y Bruno Latour.
Para el pensador francés, la fuerza filosófica fluye a través de “instauraciones”. El acto de la instauración no puede ser separado de la obra filosófica; es decir, un “pensamiento instaurativo” lo es a través de la “forma filosófica” que “en ninguna parte se sostiene más fuertemente, más valientemente y más ampliamente que en un libro... y generalmente el lenguaje… de modo que los mensajes de los filósofos estarán en su mayoría inscriptos en los libros”.
Los pensadores no eluden la meditación en apariencia inútil, pero el pensar no es puro torrente libre de ideas, sino la construcción de “filosofemas”, las obras propias de la creación filosófica con sus “instauraciones” y reglas que, aun de forma insuficiente o fallida, le dan existencia a lo no existente. Para Souriau, la “instauración” filosófica no es pura creación de la libre subjetividad del filósofo, sino que responde a leyes de construcción para modelar la obra filosófica. En este punto, filosofía y arte se asemejan en su crear bajo reglas y procedimientos propios. Así, a los grandes instauradores de la filosofía desde una obra y un libro se suman, como otros “grandes instauradores”, los creadores de arte, que “llevan hacia la consumación y hacia el resplandor lúcido un cosmos más vasto, más rico, más abundante en seres y mundos”. A su vez, lo artístico genera “patuidad” (del latín patere, “estar abierto, accesible”); mediante el arte las cosas se hacen evidentes, manifiestas o accesibles a la percepción y al pensamiento.
Para Souriau, la dimensión de la “filosofía de las filosofías” conduce también a un pluralismo irreductible, una multiplicidad de caminos posibles. En ese sentido, la divergencia de las filosofías revela lo diverso de la propia existencia.
Y cada filosofía es original, singular, tiene un valor propio, es su propia culminación y perfección; es un modo de realización. Y toda filosofía auspicia “un acceso a lo real” desde distintos modos; y propone en cada caso un “mundo nuevo”, y con la condición de dar “un lugar para nosotros en ese mundo”.
Y toda filosofía singular es testimonio de las distintas o plurales formas de instalarse en los mundos nuevos propuestos para buscar, como sugiere Souriau, “cierta especie de realización”.
La instauración filosófica
Autor: Étienne Souriau
Género: ensayo
Otras obras del autor: El sentido artístico de los animales; Los diferentes modos de existencia; Tener un alma
Editorial: Cactus, $ 33.900
Traducción: Sebastián Puente